Estudiantes extraños

III

Al final no conté ninguna historia, tampoco tenía ilusión por hacerlo.

Con todos sentados en torno a las llamas de una rudimentaria hoguera con la piel ligeramente coloreada por la luz naranja, yo me quede relegado en el lugar donde la luz del fuego llegaba con menos intensidad, me rodeaba con los brazos en un intento de mantener un mínimo del calor que el viento me arrebataba, incluso con la bufanda mi nariz estaba helada, era imposible sentirme a gusto,, el dolor de cabeza que tenía conmigo desde el mediodía no desaparecía y no podía simplemente sacar analgésicos y tomarlos, se habían terminado ya.

A mi derecha si giraba un poco mi cabeza podía ver como Oscar me dirigía miradas de "lo siento" si razón y un poco más cerca Louis reía con una estúpida y enorme sonrisa en el rostro, me agradaba verlo sonreír, tenía esa clase de sonrisa; la clase que no puedes evitar imitar inconscientemente y así lo hice, era vergonzoso alegrarse por la emoción ajena, al menos eso creía yo, como si no debiera hacerlo, con ese pensamiento me sumí nuevamente pensamientos grises, pero sin poder borrar completamente la sonrisilla torcida que Louis me había provocado.

Del lado opuesto de la fogata el grupito de nuestros "lideres" reía, hacían chistes, se atacaban verbalmente y demás.

¿Seguirían igual en un año?, no pude evitar pensar aquello, el tiempo lo cambia todo, el mundo el cuerpo, el pensamiento, los sentimientos, las heridas. Todo cambia y me costaba creer que ellos se soportarían en el siguiente invierno, aunque sonara cruel me hubiera gustado estar ahí cuando se comenzaran a odiar.

Que egoísta, cuanta envidia, me sentí por medio segundo como un monstruo; se me paso rápido. Me puse a olfatear mi bufanda, sin mi hermana me había convertido en esta clase de persona, o quizá siempre lo fui, pero ella n0 me dejaba mostrarlo.

¿Cómo estaría Marian?, seguramente de vaga procrastinando en cama, sin ser consciente de lo que sucedía en casa, aunque no era como si algo fuera distinto, papá seguía evadiendo sus responsabilidades como cabeza de familia detrás de un libro, mamá caminando por aquí y por allá asegurándose de que mi padre no haya dejado polvo en ningún lado o cuidando el jardín con su sombrero de ala ancha y sus guantes, todo era igual como si mi hermana nunca se hubiera ido, solo cambiaba en estas fechas cuando la navidad llegaba, las familias intentan juntarse para disfrutar de los días fríos en compañía, algo que no sucedía en casa.

Definitivamente era mejor estar helándome en ese remedo de campamento que estar en casa, si fuera el caso mis padres harían lo de siempre; esperar que mi hermana llegara y me ignorarían, estaría sentado en mi habitación hasta casi medianoche cuando mi madre finalmente perdería la esperanza en la llegada de Marian y serviría la cena, mi padre leería mientras picoteaba con su tenedor la comida, mi madre nos miraría decepcionada, como diciendo "yo solo quería a mi hija", pero ella no lo pensaría, al menos eso quería creer, le daría un par de manotazos a papá con tal de que este cediera su libro de turno, en lugar de ello era mejor que estuvieran donde el tío divirtiéndose en alguna clase de cosa familiar

Estaba haciendo un frio horroroso, solo quería irme a dormir ya para deshacerme de ese dolor de cabeza, moví mis manos ya heladas y no pude evitar preguntar. —¿Y los profesores?

 

Al principio nadie pareció atrapar el sonido de mi voz, pero como si hubiera soltado un virus todos se contagiaron y las conversaciones en cuestión de medio minuto ya se habían vuelto susurros de duda, la pregunta se repitió y Alfredo se levantó de su lugar apaciguo las voces con un gesto de sus brazos, su piel morena tenía un tono distinto por la iluminación de la hoguera, un naranja oscurecido. —Muchachos, cálmense. —sus dotes de liderazgo eran muy buenos la mayoría se quedó en silencio al acto, solo una voz sobro.

—...giendo. —lo que sea que estuviera diciendo Edgar no quise descubrirlo, mejor no saberlo.

—Si como decía... —Alfredo miró a Edgar como regañándole por no callarse— los profesores fueron la cabaña del fondo— Me gire cuando lo dijo y no pude reprimir un poco de nerviosismo, sentía que algo saldría mal. Había tres construcciones al fondo dos grandes que eran para nosotros y una más pequeña al fondo, con una antena y un enorme panel solar en el techo, en esa última debían de estar los profesores. —...entonces ¿Quién va?

Mi brazo se alzó y dije en tono firme. —Yo—. No entendí mi reacción; en cuanto lo dije sacudí mi cabeza confundido.

—Gracias Marco. —Natalia por alguna razón dijo eso sin burla, posiblemente se encontraba temerosa de ser la elegida para hacerlo, me levante automáticamente y antes de irme busque en mi bolso la linterna

—... ¡Quítamelo!... ¡Quita! ¡Quita! A mi lado alguien gritaba por lo que rápidamente voltee la cabeza, me dieron un codazo en la cara antes de que enfocara la vista. Honestamente no esperaba que alguien como Louis tuviera tanta fuerza, el golpe me hizo dejar de pensar y me tiro de espaldas.




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