Duramos toda la tarde mi madre y yo, sentadas disfrutando del clima y del buen tiempo juntas. La conversación que tuvimos me sirvió para no tener más un muro entre el amor y yo.
Al día siguiente me sentía ya lista para salir, me arreglé y tomé un café para empezar mi día y caminar hasta la cafetería, un refugio para mis angustias y pensamientos que tengo para acomodar y para sentirme en paz conmigo misma. Mientras caminaba, el día se encontraba totalmente tranquilo y una brisa que se sentía de una manera positiva. Después de una agradable caminata ya había llegado a la cafetería y me entusiasme al ver lo que había para ese día, en aquel lugar de las vitrinas podía conseguir cualquier tipo de sabores y combinaciones para empezar a conocer y disfrutar del sabor.
Mientras estaba sentada pensando qué comeré, un chico de piel blanca y ojos claros entraba al lugar y esa persona se trataba de Matteo, su mirada se paseaba por todo el lugar y luego su mirada se había fijado en la mía y con una sonrisa leve se acercaba a mí. Antes no me había fijado en su rostro, tanto, que mis problemas habían tapado mis ojos para no ver más de cerca a las persona que me rodeaban.
¡Rayos!, viene hacia mi y me siento nerviosa, es tan tonto de mi parte, ni sé porqué me siento de esta manera. De ver que cada vez estaba más cerca de mi, mis manos se tornaron frías.
-¡Hola! tenía días sin verte, ¿no deberías estar todavía descansando en tu casa?- Lo dijo de tal forma que su sonrisa se veía más estirada y su entrecejo se había tornado serio y preocupado.
-Hola, si, pero me siento mucho mejor y quería venir a este lugar para sentirme tranquila-. Que tonta, lo mejor que se me pudo ocurrir decir, fue eso estúpido, ahora me siento terrible por haberle contestado de esa manera.
-Oh! ya veo. Espero no interrumpir, y a mi también me gusta este lugar. Tiene un silencio que ayuda a pensar y un exterior grande para disfrutar de la vista- Dijo emocionado cada vez que hablaba del lugar, pero lo notaba tan tranquilo que la conversación era cada vez más cómoda y fácil de llevar.
(Mesero)
-¡Buenos días! bienvenidos a Juan Valdez, ¿Qué desean comer, o prefieren el especial hoy?-
-Buenos días, a mi me da unos pastelillos rellenos y un café de vainilla, ¿Tú que deseas Emily?-
-Lo mismo que él-
(Mesero)
-Muy bien, en 5 minutos la orden de ustedes estará lista , y disfruten de la música-
El mesero al tomar la orden se fue y el sonido de la música quedaba perfecto para llevar mi día, más que la música se trataba de Mozart y algunas notas nuevas que podía percibir. Mi día se estaba tornando muy bien, a parte que tengo buena compañía.
-Emily, ¿Te gustaría ir a caminar luego de comer?- Algo nervioso se noto al preguntar, seguro pensaba que diría que no.
-Sí, me gustaría ir a caminar- dije segura de mi decisión.
-De acuerdo. ¿Te gusta leer?-
-Sí, me encanta, ¿Porqué la pregunta?-
-Porque sigues leyendo el menú de la cafetería jajajaja-
¡Dios! Emily, deja de ser tan torpe y habla con Matteo. (Dijo mi conciencia).
-Jajajaja, es interesante como le sacan los nombres a los postres- Dije consiente de lo que hacia.
-Si, si lo es. Oye, ¿la persona de aquella noche que disparo, es un pariente tuyo?- Dijo curioso.
La verdad si miento y digo que SI, tal vez me ayude a sacarlo del problema, pero si digo que NO, no me ayudara y tampoco creo que lo entienda.
-No, pero es alguien que conozco- Preferí decir la verdad y no empezar a mentir.
-Entiendo. él en este momento lo tienen encerrado hasta llegar al día del juicio, ¿irás ese día?-
-No lo sé, pero quiero ayudarlo- Bajando mi cabeza había contestado.
-¿Y porqué lo quieres ayudar?, sabes muy bien que el cometió un crimen y debe pagarlo-
-Pienso que todos merecemos una segunda oportunidad- Dije segura de mi respuesta, pero noto que él solo asiente con lo que había respondido.
(Mesero)
-Aquí esta el pedido, espero y lo disfruten-
-Gracias- Respondió Matteo.
Comenzamos a comer esos pastelillos rellenos con crema y el fascinante café de vainilla, a cada sorbo y mordisco lo disfrutaba mucho. Tal vez Matteo piense que estoy exagerando las cosas al disfrutar de esta comida, pero lo que no sabe es de las veces que me ha tocado entender o aprender a saber vivir. en muchas de mis vidas he aprendido a valorar muchas cosas, como: La familia, la amistad, los sentidos, la vida, el amor y la comida, entre muchas cosas más. Muchas personas vivimos y aprendemos a vivir la vida de distintas maneras, distintas formas de vestir, distintas formas de hablar, distintas formas de pensar, distintas formas de comer, distintas formas de amar, entre muchas cosas más. Muchos creen en Dioses y otros en un solo Dios, tenemos también la diferencia en que otros pueden comer y otros no, otros vestir y otros no pueden hacerlo. Muchos creen que por lo que tienen es porque se lo merecen y me refiero al gusto de saberlas agradecer. Mis vidas han pasado por momentos difíciles donde en la mesa no había de qué comer, y los padres por no ver aguantar de hambre a los hijos, dicen: "No tengo hambre, come tú" cuando la realidad es otra y sienten el deseo de comer por lo menos un pan o un grano de maíz, en partes del mundo muchas escenas como estas son casi todos los días. Al escribir sobre el hambre en el mundo me viene a la cabeza el famoso microrrelato del escritor centroamericano Augusto Monterroso. Seguro que ustedes lo recuerdan, ese que dice: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Esto le pasa exactamente a casi 800 millones de personas con el hambre en el mundo, que todos los días se acuestan con él y, cuando despiertan, el hambre sigue allí, a su lado. Entre estos 800 millones de personas, hay 300 que son menores de edad.
No creo que haya ninguna persona que esté a favor. Si preguntásemos uno a uno a todos los habitantes del planeta sobre cuáles son las cosas que eliminarían de la faz de la tierra, el hambre en el mundo sería, sin lugar a dudas, una de ellas. Sin embargo, disponiendo de la capacidad tecnológica para producir y distribuir el doble de la comida necesaria para alimentar a toda la población mundial, 1 de cada 8 personas siguen padeciendo hambre y enfermedades relacionadas con la mala o escasa alimentación. Dejamos que las pequeñas cosas se vayan de nuestras manos, ciegos nos ponemos ante eso por ver o tener como prioridad nuestra estabilidad, el agradecer es muy importante, también, de darle ayuda a aquel que desea ayuda y no compasión.