Capítulo 3
El día de su graduación se acercaba a pasos apresurados, los constantes trabajos que debía presentar, sus prácticas de danza y aplicar los últimos detalles a su vestuario hacía que el tiempo se escapara entre sus dedos. Jimin no se encontró mucho con Taehyung, viéndose únicamente en el cuarto cuando los dos llegaban demasiado cansados para entablar una conversación. En ocasiones Jimin lo observaba llegar con una mancha de pintura nueva en su ropa, rostro o cabello, un hábito que Taehyung había adquirido desde que comenzó a pintar años atrás. No volvieron a mencionar sobre sus temores de ser devueltos, a Jimin por muy confidente que pareciera le consumía la duda y la inseguridad especialmente cuando ensayaban todos juntos. Mientras él podía bailar bien y hacer los pasos correctos se preguntó si tanto esfuerzo al final valdría la pena. Serían elegidos por alguien y estarían sus servicios fielmente hasta que se cansen de ellos y si tenían suerte encontraban a otra persona a quien servir. A eso se resumía sus vidas. No podía negar que compartía el entusiasmo de exhibir su presentación frente a gente que nunca había conocido, pero tampoco podía ni quería ignorar su realidad, el escape de un lugar para encadenarse a otro.
La ceremonia en sí consistía en un gran despliegue de las perfectas habilidades que han aprendido en la academia, en su caso enfocado al arte. Una noche seria exclusiva de danzas, la siguiente de teatro y la última más esperada era la de canto. Se llevaba a cabo en un salón de eventos al cual ningún alumno había tenido acceso antes, la invitación por su parte llegaba a cualquiera que estuviera dispuesto a pagar cierta suma de dinero para retirar a sus futuros "sirvientes”. Una vez elegidos los jóvenes eran considerados ciudadanos, pero con estrictas restricciones y prácticamente derechos nulos. Jimin recordó que en una tarde libre se había puesto a analizar todas las leyes que hablaran sobre ellos con un libro de constitución que había prestado, sólo para saber si había algo que pudiera usar, alguna mísera resolución que le permitiera ayudar a Taehyung si algo saliera mal. Horas después, no había encontrado nada. Esa noche, con lágrimas de frustración en sus ojos no pudo evitar rogar que ambos de ellos sobrevivirían lo suficiente.
Jimin advirtió una rotura en su vestuario, el lienzo era tan delicado entre sus ásperas manos que lo coció con cuidado tratando a la vez de ocultar los trazos. Tal vez sus ropas no fueran tan bonitas o extravagantes como el resto, pero había trabajo un considerable tiempo por ellas.
—Quedó hermoso. —Taehyung lo elogió, echando un vistazo al maniquí con el vestuario puesto.
—No sabes cuánto sufrí diseñándolo. —Jimin alzó las manos en alto para reforzar su punto, tenía tiritas cubriendo la mayoría de sus dedos. —Ese maldito pegamento sólo funciona caliente.
—Ningún otro pegamento funcionó para pegar los cristales? —Taehyung levantó una ceja. Jimin se encogió los hombros.
—Fue el único que secaba rápido. Aunque sea valió la pena y no voy a terminar haciendo el ridículo.
—Bien... al menos ya no vas vestido de pollo —Taehyung le recordó, conteniendo una risa.
Jimin había pensado en pegar plumas a su vestuario, en su imaginación quedaba perfecto, pero en la práctica acabó desastroso. Taehyung había reído por semanas.
—Cállate Tae. Fue mi primer intento. —murmuró Jimin avergonzado de esa monstruosidad. —Además tu actuaste como un gallo en una obra en primero, aunque debo admitir que te fue mejor que aquella vez cuando te dieron el papel de árbol. —esta vez fue su turno de reír.
Taehyung se tapó la cara con las manos, esta vez riéndose a carcajadas. Cuando por fin pudo hablar tenía lágrimas en sus ojos.
—Ay Jimin... No me recuerdes lo del árbol, se supone que debía estar serio, pero justo te sentaste donde podía verte aguantando la risa y no pude parar de reírme.
—Es que estabas intentando tan duro y el disfraz era tan feo...—Jimin se defendió, sonriendo inocentemente hacia Taehyung.
—La profesora de Teatro se enojó tanto, me dijo que no estaba tomando en serio su obra.
