⸞ Emma ⸞
Voy mirando por la ventanilla del auto en movimiento mientras mi padre me lleva a la escuela.
No puedo ni siquiera mirarlo.
Todavía me cuesta creer que haya dejado que mi ex entrara a nuestra casa y exponerme a lo que sea que me hubiera hecho el rubio si Harry no lo detenía.
Quizás estaba exagerando. Por más que odiara a Ethan por todo lo que sucedió entre nosotros, dudo que pueda llegar a lastimarme realmente. Aunque, nunca se sabe. Como dicen por ahí “caras vemos…”
Habían pasado dos días desde ese incidente. No volví a saber nada del rubio ni de mi novio. Todo se había salido de control y no podía evitar sentirme culpable por eso.
Era como si Emma Wilson fuera un imán gigante de problemas.
Uno de ellos, mi quebrantada relación con mi padre.
Si antes no podíamos entablar una conversación sin pelear, ahora era peor. Ya ni siquiera nos dirigíamos la palabra.
O por lo menos yo. Que desde el incidente del sábado y mi indignación por sus acciones, no me molesto en responder a sus preguntas o inclusive su saludo de buenos días.
Sé que no está bien que me encuentre enemistada con mi padre, pero todavía no le encuentro sentido a su comportamiento.
Mi padre siempre ha sido estricto y sobreprotector. Y para rematar, soy su única hija mujer.
Eso lo hace más insoportable.
Quiere hacer de mí una mujer que no soy y no quiero ser.
No me importa equivocarme. Soy todavía una adolescente ¡Maldición!
La vida está llena de altibajos. A veces tomas buenas decisiones, y en otras ocasiones metes la pata.
Pero eso no está mal. De los errores puedes aprender. Ganar experiencia. Sirve como una guía para tomar mejores decisiones en el futuro.
No quiero comportarme como él me lo impone. No quiero actuar como una adulta, madura y responsable, cuando lo único que deseo es vivir mi juventud al máximo.
Quiero seguir viviendo este amor apasionante que tengo al lado del castaño.
Quiero reír y hacer tonterías con mi mejor amiga.
Quiero embriagarme de vez en cuando y hacer el ridículo sin importarme lo que piensen los demás.
Quiero vivir por mí y para mí.
Pero eso es algo que mi padre no entiende, y no quiere aceptar.
Y yo… no estoy dispuesta a seguir discutiéndolo con él. Pronto podré independizarme y él ya no tendrá derecho a decidir sobre mi vida.
Por el momento, solo me queda intentar llevar la fiesta en paz.
Tarea difícil si tu padre es el hombre más terco que existe.
— ¿Hasta cuando harás esto, Emma? — su voz severa corta el silencio dentro del auto. — estás actuando muy infantil ¿Lo sabías?
Aprieto los labios conteniendo mi lengua que muere por decirle un par de cosas.
— No sé qué pretendes que haga. — le digo mirándolo con frialdad. — simplemente, intento llevar la fiesta en paz.
— Me estás ignorando, lo has hecho desde el sábado. — me mira de reojo sin retirar del todo la vista de la carretera. — ¿Es por lo de Ethan?
— No quiero hablar de eso.
Gruño mirando de nuevo a la ventana. Por supuesto que me moría por reclamárselo, pero no quería seguir añadiéndole conflictos a nuestra ya lastimada relación.
Solo quería olvidarlo.
— Necesito que entiendas por qué lo hice. — y aquí vamos. ¿No les dije ya lo terco que era este hombre? — no sé por qué las cosas entre ustedes no funcionaron, pero deberías pensarlo, Ethan es un buen chico, y se nota que le importas mucho…
— ¡Detente!
No puedo contener mi rabia apenas lo escucho decir eso.
Ahora intenta meterme por los ojos a ese idiota, en su falsa idea de que es el chico indicado para mí.
Mi indignación no da para tolerarlo más.
— No puedes buscar emparejarme con alguien que no quiero. ¿Qué te pasa?
— Solo estoy considerando lo mejor para ti. — me dice con reproche y maldigo entre dientes. — Ethan te quiere, si lo intentas estoy seguro de que…
— Papá no sigas. — le digo con el ceño profundamente fruncido. — tú no tienes idea de nada…
— La que no tiene idea eres tú. — me corta y aprieto los dientes. — ese muchachito que tanto defiendes, no es más que un vago y un delincuente, no lo quiero en tu vida.
Me contengo de responderle. Sé lo que busca y es provocarme para que siga estallando. Para que esta pelea sin fin no se detenga.
— ¿No tienes nada que decir ante eso? — sigue molestando y miro mis manos apoyadas sobre mis muslos. Mis uñas se ven terribles, últimamente me las he mordido demasiado. Habito que adopto cuando me encuentro bajo un gran nivel de estrés. — Emma te estoy hablando.
— No seguiré discutiendo el tema de Harry contigo. — lo miro buscando verme lo más serena posible, aunque en el fondo esté ardiendo de la rabia. — entiende que nada de lo que digas o insinúes hará que cambie de opinión. — mi padre hace una mueca de disgusto. — así que ahórrate tus intentos de buscarme pareja, no estamos en el siglo pasado papá, el libre albedrío existe por algo.