Vistiendo de forma casual, con un abrigo, guantes y bufanda recibí un soplo del frio viento, me incline hacia la ventana del auto, me despedí de mis padres. Tomaríamos direcciones diferentes ese día, ellos irían a disfrutar unas vacaciones en una reunión a la que tío Primo les invitaba cada año y a la que habían faltado desde unos años antes.
En el frio de la mañana antes siquiera de que el sol saliera completamente fui dejado en la puerta de la escuela con mi padre refunfuñando al volante del auto "familiar" que tanto detestaba conducir.
Mamá asomo su cabeza de largo cabello recogido en un peinado alto y me apretó la mejilla cuando me acerque para escucharla, ella lo hizo a propósito, cuando era pequeño y no me avergonzaba por atenciones como esa ella nunca lo intento, pero llegué a esa edad dígase los nueve años y comenzó a hacerlo sin falta, disfrutaba avergonzarme con público, posiblemente disfrutaba a avergonzar a las personas que quería después de todo cuando yo era pequeño y visitábamos a papá en el trabajo ella se colgaba de su brazo y le daba besos, cosa que nunca hace en privado.
–Puedes quedarte con el abuelo Julius, pero no te lo recomiendo.
Mamá me dijo eso antes de que mi padre hiciera andar el auto, aunque parecía estaba ansioso por recuperar su libro que mi madre mantenía en sus piernas, el auto desaprecio al final de la calle y yo arrastre mi maleta a la puerta de la escuela donde Oscar y Alfredo esperaban, Oscar era mi amigo; no uno cercano, me cuesta mantener interés en las personas, pero hablábamos en buenos en términos y era mi compañero de equipo por excelencia, por otro lado Alfredo, no era ni de mi agrado ni desagrado, acepto que tenía buenos puntos, como una personalidad abierta y sincera, ellos dos solo tenían en común el color moreno de la piel, aparte de ello no compartían ni siquiera gustos, Oscar tenia gustos del tipo sedentario y Alfredo era la clase de persona que sabe hacer de todo y por ello no puede mantenerse quieto.
–Buenos días. –No salude a ninguno en específico anquen en realidad el saludo estaba dirigido a Oscar.– Es raro verte llegar temprano Oscar.
Y si que lo era, normalmente era de los últimos en llegar.
El ignoro lo que dije y me saludo de la misma forma, después nos quedamos en silencio, quizá era que no tenía un tema de que hablar, a decir verdad eso le pasaba con mucha frecuencia y tampoco era como si yo fuera a esforzarme en iniciar una conversación, tenía muy pocos temas de los que conversar, agotarlos en ese momento me dejaría sin un amigo durante el resto del año
–¿Crees que tengan piscina?
–¿Nadarías con este clima?
Yo lo haría si estuviera techada, pero no habría piscina, era imposible que hubiera una.
–Tienes razón, de todos modos no sé nadar.
Siendo sincero la playa se escuchaba mejor que ese campamento, después de todo no había nada en el invierno que lo hiciera interesante, por allá nunca nevaba y lo único que conseguías en la temporada, era un resfriado o contagiarte de influenza.
Distraído jugando con mi aliento que apenas escapaba de la barrera que hacia mi bufanda, espere junto a Oscar a que algo pasara, eran casi las cinco de la mañana, era toda una villanía citarnos a esa hora y que nadie llegara a tiempo ni siquiera se encontraba el autobús que habría de llevarnos.
Tras quince minutos de ser golpeado por el viento gélido el autobús se detuvo en la entrada, el conductor un hombre con el uniforme de la empresa de turismo y de algo menos de treinta abrió el lugar para el equipaje sin prestarnos demasiada atención, fue como si eso convocada la llegara de mis otros compañeros, los vi legar desde el otro lado de la escuela como si se estuvieran escondiendo al doblar la esquina, quizá lo hicieron.
Arrastre mi maleta hasta dejarla junto al conductor y el solo me miro un segundo para después colocarla dentro.
–¿Y la otra? –Pregunto autoritario con su mirada apuntando al bolso que colgaba de mi hombro y se apoyaba en mi cadera.
Ni loco se la daría, ahí tenia mis objetos personales, mejor dicho indispensable, por un momento se me paso por la cabeza decir algo ridículo como "es mi bolso de mano", solo negué, yo no era una chica como para llevar ese tipo de cosas. –No, la necesito.
Aunque deseaba subir posiblemente tibio autobús tuve que integrarme al grupo donde el profesor de lengua estaba nombrando lista.
Como me desesperaba el profesor Edrian, actuaba como un novato nervioso, apenas se podía mantener de pie, quería creer que fingía para no tener que hacer correctamente su trabajo pero eso hubiera sido un poco cruel, antes de que me nombrara a mí, el profesor Guzmán, mi enemigo mortal le arrebato la lista y continuo.
–Están todos suban ya. –Sin siquiera pronunciar en voz alta los nombres el dio la indicación, si no me hubiera mirado yo hubiera escapado y gritado algo como "hasta la vista idiotas."
La estampida de los presentes se me adelanto e incluso Oscar me dejo atrás dejándome con la sensación de haber sido traicionado, con tranquilidad me dispuse a subir al autobús.
–¿No prefieres dejarla? –me encogí de hombros y subí, espere que Edrian no se ofendiera mucho por mi forma de responder.