Recuerdo perfectamente ese día, aún estaba desempacando mis maletas cuando me enteré “DIES IRAE, el famoso teatro oscuro había abierto una audición”.
¿Acaso podía ser cierto? nunca había escuchado algo así, en realidad siempre fue un misterio el cómo reclutaban a sus miembros, tal vez por eso mi primera reacción fue de incredulidad. Aunque era una interrogante que constantemente se gestaba en los círculos de la lírica y la dramaturgia.
¿De dónde provenían estos artistas con un talento tan excepcional?
Resultaba extraño que una compañía que por lo general no pisaba el mismo lugar más que dos veces en una década, generara tal revuelo y expectación al arribar a una ciudad. Pero lo cierto, es que cuando al fin tuve la oportunidad de presenciar su espectáculo, lo comprendí. Y al igual que muchos, no pude más que caer rendido por este universo oscuro y sombrío saturado de melancolía. Es que nunca había visto un show tan vívido y realista como aquel, sus melodías desgarraron mi alma y la actuación de los miembros, me pareció simplemente sublime y conmovedora.
Doscientos años los avalaban como la compañía de teatro musical con más tradición y renombre de Europa, lo que daba vida a una serie de mitos y rumores sobre su formación que sólo ayudaban a alimentar aún más la fama y curiosidad que existía en torno a la compañía, y que se extendía a varios de sus integrantes. Las personas, a menudo describían sus presentaciones como hipnotizantes, hasta el extremo que las escenas más aterradoras o grotescas lucían hermosas a los ojos de los asistentes, que parecían hechizados por la bella tragedia que envolvía cada obra.
Por eso, por muy pequeñas que fueran mis posibilidades, debía intentarlo.
Hace tan sólo un par de días había dejado mi natal Inverness para trasladarme a Londres con la entusiasta promesa de ser parte de la ópera de una de las ciudades más importantes de Europa. Estaba feliz, ya que por fin podría cumplir mi sueño de convertirme en un verdadero artista, y aunque no tendría un papel protagónico, apoyaría al coro como tenor en las funciones de las tardes, lo que me permitiría seguir creciendo y lo más importante, mostrar mi voz. No podía dejar de agradecer y rezar por esta inesperada suerte, después de todo, nunca pensé que el cantar en ese pequeño teatro me ayudaría a conseguir esta oportunidad.
Sin embargo, el hecho de enterarme que a pocos kilómetros de mi nueva residencia se había instalado, nada menos, que la compañía de mis sueños, hacía que algo se inquietara en mi interior. Inevitablemente mi mente volaba fantaseando con la posibilidad de ser parte de ella, a pesar de ser consciente de mis escasas posibilidades frente a reconocidos y talentosos cantantes de la escena, que al igual que yo, deseaban integrar sus filas.
Aun así y pese a mis temores, me armé de valor y llené la solicitud esperando ser convocado.
Pero los días pasaban y no tenía respuesta.
Cada mañana me levantaba temprano y me dirigía al teatro con la sola esperanza de ver mi nombre en la nómina de aspirantes, pero esto nunca sucedía.
Rápidamente esos mismos días se transformaron en largas y eternas semanas. Por salud, sabía que era momento de rendirme, no me hacía bien llenarme de ilusiones falsas. Además, ya empezaba a notar que mi desempeño en los ensayos de la ópera se había visto disminuido por esta obcecación que me atormentaba.
Fue entonces cuando estaba pronto a perder la esperanza, que recibí una carta con un sello muy particular. La abrí rápidamente aún conmocionado por el remitente, y la leí como si fuese el poema más hermoso que pudiera imaginar. En ella, se indicaba el día y la hora para mi audición. Sentí que el corazón se me saldría del pecho en ese mismo instante, ya que a pesar de que no era nada definitivo, el hecho que me citaran me daba esperanzas de poder conocerlos.
¡No sabes lo nervioso que estaba! sabía que no tendría más oportunidad que esta, así que los días previos a aquella fecha, me dediqué a practicar un repertorio donde pudiera lucir mi voz, pensando en aquellas piezas que pudieran sorprenderlos.
¡No podía equivocarme! Simplemente no podía.
Quizá fue aquella misma presión que sentía, la que finalmente provocó que aquel día tan importante, lleno de sueños y esperanzas, se transformara en uno de inesperadas frustraciones.
¿Te has preguntado por qué en los momentos más importantes de nuestra vida, pasa algo que hace que no sean perfectos?
La noche anterior me acosté exhausto, había ensayado el día completo con el único objetivo de agradarles… tal vez por eso no pude despertar esa mañana. Cuando finalmente abrí los ojos y fui consciente de la hora, sólo atiné a dar un fuerte golpe a la pared con mi puño derecho intentando descargar la ira y frustración que sentía conmigo mismo, pero sólo logré lastimar mis nudillos.
Me vestí velozmente y corrí como loco por las calles de Londres sosteniendo una carpeta con partituras y rezando para que no se hubiesen ido, mientras mi vista se desviaba inevitablemente hacia la torre del reloj como un irónico recordatorio de mi atraso. En mi prisa y distracción, estuve a punto de ser embestido por un carruaje en dos oportunidades, pero en ese momento ni siquiera me preocupó, nada me importaba más que apresurarme e intentar rogar por una oportunidad.
Por lo que cuando al fin pude llegar y cumplir mi sueño de conocerlos, estabas furiosa. Te veía sentada en aquella silla de tapiz azul, mientras uno de tus pies se movía rápidamente evidenciando molestia y presura; tus brazos estaban cruzados y a pesar de la distancia, tu mirada pareció atravesar mis ojos. Definitivamente esa no era la impresión que deseaba darte. ¡Me había preparado tanto para aquel momento, para esta oportunidad! pero mis esperanzas parecían diluirse completamente en aquella mirada.
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Editado: 04.10.2021