Actualidad
Portland, Amberley.
Odio la lluvia, es un momento perturbador que me ha perseguido desde que era una niña, y en este pequeño pueblo con estructuras de piedra solo me hace pensar en penumbras y fantasmas, mismos que me han quitado el sueño hace once meses, yo le llamo fantasmas a los recuerdos de aquel día donde perdí a mis padres, ese sentimiento de culpa no me deja dormir, mi ignorancia, rebeldía y desobediencia me dieron una gran patada en el culo esa noche.
Y cambiaría mi alma misma para volver a ese día y pensar mejor las cosas.
Durante once meses nuestros Tíos nos alojaron en su casa mientras buscábamos un familiar lo más cercano a nuestros padres. Dimos con la madre de mi padre, una anciana de unos setenta y nueve años que vive en un pueblo antiguo que huele a humedad, tierra mojada y la gente parece haberse quedado atrapada en los tiempos de salem.
Y no solo eso, su casa estaba situada en una cumbre terrorífica, con un camino un poco inclinado que lleva a las puertas de aquella casa grande que parecía mantenerse en pie por la gracia de Dios.
–En invierno la laguna se congela, será perfecto para patinar, la escuela es bastante grande, tiene biblioteca. Hay un pequeño paseo comercial, hay una fuente enorme en el centro del pueblo con un arcángel, a media hora hay un muelle con una feria permanente, tienen todo tipo de juegos mecánicos, incluso billar. –choca su hombro con él mio dandome entusiasmos para que cambie mi opinión horrible sobre este lugar.
Hardin ha intentando que vuelva a sonreír, desde hace once meses ha hecho todo lo posible para que no me encierre en la habitación a leer la saga de harry potter una y otra vez, quiere llevarme a todos lados para que me distraiga, pero mi respuesta siempre es No y aun así no se rinde, y es muy egoista de mi parte, porque Hardin ha sostenido mi dolor y lo ha apaciguado, estaba allí para mí, mientras que él tuvo que sanar completamente solo.
–¿Cómo crees que se vea? Siento que se verá igual que Cruela o como Úrsula.
–Mientras viva hasta que cumplamos 18, sinceramente no me importa su aspecto. –dice inclinándose para ver la casa –¿Crees que soporte nuestro peso?
–Probablemente la cumbre nos trague junto con la casa. – me mira y nos reinos.
Nos paramos frente a la puerta con las maletas en la mano, nos peleamos por llamar al timbre y al final Hardin por ser el mayor le cedí llamar a la puerta, como si los mismos ángeles anunciaran nuestra llegada, un coro religioso resonó en la casa.
No pude evitar la risa de solo imaginarme con qué clase de anciana loca nos habían enviado, me aferré al brazo de mi hermano mientras los pasos se apresuraban en la madera vieja.
–Adelante, por favor. –una mujer de cabello corto rojo y traje de mucama celeste nos abrió la puerta –Yo entraré su equipaje.
–Gracias –decimos al unísono, a ella le sorprendió bastante, pero nosotros tenemos esa conexión de decir frases o palabras al mismo tiempo, cosa de gemelos.
–¡Señora Judith! Sus nietos han llegado. –anuncia la mucama– Soy Abigail, soy ama de llaves de esta casa, sean bienvenidos–la mujer pasó de nosotros con las maletas subiendo las escaleras que al parecer se ven firmes.
–Tengo escalofríos.
–Sí, yo también sentí la corriente de helada, no quiero imaginar esta casa en invierno. - digo mientras miro curiosa los alrededores. Observo el techo, los candelabros en los pilares de la pared, fotografías de un hombre en cuadro, y muchas, muchas imágenes religiosas. –¿Por qué hay tantos santos y virgenes?
–¿No pusiste atención cuando leí sobre este pueblo?
–Harry tenía cosas más interesantes que contarme – le digo refiriéndome a los libros –¿Que dicen del pueblo, hermanito?
–Fanáticos religiosos, no te sorprendas si al llegar al colegio conoces a muchas María, Abigail, Lilith, Eva, Evangeline, José, Teresa, Gabriel, Jesús.
–¿Me nombraras a todos los de la biblia? –me quejo –¿Nuestro colegio es religioso?
–Mucho, con capilla incluida. Es alucinante, mira esto. –me giro para observar la imagen de un cristo enorme en la pared, como esos de la iglesia.
–Hola. –ahogó un grito dando un paso atrás y llevando mi mano al pecho. Hardin se coloca a mi lado, casi detrás de mí. –¿Hardin y…
–Adriel. –respondo mirándola fijamente ya que sus ojos se posan en mi collar. –Usted…
–Que lindo collar ¿donde lo compraste?
–Lo encontré en la granja. –digo apartando la mano de mi pecho –¿Señora Judith?
–Sí, soy yo, su abuela, es una lastima que Josh no haya querido que ustedes formaran parte de mi vida. –miro a Hardin –Tendrá sus razones, al final terminaron conmigo.
–Si no es mucho atrevimiento ¿qué edad tiene? según la corte usted debería tener 79 años, pero parece de cincuenta y cinco.
–Dicen que los años no pasan en este pueblo. –ella sonríe –Bienvenidos a Amberley ¿Ya conocieron a Abby?
–Sí –decimos al unísono a lo que ella se sorprende con una risa.