La batalla en el bosque continuaba con una ferocidad implacable. En el cielo, las guerreras dragón luchaban contra los monstruos voladores, sus dragones lanzando llamaradas y atacando con garras y colmillos. Elysia, la líder de las guerreras dragón, dirigía los ataques desde lo alto de su majestuoso dragón.
De repente, uno de los monstruos voladores se lanzó hacia el dragón de Elysia, mordiendo con fuerza una de sus alas. El dragón soltó un grito de dolor, su vuelo tambaleándose. Antes de que Elysia pudiera reaccionar, otro monstruo volador se acercó por el otro lado, clavando sus colmillos en el cuello del dragón.
—¡No!—gritó Elysia, tratando de mantener el control.
Pero era demasiado tarde. El dragón, herido de muerte, comenzó a caer en picado hacia el suelo. Elysia, aún montada en su espalda, no pudo hacer nada para evitar el impacto. Con un estruendo ensordecedor, jinete y dragón se estrellaron contra el suelo, sus cuerpos inmóviles.
Las guerreras dragón, al ver la caída de su líder, soltaron gritos de dolor y furia. La pérdida de Elysia fue un golpe devastador, pero también encendió una llama de venganza en sus corazones. Con una determinación renovada, se formaron en una formación cerrada, sus dragones rugiendo con furia.
—¡Por Elysia!—gritó una de las guerreras, su voz resonando en el campo de batalla.
Las guerreras dragón se lanzaron contra los monstruos voladores con una ferocidad inigualable. Sus dragones, impulsados por la rabia y el dolor, atacaban con una fuerza redoblada, lanzando llamaradas y embistiendo a los enemigos con sus poderosas garras y colmillos. La batalla en el cielo se volvió aún más intensa, cada golpe y cada rugido resonando en el aire.
En el suelo, Lucius y el rey alfa seguían luchando contra el cazador de vampiros. A pesar de sus esfuerzos combinados, el cazador seguía resistiendo, su sonrisa cruel nunca desapareciendo de su rostro.
—¡No podemos rendirnos!—gritó Lucius, su voz llena de determinación.
—¡Por Marcus!—rugió el rey alfa, lanzándose con renovada furia contra el cazador.
La batalla en el bosque continuaba sin tregua, extendiéndose a lo largo del día y la noche. Las fuerzas de ambos bandos luchaban con una determinación feroz, y las bajas se acumulaban en ambos lados. Sin embargo, ni Viktor ni el cazador de vampiros habían sido vencidos aún, y su presencia seguía siendo una amenaza constante.
Lucius y el rey alfa, agotados pero implacables, seguían enfrentándose al cazador de vampiros. Cada ataque era respondido con una defensa igual de fuerte, y el cazador parecía disfrutar de la desesperación en los ojos de sus oponentes.
—¡No podemos rendirnos!—gritó Lucius, su voz ronca por el esfuerzo.
—¡Por Marcus y por todos los que hemos perdido!—rugió el rey alfa, lanzándose una vez más contra el cazador.
En otro rincón del campo de batalla, Kai y Noah seguían luchando contra Viktor. Noah utilizaba las sombras para intentar inmovilizar a Viktor, mientras Kai manipulaba el tiempo para ralentizar sus movimientos. Pero Viktor, con su magia oscura, seguía esquivando y contraatacando con una sonrisa cruel en su rostro.
—¡No puedes escapar, Viktor!—gritó Noah, su voz llena de furia.
—¡Nos aseguraremos de que pagues por lo que has hecho!—añadió Kai, su rostro lleno de determinación.
Las guerreras dragón, tras la pérdida de su líder Elysia, luchaban con una furia renovada. Sus dragones lanzaban llamaradas y embestían a los monstruos voladores con una fuerza implacable. La batalla en el cielo era tan feroz como la que se libraba en el suelo, y cada guerrera dragón luchaba con la memoria de Elysia en sus corazones.
Las brujas y los magos seguían lanzando hechizos de protección y ataque, creando escudos mágicos y rayos de energía que golpeaban a los enemigos. Los elementales utilizaban el poder de la naturaleza para atacar y defenderse, fusionándose con los elementos para crear barreras y lanzar ataques devastadores.
Los hombres lobo y los vampiros, a pesar de las bajas, seguían luchando con una ferocidad inigualable. Los hombres lobo utilizaban su fuerza y agilidad para derribar a los merodeadores, mientras que los vampiros se movían con una velocidad sobrenatural, atacando con precisión letal.
El día pasó rápidamente, y la batalla continuó hasta que la noche volvió a caer sobre el bosque. La oscuridad no detuvo la lucha; si acaso, la intensificó. Las sombras se alargaban y los sonidos de la batalla resonaban en la noche, creando una atmósfera de caos y desesperación.
A pesar del cansancio y las pérdidas, los aliados sabían que no podían rendirse. El destino de Mihaela y de todo el mundo sobrenatural dependía de su victoria. La lucha seguía siendo intensa, y el final aún estaba lejos de alcanzarse. Cada segundo contaba, y cada golpe podía ser el que decidiera el destino de todos.
En medio del caos de la batalla, Viktor se burlaba de Noah, su voz llena de desprecio y malicia.
—¿De verdad pensaste que Selene te amaba?—se mofó Viktor, su sonrisa cruel—. Gracias a que no pensaste con la cabeza de arriba, ahora la Sombra está a punto de lograr su cometido.
Kai bufó, sabiendo que Viktor tenía razón. Sin embargo, entendía que no era el momento de echarle en cara esas cosas a Noah. La prioridad era detener a Viktor y salvar a Mihaela.
Noah, consumido por la rabia, lanzó un grito de furia y se lanzó hacia Viktor. Pero Viktor era rápido, esquivando los ataques de Noah con una facilidad exasperante. Cada vez que Noah intentaba golpearlo, Viktor desaparecía en una nube de sombras, reapareciendo a unos metros de distancia con una sonrisa burlona.
—¡No puedes atraparme, Noah!—se burló Viktor, su voz resonando en la oscuridad.
Kai, utilizando su poder sobre el tiempo, intentó ralentizar los movimientos de Viktor, pero incluso eso parecía insuficiente. Viktor se movía con una agilidad sobrenatural, esquivando los ataques de ambos con una precisión letal.
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Editado: 06.09.2024