—Tae, esa mujer se quejaba de todo. No sé cómo aprobé teatro con ella. —Jimin recuerda todas las veces que lo hizo repetir una escena solo porque no la llenaba.
—Bueno... De todas formas, así comenzó mi carrera al estrellato. —Taehyung baja su tono a uno más grave, fingiendo estar en una película.
—Ti contribuyó a mi estrellato. —bromeo Taehyung. Riéndose Jimin le recordó más cosas vergonzosas y en ese ambiente ligero pasaron unas horas juntos antes de que cada uno partiera a cumplir con sus prácticas.
La noche antes de la presentación Jimin no podía conciliar el sueño, acabó observando el pedazo de cielo que se vislumbraba por la ventana.
—Jimin?
—Sí?
—Tú tampoco puedes dormir?—Taehyung solía dormir en exceso especialmente estas últimas semanas de poco descanso, era una tarea difícil despertarlo, a excepción de las noches en donde sus pesadillas se volvían insoportables, en ese tipo de noches Jimin distraía con cualquier ocurrencia a Taehyung hasta que esté volvía a dormirse.
—No. Sigo repitiendo los pasos en mi cabeza.
—Me pasa lo mismo con los diálogos. No quiero olvidarme de nada. Estaba cansado hace un rato, pero ahora es como si hubiera tomado dos litros de café. —Taehyung estiró su entero cuerpo, al hacerlo sus talones quedaron sobrando fuera de la cama.
Taehyung rió un poco antes de cambiar de tema.
—Jimin... Crees que nos va ir bien? —la incertidumbre eran un reflejo de los de su compañero, tal vez de todos los residentes.
—Si...—Jimin fingió seguridad. Uno de ellos tenía que hacerlo. —Que podría salir mal Tae, vivimos y aprendimos todo lo que debíamos para este momento. Estamos bien entrenados. —en la oscuridad del cuarto escucho a Taehyung suspirar temblorosamente.
—Piensas que nos vamos a volver a ver Jimin...
—Si tú no te olvidas de mi primero, voy a buscar hasta el mismísimo comandante para encontrarte. Te lo juro. —Eso saco una risita a Taehyung. Tal vez creyese que se trataba de una broma tonta, pero Jimin lo decía en serio. —Duerme ya Tae, mañana será un día largo.
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—Jimin, listo? Al escenario. — aturdido por la rapidez en que las luces se movían subió hasta colocarse en su posición. Todavía oculto tras el gran telón rojo, analizó como este sería su único y último espectáculo frente a tanta gente, y que por ello debía ser perfecto.
El telón subió y el mundo se convirtió en un borroso y lejano objeto, su ser se había dado a la música y manifestarla a través de su cuerpo era su objetivo. Su presentación fue de 4 minutos, no tenía comparación con una obra completa, pero Jimin trato de expresar lo que con años de practica había aprendido y a la vez denotar la pasión imposible de aprender más no de sentir. A la melodía de The Swan, Jimin clamó sin palabras el dulce anhelo por una vida que no podría tener.
Al término de la melodía el vacío lo consumió. El peso de toda su vida se resumía a ese momento, el único instante donde sentiría la grandeza de ser aplaudido haciendo lo que más amaba, respirando sus últimos sorbos de libertad.
—Jimin estuviste increíble! —algunos aplausos sonaron en el camerino, otros simplemente a sintieron a su paso como señal de respeto o lo observaban distantes más enfocados en sí mismos.
—Nadie despegó la vista de tu presentación!
—No esperaba algo tan bello honestamente.
Recibió tantos halagos que no los pudo agradecer adecuadamente, abrumado tuvo que salir con la excusa de ir al baño. Salió prácticamente corriendo sin saber hacia dónde dirigirse. El teatro era enorme, cálido y exquisitamente elegante, con cada detalle específicamente puesto para llamar la atención y pinturas cuyos autores le eran totalmente desconocidos a Jimin. Se detuvo frente a un retrato, unos indiferentes ojos como la misma noche le llamaron la atención. "Min Yoongi Hijo" se leía abajo, Jimin sabía quién era, todos estaban obligados a hacerlo puesto que era su nuevo mandatario.
—Jimin?
