Selene siempre había sido una criatura de la oscuridad, una vampira que disfrutaba del poder y la sensación de superioridad que le daba cazar humanos. Sin embargo, en el clan de Lucius, el rey vampiro, matar humanos estaba estrictamente prohibido. Los vampiros podían alimentarse de ellos, pero nunca hasta el punto de matarlos. Selene, con su cabello dorado y sus ojos rojos penetrantes, era una belleza única, pero su corazón estaba lleno de oscuridad y deseos prohibidos.
Durante un viaje a una aldea humana, Selene conoció a Noah, un vampiro que servía como diplomático. Noah era diferente a cualquier otro vampiro que Selene hubiera conocido. Su presencia la fascinaba, y pronto se encontró deseando estar cerca de él. Sin embargo, Noah ya tenía una pareja, Mihaela, una vampira poderosa y hermosa que despertaba en Selene una profunda rabia y celos.
Una noche, mientras Selene vagaba frustrada por el bosque, se encontró con una entidad conocida como la Sombra. La Sombra le ofreció un trato: si Selene le ayudaba a capturar a Mihaela, él haría que Noah se olvidara de ella y fuera completamente suyo. Desesperada por tener a Noah, Selene aceptó el trato y comenzó a tramar un plan para traicionar a Mihaela.
Selene se unió a un clan de vampiros que estaban bajo el tratado del rey Lucius, el gemelo de Mihaela.
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Selene se acercó a Noah y lo abrazó por la espalda, susurrándole al oído con una voz suave y seductora.
—Vamos a seguir la fiesta en nuestra habitación—dijo, tratando de atraer su atención.
Noah, con la mirada aún clavada en Mihaela y Kai, sintió una mezcla de celos y frustración. Sin embargo, la cercanía de Selene y su propuesta le ofrecieron una distracción bienvenida.
—Está bien—respondió Noah, accediendo a la petición de Selene.
Selene sonrió, ocultando sus verdaderas intenciones, y tomó la mano de Noah, guiándolo fuera del gran salón. Mientras caminaban por los pasillos del castillo, Selene no podía evitar sentir una punzada de culpa, pero su determinación de eliminar a Mihaela era más fuerte.
Al llegar a su habitación, Selene cerró la puerta detrás de ellos y se volvió hacia Noah, tratando de mantener la fachada de normalidad.
—Necesitaba un momento a solas contigo—dijo, acercándose a él y acariciando su rostro.
Noah, aunque aún distraído por sus pensamientos sobre Mihaela, trató de concentrarse en Selene. Sabía que debía dejar de lado sus celos y enfocarse en el presente.
—Lo sé, Selene. Lo siento, he estado distraído—dijo Noah, tratando de sonreír.
Selene lo abrazó, ocultando su rostro en su pecho, mientras sus pensamientos se centraban en su plan. Sabía que debía actuar pronto, pero por ahora, necesitaba mantener a Noah cerca y bajo control.
Selene se dejó caer pesadamente sobre la cama, sus ojos brillando con anticipación. Noah se acercó, su corazón latiendo con fuerza.
La habitación, sumida en una penumbra tenue, acentuaba la intimidad del momento. Con movimientos suaves y seguros, Noah comenzó a desabrochar los botones del vestido de Selene, revelando una piel satinada y cálida.
Cada roce, cada mirada, era una invitación a un mundo de sensaciones desconocidas. Noah se dejó llevar por el impulso, besando el cuello de Selene con pasión. Ella respondió con gemidos bajos y susurros que lo enloquecieron. Sus manos se entrelazaron, explorando cada rincón del cuerpo del otro.
La cama se convirtió en un escenario de deseo y entrega. Con cada caricia, la tensión entre ellos aumentaba, hasta que finalmente, en un estallido de pasión, se unieron en un abrazo intenso. En ese momento, todos los problemas, los celos, las dudas, se desvanecieron, dejando solo espacio para el placer y la conexión.
Mientras se movían al unísono, sus cuerpos se moldeaban el uno al otro, creando una armonía perfecta. Los besos se hicieron más profundos, las caricias más insistentes. El tiempo parecía detenerse en esa habitación, dejando solo el sonido de sus respiraciones entrecortadas y los gemidos que escapaban de sus labios.
Al final, agotados pero satisfechos, se quedaron abrazados, recuperando el aliento. Selene se acurrucó en el pecho de Noah, sintiendo su corazón latir con fuerza contra su mejilla. Por un breve instante, ambos olvidaron todo lo demás, sumergidos en la calidez de ese momento compartido.
Noah se quedó dormido, su respiración
volviéndose lenta y profunda. Selene, con cuidado, se deslizó fuera de la cama en silencio. Se vistió rápidamente y salió de la habitación, asegurándose de no hacer ruido.
Una vez fuera de la habitación, Selene se encontró con Viktor, que la esperaba afuera con los brazos cruzados. Ella lo miró con desdén y él la saludó llamándola "pequeña arpía".
—¿Qué haces aquí en el castillo del clan Sangre Nocturna? La Sombra no me avisó de que llegarías—dijo Selene, acercándose a él con molestia.
Viktor soltó una carcajada, su voz resonando en el pasillo.
—La Sombra no debe informarte de nada a ti—respondió Viktor con una sonrisa burlona—. Más bien, tú deberías informarle a la Sombra de que prefieres estar en brazos de Noah que en llevarle a Mihaela.
Selene lo miró con furia y amenazó:
—Si sigues molestándome, te mataré como hice con Andras.
Viktor volvió a soltar una carcajada, su expresión llena de desprecio.
—Yo no soy Andras. Tus manipulaciones de seducción no tienen efecto en mí—dijo con frialdad.
Selene, enfurecida, amenazó con matar a Andreea:
—Pues mataré a Andreea, le partiré en cuello y disfrutare de ello.
—Si tocas a Andreea, pequeña arpía, yo mismo me encargaré de partirte el cuello—dijo Viktor, agarrándola del cuello con fuerza.
Después de unos segundos, Viktor la soltó y añadió:
—Me encargaré de entretener a Kai. Tú sigue con tu plan de llevar a Mihaela con la Sombra.
Selene, aún furiosa pero comprendiendo la seriedad de la amenaza, asintió y se alejó, decidida a cumplir con su misión.
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Editado: 06.09.2024