Los días pasaron, poco a poco me fui alejando de todos, pero, aunque trataba con esmero de que nada me doliera, la verdad es que cada día mi corazón se sentía más roto.
No era por Johnny y mucho menos por Ángel, creo que mis amigas…. Esas dizque amigas, me lastimaban de sobremanera, pero no podía hacer más al respecto, que fingir que nada me importaba.
El tiempo pasó, decidí mandar todo a la mierda, ya no me importaba nada, ni siquiera la universidad, menos en una carrera de mierda que ni siquiera me gustaba pero que mis padres me obligaban a estudiar que porque supuestamente era lo único que me iba a dar de comer en la vida…
Pasó medio año, en el que, después de cierto momento, no volví a salir con ellas. Pues la última vez, me llevaron a un bar clandestino y la policía me encarceló por ser menor de edad y básicamente, por andar en el lugar equivocado. No fue sorpresa para mí que en ese entonces ninguna de ellas hiciera nada más que irse a sus casas cada una muy tranquila. Total, hace rato ya sabía que yo les importaba un bledo.
Así que tras ese último suceso utilicé la excusa de que era menor de edad para ya no volver a salir con ellas, pero eso solo me serviría hasta el día en que cumpliera mis dieciocho años.
Y ese día llegó más pronto de lo esperado. Un típico miércoles gris.
Oh vaya, así que por fin me he hecho mayor.
—¡¡Vamos el sábado de rumba a la zona fuerte de la ciudad!! — Decía Ana María. —Y tu Lucy, ya no tienes excusa ¿ok?
Si, Ajá, ya deja de recordármelo.
—Ok— Le contesté.
El sábado llegó y yo obviamente no fui. Ya me daba fastidio todo ese mundo y ellas. Creo que más ellas que ese mundo.
Por supuesto que ellas se disgustaron por mi ausencia, pero eso ya no me importaba un comino.
El tiempo pasó y ellas siguieron sin mí, saliendo, volviéndose locas entre ellas y con gente extraña, pero eso ya no me importaba, total, me fui dando cuenta que… jamás fueron mis amigas, solo eran compañeras… de fiesta o algo así.
Entre tanto, un día empezaron a planear una salida, con Ana María y Felipe que ya había vuelto y tras volver de Australia, había decidido que quería ser piloto de avión. En la academia de aviación había hecho nuevos amigos y por supuesto, ese sería el nuevo parche para volversen locos.
— Va a estar buenísimo marica —Decía emocionada Ana María.
—Claro que sí, nos toca irnos bien sexis. — Decía Scarlett.
Duraron toda la semana hablando del tema, de como iban a ir, de a donde iban a ir y donde se iban a quedar. El tema la verdad, ya me sabía a cacho.
A la semana siguiente, como era de costumbre, llegaron comentando todo acerca de su fiesta del sábado. Sin embargo, al parecer esta vez, no la habían pasado tan bien.
Scarlett se había acostado con uno de los amigos aviadores de Felipe y para mi gran sorpresa, Julieth hizo lo mismo.
¿En que andaba pensando?, Es decir, como pueden hacerlo tan fácil... como si nada… Yo no lo entiendo. Para mí no es fácil, el estar con un chico en la intimidad.
Tras aquel suceso el ambiente se puso tenso, para mí algo más había pasado en aquella fiesta, pues extrañamente, Ana María estaba distante de Scarlett y eso era más que raro, casi imposible. Además, por razones que no entendía, Ana María había terminado su relación con Felipe, todo por los sucesos de aquel día.
Los días fueron pasando, el ambiente nunca dejó de estar tenso. Las chicas, se miraban una a la otra, pero no se hablaban.
Me alisté para ir a clase de inglés y como me tocaba verla con Ana María, aproveché para preguntar.
—¿Qué es lo que pasa? No entiendo. — Dije suavemente mientras andábamos por el pasillo.
—Si vieras Lucy. —Me contestó ella mientras miraba hacia los lados.
—Scarlett es una mentirosa, ya no puedo confiar en ella, estoy muy enojada. — Me dijo Ana María.
Su comentario me sacó de onda.
Eso no es una novedad, pero… ¿qué le dio a esta?
—¿Por qué dices eso? — Me dio un poco de gracia la ironía de mi pregunta.
—Nada Lucy, no puedo decírtelo, pero solo diré que ya no confío en ella y no quiero verla nunca más. Ni siquiera fue capaz de decirme toda la verdad de lo que había pasado.
Suspiré de nuevo. No sabía ni que pensar, pero obviamente no me iba a poner del lado de nadie. Total, de mi lado nunca estuvo nadie tampoco.
La semana pasó, el ambiente nunca dejó de estar tenso. Ana María no volvió a cruzar palabra con Scarlett, al contrario, extrañamente, se volvió muy amiga mía y quería andar conmigo a todo lado…
Que ironía.
Yo miraba a Scarlett y ella, solo bajaba la mirada. Aunque yo aún no entendía por qué.
Así paso el tiempo; todas distanciadas, por razones desconocidas.
Era viernes en la noche, como ya se había vuelto costumbre para mí, me encontraba en mi casa, haciendo nada. Entonces escuché el timbre de mi celular. Era Ana María.
Fue extraño porque desde todo lo que había pasado con su hermano irónicamente ella había decidido alejarse de mí y hacerse super amiga con Scarlett, así que hace rato no recibía una llamada suya.
Quería que la acompañara de paseo con los amigos de la Academia de aviación de Felipe, entonces decidí ir, pues por un momento me entro la intriga de conocerlos, de conocer a Steven; aquel chico que le gustaba a Scarlett y del que no paraba de hablar en la universidad, además también quería conocer a Sebastián, su acostón.
Llegué al lugar donde había quedado de encontrarme con Ana María y Felipe y de allí nos fuimos hacia un carro donde habían dos chicos y una chica; uno de tes morena, cabello negro y corto y ojos negros, sentado en el volante junto con la chica; de cabello negro también y corto hasta la nuca, y de ojos cafés, de contextura un poco robusta.
El otro chico que parecía inglés, recostado detrás, a quien miré bastante casual mientras me acomodaba y me sentaba.