Efectivamente, pasó lo previsto.
Parece que se agotó el poeta.
Aunque cada época parece lo mismo
y se repite la treta.
La ciencia, al contrario, sumó belleza;
tú que la juzgaste como una bandida
sin imaginarle su gran delicadeza.
Se murió el poeta y fue al aire
a encontrarse el perfume de su poesía,
unirse a las hojas en su baile
y a la flor en su hipocresía.
El malo prosigue en aquel palacio,
el puerco engorda comiendo su excremento,
pero a las cosas malas es prefacio
una lila en el cemento.
Aquí está, no se ha ido aún.
El grillo sin dormir va, está cantando
un solfeo que nada noches tal que atún
o que pavo caminando.
Hojas en blanco, ¿dónde está el color?
Sigue en la tinta de la calle. Escribiendo
luces y sombras hinchadas de dolor.
Y todo sigue viviendo...
aún no ha muerto la poesía.