Eternal nights

La búsqueda de la venganza

La batalla alcanzaba su clímax, con cada grupo luchando con una determinación feroz. Lucius, con el rostro endurecido por la ira y el dolor, canalizaba todo su poder elemental. A su lado, el rey alfa luchaba con una fuerza implacable, ambos decididos a acabar con el cazador de vampiros de una vez por todas.

—¡Por todos los que has matado!—gritó Lucius, su voz resonando con una mezcla de furia y dolor.

El cazador, aunque poderoso, no pudo resistir el ataque combinado de Lucius y el rey alfa. Con un último esfuerzo, Lucius invocó una tormenta de viento y tierra que envolvió al cazador, mientras el rey alfa lanzaba un golpe final con toda su fuerza. El cazador soltó un grito de agonía antes de caer al suelo, su sonrisa cruel borrada de su rostro para siempre.

—¡Lo hemos conseguido!—exclamó el rey alfa, su voz llena de alivio y tristeza.

Lucius, con lágrimas en los ojos, miró el cuerpo del cazador. Habían vengado a todos los que murieron en sus manos, incluyendo a su madre y a Marcus. Pero la batalla aún no había terminado.

En el cielo, las guerreras dragón, lideradas por la memoria de Elysia, luchaban con una ferocidad renovada. Con un esfuerzo conjunto, lograron vencer a los monstruos voladores, sus dragones lanzando llamaradas que redujeron a cenizas a los enemigos.

—¡Por Elysia!—gritó una de las guerreras, su voz resonando con determinación.

En tierra, los elementales, magos, hombres lobo, vampiros y brujas estaban consiguiendo su victoria. Los hechizos de los magos y las brujas, combinados con la fuerza bruta de los hombres lobo y la velocidad de los vampiros, estaban diezmando a los merodeadores y los seres oscuros. Los elementales utilizaban el poder de la naturaleza para crear barreras y lanzar ataques devastadores, asegurando que los enemigos no tuvieran dónde esconderse.

Kai y Noah, uniendo sus poderes, finalmente lograron acorralar a Viktor. Noah utilizó las sombras para inmovilizarlo, mientras Kai manipulaba el tiempo para ralentizar sus movimientos. Con un esfuerzo conjunto, lanzaron un ataque final que atravesó las defensas de Viktor, dejándolo sin posibilidad de escape.

—¡Esto es por todo el dolor que has causado!—gritó Noah, su voz llena de furia.

—¡Y por Mihaela!—añadió Kai, su rostro lleno de determinación.

Viktor soltó un grito de agonía antes de caer al suelo, derrotado. Kai y Noah intercambiaron una mirada de alivio y cansancio, sabiendo que habían logrado una victoria crucial.

La batalla, aunque aún no terminada, estaba claramente inclinada a favor de los aliados. Con la caída del cazador de vampiros y de Viktor, y la derrota de los monstruos voladores, los merodeadores y los seres oscuros restantes comenzaron a retroceder, conscientes de que su derrota era inminente.

Los aliados, aunque agotados y heridos, sabían que no podían bajar la guardia. La lucha seguía siendo intensa, pero la esperanza de la victoria brillaba más fuerte que nunca. Cada segundo contaba, y cada golpe podía ser el que decidiera el destino de todos.

Los seres oscuros que aún quedaban comenzaron a desvanecerse en la oscuridad, y los merodeadores, viendo la derrota inminente, les siguieron, desapareciendo en el bosque. El campo de batalla quedó en un silencio inquietante, roto solo por el sonido de la lluvia y los gemidos de los heridos.

Nadie celebró. La victoria en la batalla era solo un pequeño paso en una guerra mucho más grande. Todos sabían que esto era solo el comienzo y que la verdadera misión aún estaba por delante: encontrar a Mihaela y detener a la Sombra de una vez por todas.

Lucius, con el rostro endurecido por la determinación y el dolor, se volvió hacia los aliados reunidos.

—No podemos detenernos ahora—dijo, su voz resonando en el silencio—. Debemos encontrar a Mihaela antes de que sea demasiado tarde.

El rey alfa, a su lado, asintió solemnemente.

—Hemos perdido a muchos, pero no podemos permitir que sus sacrificios sean en vano—dijo, su voz llena de gravedad—. Debemos seguir adelante.

Seraphina, con el rostro cansado pero decidido, se acercó a Lucius.

—Utilizaremos todos nuestros recursos para encontrarla—dijo, su voz firme—. Las brujas y los magos pueden lanzar hechizos de localización, y los elementales pueden sentir cualquier perturbación en la naturaleza.

Kai y Noah, aún recuperándose de su enfrentamiento con Viktor, se unieron al grupo.

—No pararemos hasta encontrarla—dijo Kai, su voz llena de determinación.

—Mihaela es fuerte, pero necesita nuestra ayuda—añadió Noah, su rostro reflejando una mezcla de culpa y resolución.

Las guerreras dragón, a pesar de la pérdida de su líder, se reunieron en formación, listas para seguir luchando.

—Volaremos sobre el bosque y buscaremos cualquier rastro de ella—dijo una de las guerreras, su voz resonando con determinación.

Los hombres lobo y los vampiros, aunque agotados, se prepararon para continuar la búsqueda. Sabían que cada segundo contaba y que no podían permitirse descansar.

Con una última mirada de determinación, el grupo se dispersó, cada uno utilizando sus habilidades únicas para buscar a Mihaela. La lluvia seguía cayendo, pero no podía apagar la llama de esperanza y determinación que ardía en sus corazones. La verdadera batalla aún estaba por delante, y todos sabían que no podían permitirse fallar.

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Mihaela sintió las gotas de lluvia caer sobre su rostro, primero como un leve cosquilleo y luego como un torrente que empapaba su ropa y su piel. La lluvia era fría y pesada, pero la Sombra parecía indiferente a su sufrimiento. Estaba completamente concentrado en los preparativos de su ritual, murmurando palabras antiguas mientras trazaba símbolos en el aire y en la piedra negra sobre la que Mihaela yacía.

Ella lo observaba con una mezcla de miedo y desesperación. No podía moverse, sus extremidades parecían estar atadas por una fuerza invisible. Intentó una vez más conectarse con su hermano gemelo, Lucius, pero fue en vano. La barrera que la Sombra había creado era demasiado fuerte. Se mordió el labio inferior, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con brotar de sus ojos. Sentía una impotencia abrumadora, una sensación de haber sido traicionada por alguien en quien nunca debió confiar.




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