El día que yo nací, a la par nacieron
un nombre y un canto solitarios.
El día que yo nací a mi mamá
le nacieron muchas facetas también.
Mi mamá... Sus manos tocaban mi cara.
Luego, me medían el cuerpo y los miembros,
me contaban; me palpaba, ella, las carnes.
Mis manos, llenas de residuos de vida,
nadaban en vida nueva sin compás,
y nacían así mis primeros versos:
"Cantos: Las palabras mías", se llamaban.
El llanto solitario y mano ocupada
se encontraban con sus palmas expertas.
Yo, me aferraba con fuerza a sus dedos,
ella, más que sujetarme mis enfados,
me besaba con aquel silencio suyo.
Lloraba ya desde el día que nací:
leía una suerte acta de iniciación.
Desde ese día me acompañaba
mi mamá en mi llanto, con triste sonrisa,
y leyendo en sangre un poema de amor
por ella escrito, así como este.