Eternal nights

El comienzo de una amenaza

Kai abrió lentamente los ojos, sus profundos y oscuros ojos rojos encontrándose con los de Mihaela. —¿Qué ha pasado? —preguntó, su voz débil pero curiosa.

Mihaela sonrió suavemente, aliviada de verlo consciente. —Ganamos la batalla. El clan Sombra Eterna ha sido derrotado. Ahora puedes descansar y recuperarte sin preocupaciones.

Kai asintió, sus ojos llenos de gratitud. —Gracias, Mihaela. No sé cómo agradecerte lo suficiente por salvarme.

—No tienes que agradecerme —respondió Mihaela, su voz suave—. Lo importante es que estás vivo y que podemos ayudarte a recuperarte.

En ese momento, la puerta de la sala se abrió y Andreea entró, su armadura manchada de sangre pero su expresión llena de determinación. —Mihaela, ¿cómo está el herido?

—Está mejorando —respondió Mihaela, levantándose para abrazar a su amiga—. Gracias a la sangre de Lucius, está recuperándose.

Andreea asintió, su mirada llena de orgullo. —Me alegra escuchar eso. La batalla fue dura, pero logramos prevalecer. Ahora debemos asegurarnos de que todos los heridos reciban el cuidado que necesitan.

Mihaela asintió, sintiendo una oleada de gratitud por la valentía y el apoyo de Andreea. —Gracias por todo, Andreea. No sé qué haríamos sin ti.

Andreea sonrió, su mirada suave. —Somos un equipo, Mihaela. Siempre estaremos aquí el uno para el otro.

Mientras las dos amigas hablaban, Lucius, Nicolae y Noah entraron en la sala, sus expresiones serias pero aliviadas. —La batalla ha terminado, pero aún tenemos mucho trabajo por delante —dijo Lucius, su voz firme—. Debemos asegurarnos de que el clan Sombra Eterna no vuelva a ser una amenaza.

Nicolae asintió, su mirada fija en Mihaela. —Y debemos proteger a aquellos que han sido heridos. El herido necesita tiempo para recuperarse, pero con nuestro apoyo, saldrá adelante.

Noah se acercó a Mihaela, su expresión llena de preocupación. —¿Estás bien? Sé que ha sido un día difícil para todos nosotros.

Mihaela asintió, su mirada suave. —Estoy bien, Noah. Gracias por preocuparte. Ahora debemos concentrarnos en cuidar a los heridos y reconstruir lo que el clan Sombra Eterna intentó destruir.

Con una determinación renovada, el clan Sangre Nocturna se unió para cuidar a los heridos y planificar su futuro.

Mihaela, al lado de Kai, se permitió un momento de tranquilidad, sabiendo que habían dado un paso importante hacia un futuro más seguro para todos. Sentía que podían superar cualquier adversidad y proteger a aquellos que amaban.

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Los días siguientes a la batalla fueron un torbellino de actividad en el castillo del clan Sangre Nocturna. Los guerreros heridos recibían atención médica, y los líderes del clan trabajaban incansablemente para asegurar que el clan Sombra Eterna no volviera a ser una amenaza. Mihaela se dedicaba a cuidar de Kai, asegurándose de que su recuperación fuera lo más rápida y completa posible.

Kai, aunque aún débil, mostraba signos de mejoría cada día. Sus ojos rojos, tan profundos y oscuros, seguían a Mihaela con gratitud y curiosidad. —¿Cómo está el clan? —preguntó un día, su voz más fuerte que antes.

Mihaela sonrió, aliviada de ver su progreso. —Estamos reconstruyendo y cuidando de los heridos. La batalla fue dura, pero salimos victoriosos. Ahora estamos más unidos que nunca.

Kai asintió, su mirada seria. —Quiero ayudar. No puedo quedarme aquí sin hacer nada mientras todos trabajan tan duro.

—Primero necesitas recuperarte completamente —respondió Mihaela, su voz suave pero firme—. Hay tiempo para todo, y tu salud es lo más importante ahora.

Mientras tanto, Lucius, Nicolae, Noah y Andreea trabajaban juntos para fortalecer las defensas del clan y planificar su próximo movimiento. En una reunión en la sala del trono, discutían las estrategias para asegurar la paz y proteger a los humanos.

—Debemos estar vigilantes —dijo Lucius, su voz firme—. Aunque hemos derrotado al clan Sombra Eterna, no podemos bajar la guardia. Hay otros peligros ahí fuera.

Nicolae asintió, su expresión seria. —Estoy de acuerdo. Debemos fortalecer nuestras alianzas con otros clanes y asegurarnos de que todos estén preparados para cualquier eventualidad.

Noah, ofreció su apoyo. —Puedo usar mis habilidades para patrullar los límites de nuestro territorio. Si detecto alguna amenaza, podremos actuar rápidamente.

Andreea, siempre valiente y decidida, añadió. —También debemos entrenar a nuestros guerreros. La batalla nos ha mostrado que debemos estar siempre preparados para luchar.

Con tantos siglos en paz, sin ningún obstáculo que pasar. El clan Sangre Nocturna se despistó con sus deberes de entrenamiento a los nuevos integrantes vampiros.

Lucius asintió, satisfecho con las propuestas. —Entonces, eso haremos. Trabajaremos juntos para asegurar la paz y proteger a aquellos que amamos.

De vuelta en la sala donde Kai descansaba, Mihaela se sentó a su lado, observando cómo su respiración se volvía más fuerte y regular. Sabía que la recuperación de Kai era un símbolo de esperanza para todos ellos. Con cada día que pasaba, sentía que estaban más cerca de un futuro seguro y pacífico.

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Los días pasaban y Kai continuaba recuperándose bajo el cuidado atento de Mihaela. Cada día que pasaba, la conexión entre ellos se hacía más fuerte. Mihaela no podía evitar sentirse atraída por la intensidad y la profundidad de los ojos rojos de Kai, y la gratitud y admiración que él mostraba hacia ella solo fortalecían ese vínculo.

Una tarde, mientras Mihaela cambiaba las vendas de Kai, sus manos se rozaron accidentalmente. Ambos se quedaron quietos por un momento, sus miradas encontrándose.

—Gracias por todo lo que has hecho por mí —dijo Kai, su voz suave pero llena de emoción.

Mihaela sonrió, sintiendo un calor en su pecho. —No tienes que agradecerme, Kai. Estoy feliz de poder ayudarte.

Kai la miró con una intensidad que hizo que el corazón de Mihaela latiera más rápido.




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