Eterna " El retrato de Rose Castillan"

Huelo tu alma sucia

Segundos después de haber acabado las clases había comenzado a lloviznar lo que indicaba que vendría una fuerte tempestad. Lo más seguro es que sea durante la noche como siempre pasaba en Salas.

Nilo se había percatado que estos últimos días el clima estaba extraño, ayer luego de regresar a su cama escuchó como los perros ladraban desesperados y en la mañana vio como aves arrancaron del bosque atemorizados.

Su papá le explicó que lo más probable es que se presenciase un sismo de mediana magnitud debido a que las placas terrestres se han estado moviendo estos últimos días, pero Nilo no quedó conforme con aquella respuesta, sentía que había algo más.

Hoy caminaría sola a su hogar, Irene al terminar temprano sus clases decidió ir a casa de su mejor amiga Antonia hasta que Alan pase por ella puesto que odia la lluvia.

– Si mamá no tuviera que trabajar no hubiera dejado ir a Irene, es más la habría castigado por tomar decisiones sin pedir permiso – se dijo a si misma sacando su celular para mandarle un texto a su hermano pidiéndole que pase por ella, el único inconveniente, Benjamín lo tenía apagado.

No era la primera vez que volvía sola a casa, pero hoy se sentía insegura. Algo la tenía inquieta.

Su marcha camino a casa era rápida e inestable ya que cada vez que echaba un vistazo a su alrededor por sentir como alguien la seguía tropezaba con alguna hendidura de la calle. Si bien no veía a nadie al interrumpir su paso, estaba segura que al reanudar su trote algo caminaba junto a ella.

Aceleró su caminata hasta que cerca de un sombrío callejón escuchó un escalofriante susurro que la detuvo. No tenía control sobre su cuerpo, estaba paralizada. Siguió mirando por el callejón y aún así no distinguía nada, sólo veía oscuridad y olía una hedionda mezcla de vinagre y a huevo podrido.

Gracias a una botella que rodó hasta sus pies olvido la idea de vomitar que rondaba por su mente.

“Huelo tu alma sucia” Nilo escuchó un susurro o más bien un gruñido que le ocasionó un escalofrió en todo su cuerpo

Alzó su mirada de la botella topándose con unos enormes ojos rojos que debido a la oscuridad era lo que más deslumbraba en ese callejón. Su cordura tomo control de su cuerpo incitando a que corriera lo que más resistieran sus pies.

Cada vez que volteaba a mirar que la perseguía, su cabello se adhería a su rostro entorpeciendo su visión, lo sentía cerca de ella y eso la mantenía aterrada. Por desgracia tropezó lacerándose las rodillas, al intentar levantarse una mano carbonizada de la que salían largas garras podridas se incrusto en su muslo hiriéndola.

Cuando pretendía defenderse de la criatura de terroríficos ojos rojos, el sonido de un claxon la sobresaltó y esa entidad se esfumó sin dejar rastro alguno.

Nilo aún en el suelo observo detenidamente a su alrededor, autos pasaban y personas corrían de un lado a otro para cubrirse de la intensa llovizna que había comenzado. Nada fuera de lo normal, o peor, nadie vio como un monstruo la atacaba porque eso no era humano, pensó Nilo.

Su corazón palpitaba rápido tal como el dolor de su herida se intensificaba, en su pantalón había una mancha de sangre con una tonalidad opaca aumentando a tal punto de cubrir la mayor parte del muslo. Sólo quedaba una vuelta para llegar a su casa, levantándose con dificultad del suelo cojeó apresurada hasta la puerta de la entrada. No había nadie en esos instantes justo como sospecho Nilo.

Debido a su cuerpo tembloroso originado por el frio y el dolor que aún sentía le era imposible introducir la llave en la cerradura, luego de dos intento fallidos logró abrir y se dejo caer ya dentro de la casa.

El constante martirio que avanzaba por su cuerpo estaba llegando a tal punto de volverse intolerable. Dificultosamente cerró la puerta con su pie y se arrastro hasta el sillón más cercano, rasgo el pantalón en la zona herida divisando tres garras marcadas en su pálida piel. Estaba infectado eso lo sabía gracias a su madre, una enfermera.

Tocó la viscosidad negra que brotaba sin parar de la herida a la vez que un olor a muerto se hacía presente en el comedor.

– Leonora…– Recordó Nilo a la chica de su sueño

Puesto que era la misma viscosidad que Leonora votaba de su boca y se dejaba ver en sus venas. Necesitaba levantarse del suelo, sin embargo sus débiles piernas no la sostenían, sentía como quemaba, como si le prendieran fuego en la herida y este corría por sus venas sin pensar en detenerse.

Lagrimas cayeron de sus ojos mientras que soltaba alaridos, ya no lo resistía, comprimió la herida con ambas manos para detener el dolor y cerró los ojos esperando lo peor. La viscosidad al acumularse en la parte afectada comenzó a escurrir por su pierna al mismo tiempo que la hediondez se hacía cada vez más fuerte hasta que en un momento dejo de sentir tal sufrimiento. Solo diferenciaba un ardor tolerable, era inigualable a la dolencia que sintió segundos atrás.

Sus manos ahora se encontraban manchadas con ese espesor negro, las limpio en su ropa para sacar el celular del bolsillo de su pantalón. Benjamín tenía el celular apagado justo cuando más lo necesitaba y no podía llamar a su madre ya que al estar en el hospital mantenía su celular en silencio. Su padre ya era otra cosa jamás contestaba su celular y a la mínima oportunidad lo perdía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.