⸞ Emma ⸞
— Estoy detestando a tu padre, Alex.
Esta es la enésima vez que me quejo con mi hermano desde que nuestra conversación comenzó hace dos horas.
No habíamos tenido tiempo de hablar desde que se fue y mi vida andaba un poco revuelta como para concentrarme en extrañar al idiota que se había ido ya hace un mes.
El tiempo pasa volando.
— No es para tanto.
Profesa divertido y lo miro totalmente iracunda.
— ¿No es para tanto, dices? — pregunto histérica — el señor me ha tenido encerrada durante quince días. Me recoge a diario en la escuela y no me deja salir ni a pasear al perro. — Alex me observa evidentemente entretenido. — y para colmo ¡Le puso una maldita reja a mi ventana!
Mi indignación ya sobrepasó la atmósfera terrestre.
Sigo diciendo que está exagerando demasiado.
— Me siento como la maldita princesa cautiva en su castillo y custodiada por un dragón infernal. — Alex se ríe en mi cara. — o peor aún, una prisionera de alcatraz, solo le falta encadenarme a la cama para terminar de convencerme de que tu progenitor se volvió completamente desquiciado.
La estruendosa risa de mi hermano menor me hace gruñir irritada. Yo le estoy contando mis desgracias en tanto él se divierte con mi relato.
Un pésimo hermano.
— ¿Te diviertes con mi desgracia? — le pregunto comenzando a exaltarme.
— Es que enana, solo a ti te pasan estas cosas. — refunfuño de mal humor. — no entiendo como fue que te quedaste dormida con el idiota de mi mejor amigo en un hotel de carretera, mientras mi padre se volvía loco sin saber el paradero de su preciada hija. — su evidente ironía me cae pesada. — eso me recuerdo que debo tener una seria conversación con ese imbécil. — noto como frunce el ceño.
— ¿Qué tendrías que hablar con él? — le reclamo. — te recuerdo que soy mayor de edad y yo no me meto en tu relación con mi mejor amiga.
— Eso es un caso aparte. — me dice exasperado y maldigo entre dientes. — eres mi hermanita menor, y no quiero tener sobrinos por ahora. Si el idiota te embaraza…
— Qué ironía que ese reclamo venga de quien embarazó a su hermana menor.
Apenas le suelto esas palabras se queda mudo y hasta noto su expresión algo avergonzada.
— Bien, no me entrometeré. — habla después de unos segundos. — pero en serio, ten cuidado, enana, y trata de llevar la fiesta en paz con papá, sé que a veces puede parecer un ogro, pero sabes que solo actúa así porque eres su única hija mujer, teme perderte demasiado pronto.
— Soy mayor de edad, Alex. Pronto me iré de casa. — le espeto. — y que actúe como todo un maniático lo único que me produce son ganas de escapar lo más pronto posible de esta cárcel.
Rueda sus ojos apenas me escucha.
— No digas tonterías, no podrías mantenerte sola. — evito mostrar mi cara de indignación ante ese estúpido comentario.
— ¿No crees que me estás subestimando, hermanito? — le reclamo.
— Solo estoy siendo realista. No has trabajado en tu vida, — empieza a enumerarme y aprieto los labios en una fina línea. — no puedes ni siquiera separar la ropa blanca de la de color en la lavadora, no eres alguien que pueda vivir en soledad, necesitas hablar con alguien o de seguro te vuelves loca. Además, ¿De dónde rayos vas a sacar el dinero?
— Lo del trabajo lo puedo arreglar.
Niega exasperado por mis palabras.
— Ni siquiera terminas la preparatoria, Emma. Madura y después hablamos.
Ok, ahora sí me ofendí.
— ¿Y qué me dices de ti? — me cruzo de brazos. — estás al otro lado del mundo porque no sabías qué carajos hacer con tu vida. Huir de tus problemas, yupi. Que maduro de tu parte.
Sus ojos claros me observan con extrema seriedad. Trago saliva.
— Lo lamento, yo…
— Tienes razón, soy un desastre. — exhala masajeándose las sienes. — viajé tan malditamente lejos para descubrir que la carrera que estoy siguiendo no me gusta y que cuando se lo diga a papá va a estallar porque le ha costado una maldita fortuna. — lo escucho algo asombrada. No sabía que su situación estaba tan mal.
Soy una hermana despreciable.
— Alex…
— Y para rematar Madison no me habla. No sé ni siquiera si continuamos juntos o ya encontró a otro chico más genial y sin las malditas dudas existenciales que cargo encima.
— ¿Cómo que no te habla?
Otra cosa que añadir a la lista de cosas que no sé de mi hermano y por consiguiente de mi mejor amiga y que me hacen sentir más rata de lo que ya estaba sintiéndome.
— Hace dos semanas discutimos. — espeta con pesadez. — por una tontería realmente.
Lo miro con una ceja enarcada.
— ¿Una tontería? — inquiero y arruga su entrecejo. — no creo que Mad actúe impulsivamente sin un motivo real para mandarte al carajo estando tan malditamente obsesionada contigo. Hace solo dos semanas ella y yo… hablábamos de ti.