Estúpida Adolescencia

Malas decisiones

Después de lo que pasó con Scarlett, empecé a fallar seguido a la universidad. A decir verdad, a ninguna de las que aún decían ser mis amigas les importó en realidad y mis padres ni siquiera se daban cuenta de lo que yo hacía o dejaba de hacer.

Tiempo después, mi madre decidió que quería irse de nuevo a otra casa, buscando huir de mi padre, quien no dejaba de acosarla.

Nos fuimos a vivir a otra parte de la ciudad, en una vieja casa. La verdad ya ni siquiera me importaba si vivíamos debajo de un puente o no, total, allí, me sentía tan sola como de costumbre. Tan rota. Tan vacía.

Lo único que medio me mantenía en la realidad, era Jacob, quien, a pesar de mi distanciamiento, se esforzaba de sobremanera por no dejarme sola.

—¿Cuánto tiempo nos quedaremos aquí? — Le pregunté a mi madre mientras cenaba.

—No lo sé, muy poco, tenemos que volver para que sigas yendo a la universidad — Me dijo ella.

—Yo no quiero volver. — Le contesté con seriedad.

—¿Cómo que no? ¿Y la carrera qué? — Me preguntó mientras alzaba una ceja.

—Eso no me gusta… — Insistí.

—Pero tienes que terminar, ya vas por la mitad, que te pasa…

—No me interesa…— Seguí diciendo.

—Vamos a volver para que termines tu universidad y punto.

Me levanté bruscamente de la mesa y me fui a mi cuarto.

¿Por qué me hacía esto? ¿Por qué me obligaba a… dedicarme a algo que evidentemente no me hacía feliz?

Empecé a llorar de impotencia en mi cama. Estaba tan enojada.

No volveré, juro que jamás lo haré.

El celular me empezó a vibrar. Era Jacob.

¿Ahora que quiere?

—Pende estoy en tu casa.

¿En mi casa? ¿Acaso viajo tantos kilómetros solo para verme? Vaya…

Bajé rápidamente, cosa que mi madre no se diera cuenta.

Salí de la casa y lo vi en el parque que quedaba cerca. Estaba haciendo demasiado frío.

Me abrazo como de costumbre, con abrazos largos y un beso en la mejilla.

—¿Hola Pende, como estas? — Me dijo tiernamente.

—Bien ¿por qué? — Le contesté con molestia.

—Andas perdida, ¿te pasa algo?

—¿Que te importa si me pasa algo o no? — Seguí hablándole golpeado.

—Oye, claro que me importa, eres mi mejor amiga, ¿cómo no iba a importarme? — Me dijo mientras cruzaba los brazos.

—¿Mejor amiga? ¿Estás loco?, eso no existe…

—ha ha ya cálmate pende, ¿que tienes? — Me decía medio risueño.

—Es verdad, lo que digo… es en serio… ¿en verdad crees que eres mi amigo? ¿Esas chorradas de mejor amigo?

—¿Como así? — Su cara empezó a cambiar de expresión.

—Es que, tú nunca has sido mi amigo. ¿En verdad te creíste todo eso? ¿Todo lo de ser mejores amigos para siempre y demás? — A él se le empezaron a aguar los ojos, así que empezó a bajar la mirada.

—Ya pende, no entiendo de que estas hablando — Decía mientras trataba de ocultar sus lágrimas.

—Ya deja de llamarme así, nunca has sido nada para mí, todo esto ha sido solo un estúpido juego y ya me cansé de jugarlo… ¿Es que no entiendes? — Seguí diciéndole tan hirientemente que mis propias palabras me atravesaban el corazón.

Pero mi orgullo era más grande.

—Sabes que… solo lárgate… para siempre, vete y déjame en paz.

—Oye… — Decía mientras me agarraba de la mano.

—Y grábate esto bien fuerte en tu memoria… No eres nada para mí, absolutamente nada. ¡Hasta nunca! — Le grité mientras me soltaba.

Volteé y me fui rápidamente para mi casa.

Ese día, le rompí el corazón a la única persona que jamás me hizo daño. Ese día me convertí en todo lo que siempre odié.

Después de aquel suceso, Jacob no volvió a visitarme, ni a hablarme. Y era lógico, me comporté como una verdadera porquería de ser humano. Pero no hallaba la manera, de hablar con él, de disculparme, de retractarme de mis palabras y con el paso de tiempo, solo traté de dejarlo atrás fracasando en el intento.

Lo extrañaba, como nunca imaginé que lo extrañaría, me dolía su ausencia, pero sabía que había roto su corazón. A la única persona que probablemente si me quiso de verdad, en medio de tanta mierda, mentiras y engaños. ¿Le tenía que romper el corazón a él? ¿Precisamente a él?

Yo debía ser la peor persona del mundo. Un completo monstruo. Me daba asco.

 

Pasaron los meses y aunque conseguí aplazar un semestre de la universidad mi madre, seguía empeñada en que yo siguiera estudiando esa porquería que escogieron para mí, como si mis deseos no valieran nada, como si yo fuera un títere…

Así que, entre tanto, sumergida en la soledad y la impotencia tomé una decisión. Me desharía de todo.

Para mis padres a quienes poco les importaba lo que yo quería, sería un alivio el ya no tener que fingir que les importaba mi futuro, tener que pagarme una carrera universitaria que yo odiaba, para ser alguien que por supuesto no quería ser en la vida.

Así que prácticamente, les haría un favor.

Era diciembre, ya casi navidad. Fui a comprar unas cuantas chucherías para mi hermana y mi madre, los empaqué y los dejé debajo del remedo de árbol que había armado con mi pequeña hermana, junto con unas cartas para ambas. Todo el día en eso… Todo el día sola, total a quien le importaba…

Llegando la noche tomé mi ropa y el resto de las cosas que había comprado y fui a darme un baño.

Allí, me quité la ropa y me cepillé el cabello. Saqué la maquina de afeitar que había comprado y le quité la cuchilla de repuesto que traía.

Abrí la ducha de agua caliente y tomé un baño relajante. Empecé a soñar despierta. Soñar que tenía una vida bonita, que estudiaba artes y que tenía amigas, que me amaban y las amaba, soñaba que tenía un padre amoroso, a quien le importaba demasiado como me sintiera, soñaba con tener un novio… que me quisiera… que me viera como si yo fuera lo más preciado del mundo… y por supuesto soñaba que ahí estaba Jake… viendo como un día por fin pude ser feliz y estaba ahí para compartirlo con él.




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