Estúpida Adolescencia

Ironías

—¡¡Vamos a bailar Lucy!! La vamos a pasar genial, con Felipe y Russel y los demás, dale ¿sí? — Me decía Ana María con insistencia mientras le brillaban los ojos.

—Umm no sé, yo, este… — Empecé a decirle.

—¡¡Dalee Además Russel quiere verte!! — Me interrumpió.

¿Acaso podría ser cierto?                              

—Está bien.

Me puse una pequeña chaqueta color beige, unos jeans y unas botas. Decidí arreglar un poco mi cabello, era un tanto ondulado así que decidí alisarlo, tenía que verme bien, además que me sentía tan presionada con aquellos chicos y sus fortunas…

¿Qué pasaría si supieran que vivo en un cuchitril horrible, sería acaso eso una deshonra?

Llegué al lugar y me encontré con Ana maría, luego empezamos a caminar por una calle que estaba llena de Pubs.

Allí esperamos un rato hasta que llegaran los demás.

Pronto llegó Russell que al llegar me saludó con un beso en la mejilla y luego se fue con sus amigos.

Debo confesar que en ese momento me sentí un tanto ignorada, como… todas las veces que los chicos fueron indiferentes hacia mí, como si no les importase nada.

Luego de aquello llegó Nickie con su ¿Novia?

En realidad, no podía creer que tuviera novia, además era bastante bonita, diría yo que no encajaba mucho con él si habláramos de estereotipos claro…

Pero, a decir verdad, parece que ni la belleza basta, ¿Por qué la engañaba cada que podía?

Cada día entendía menos los actos de los hombres…

La noche pasó un tanto lenta, hablando con gente a quien ni siquiera le sabía el nombre.

Luego de un rato Russell se acercó a mí, terminamos caminando por la calle abrazados.

—Ayy se ven tan lindos — Le podía escuchar decir a Ana María. Yo hacia caso omiso a sus palabras, aunque, a decir verdad, me causaban un poco de gracia y ansiedad al mismo tiempo.

Finalmente entramos a una disco que pintaba bastante bien desde fuera. Nos acomodamos y nos trajeron el trago. A decir verdad, empecé a tomar más de la cuenta.

Russell me sacó a bailar, duramos bailando bastante tiempo y en medio de la música volvió a besar mis labios.

—¿Por qué eres tan linda? — Me preguntó mientras acariciaba mi cara.

Su pregunta me hizo sonrojar, pero supongo que no se notaba por el ambiente en el que estaba.

—Pero claro que no, normal… — Le contesté tratando de disimular mis nervios.

Seguimos hablando un buen rato, de cosas triviales. Entonces recordé que Ana María quería que fuéramos pareja de verdad, ya saben… novios, aunque a mi me parecía un poco apresurado.

No sé porque de un momento para otro empecé a recordar todas las veces que quise a alguien y la manera en que todas esas personas me fallaron, como si yo no valiera nada. Así que me empecé a sentir tan triste y entonces le dije a Russell:

— Es que ustedes los hombres no se toman nada en serio, solo quieren gozar y ya, que uno este por ahí llorando en un rincón, no es justo…

Cuando dije eso Russell se empezó a poner bastante mas serio de lo normal.

— Claro que no, eso no es verdad — Me dijo, pero yo seguí discutiéndole, como si el tuviera la culpa de las cosas que me habían pasado y que me habían roto de una u otra manera.

Esa noche… terminamos discutiendo y el decidió irse… tal vez para siempre... no lo sé…

De pronto la noche se tornó sosa e insípida, me quedé sola en la mesa, viendo como la gente se divertía producto del alcohol.

Tomé un taxi en la calle y me fui a la casa.

Al llegar a la casa, mi padre estaba en el comedor, me miraba furioso.

No entendía la verdad porque estaba en nuestra casa, se supone que nos habíamos mudado a este cuchitril huyendo de el y de su desamor.

—Usted esta borracha?

—Y a usted que le importa?

—No me hable así mocosa

—Pues entonces no me joda, no se meta en lo que no le importa, que si le importáramos nada sería como es…

Inmediatamente vi como mi visión dio un giro de 90 grados hasta la pared.

Me había dado una cachetada. Pero la verdad eso poco me importaba.

Me fui a mi cuarto y me recosté en la cama a llorar. Apenas podía escuchar como insultaba a mi madre, diciéndole que yo era una “vagabunda” y que estaba perdida en la vida, que ella me había dejado perder.

Mi hermana me abrazaba fuerte mientras lloraba conmigo, hasta que juntas nos quedamos dormidas.

Luego de aquella noche, tal como supuse que pasaría, nunca volví a ver a Russell y tras el pasar del tiempo Ana María me confirmó lo que en efecto ya sabía.

—Verás Lucy… Russell… en verdad estaba enamorado de Daniela, se lo ha confesado a todos los amigos de Felipe y ha peleado por su amor. — Terminó de decir con una mueca de tristeza.

No me sorprendieron sus palabras. No sé, quizá por lo que siempre he sido un segundo plato, tal vez por eso ya ni siquiera se me hacía raro que las cosas pasaran de esa manera.

Pero para mi alegría, su desplante no me dolió, ni un poco, no sé, como si ya no tuviera corazón, como si estuviera vacía, pues la verdad es que… ya no sentía nada.

¿Sera que ya estaba empezando a madurar?

 

El tiempo siguió pasando, evidentemente y como era de esperarse, Ana María se empezó a alejar de mí, parece que ya no era lo suficientemente divertida para los amigos de su novio como para mantenerme en su círculo tan selecto.

Sus desplantes me dolían, ¡Oh vaya que sí!, era extraño, yo la quería, pero ella, nunca me correspondió de la misma manera, yo siempre fui su segunda opción, lo cual era irónico, pues parecía que toda persona que yo amasé, independientemente de si era hombre o mujer, nunca me corresponderían igual.

¿Qué acaso era una especie de maldición?

Después de todo lo que había pasado, la vida se tornaba cada vez más estúpida a mi modo de ver las cosas.




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