—Si, soy yo. —La voz que lo sobresalto del susto no pertenecía a nadie que Jimin conociera. Al dar la vuelta lo primero que noto fueron sus pulcras y delicadas ropas y supo al instante que aquel desconocido era parte del público. —Disculpe señor, la función todavía está en marcha. Si se perdió, le puedo dirigir de vuelta a...
—No. Venía a felicitarte. Soy Jeon Jungkook mucho gusto. —Jimin aceptó la mano que le ofreció y observándolo con más detenimiento advirtió con sorpresa que se trataba de alguien de la misma edad o más joven que él.
—oh, igualmente señor.
—No es necesario formalismos, soy prácticamente de tu edad. Eso creo. —Jungkook le brindó una pequeña sonrisa, tenía los dientes delanteros un poco grandes lo que le daba cierto aire infantil que dejaba un gran contraste con su altura y su tamaño en general. Era atractivo, simétrico. Jimin no se dio el lujo de pensar en ese hecho.
—Supongo... —Jimin no debería bajo ninguna circunstancia olvidar formalismos, aún menos en un lugar donde cualquiera podía oírlos. Especialmente con uno que no ha sido reclamado por nadie todavía, las reglas eran bastante estrictas, una vez electos en cambio serían cualquier cosa que haga felices a los señores. Su vida era y dependía de ellos pese a todo.
—Probablemente te lo han dicho ya muchas veces. Pero de verdad nunca había visto tanta emoción en una presentación.
—Gracias por sus amables palabras. —respondió Jimin con cortesía a la par que dio una pequeña reverencia.
—Te pareceria gracioso si te dijera que hasta me dieron ganas de bailar con solo verte. —otra sonrisa, pero con un tinte más triste apareció en su rostro. Pero duró sólo unos segundos, impidiendo a Jimin percatarse de ello.
—Para nada, al contrario, es un placer para cualquier bailarín que su baile logre llegar al público. —Jimin le dio una sincera sonrisa.
Mientras Jungkook asentía como si comprendiera a lo que Jimin se refería se percató de las pinturas, sus ojos también se detuvieron en el único retrato del pasillo.
—No sabía que tenían un retrato del comandante Min. —Jungkook se acercó a la pintura, sus pasos suaves y firmes eran casi imperceptibles sobre la mullida alfombra. —Mmm creo que ya se abolió la ley que obligaba tener retratos de la familia real en instituciones públicas, pero supongo que nunca sacaron esta.
Jimin tenía escasos conocimientos sobre historia, siempre les habían omitido demasiadas cosas y los libros que hablaran sobre ella estaban prohibidos. El pasado para ellos era prácticamente inexistente o contada a grandes rasgos que dejaban más preguntas que respuestas. El mundo había sido utópico describían maestros con monotonía, viviendo en perfecta armonía hasta la pandemia, sobre esta última poco dicen. Nadie sería un científico después de todo, ¿para qué molestarse?, sólo contaban los horrores que traía consigo, mutaciones y muertes dolorosas. Mostraban fotos de algunos cuerpos, más como una amenaza de lo que una expulsión del instituto constituía, un futuro que era suyo pero que ellos cambiaron.
—Jimin, no quiero comprometerte a nada. ¿Pero me gustaría volver a verte? —Jungkook volvió a encararlo, una rara expresión en su rostro que Jimin percibió. La sonrisa un poco más tensa, el tono de voz apresurado.
Jimin mentiría si dijera que esa declaración no lo sorprendió. Busco las palabras correctas para decir, términos que había practicado una y otra vez de diferentes formas. Al final quedaron un poco extrañas, pero el mensaje era claro.
–Estoy gratamente a su servicio si usted quiere. Soy 1387 del área B —Jimin volvió a su formalidad, recordando el verdadero propósito que los había conducido hasta allí a ambos. No volvió a repetir su propio nombre, Jungkook ya lo sabía y tampoco importaba, en los registros oficiales era un número más.
Asintiendo complacido Jungkook dijo:
—No quiero robarte más de tu tiempo, disfruta el resto del espectáculo y hasta pronto Jimin. —Tan espontáneamente como vino, Jungkook se marchó, sus ojos desviándose una última vez hacia la pintura antes de desaparecer por el corredor.
Jimin suspiro, al menos parece amable pensó.