Había transcurrido una semana desde la extraña prueba de voz y Evan caminaba ansioso rumbo al teatro, tal como se lo había indicado la señorita Josephine esa noche junto al mar. Apenas había dormido imaginando este momento, anhelaba cruzar por esas puertas y concretar el sueño que hace tanto tiempo se había apoderado de sus pensamientos, al fin podría ser parte de este famoso teatro encantado.
No podía disimular la alegría que lo embargaba, sorprendiéndose, sonriendo en el reflejo de cada vidriera que hubiese en las calles. Hace dos días había comunicado su eventual salida de la ópera, por lo que ahora sólo le quedaba dar lo mejor de sí en esta nueva etapa que se presentaba ante él.
Su corazón se aceleró al vislumbrar el destino.
Decidió tomar unos segundos para contemplar el espectacular teatro que lo acogería, una fusión de arquitectura gótica y romántica, decorado minuciosamente con extraños símbolos de culturas ancestrales. Resultaba imposible no maravillarse con aquel diseño tan particular, más aún cuando apreciabas el imponente relieve ubicado sobre el arco de la entrada, que mostraba a la figura del arcángel Miguel sosteniendo una lanza mientras luchaba contra un demonio.
Apoyó su mano en una de las columnas de mármol como si quisiera impregnarse de esa energía y misticismo antes de decidirse a entrar.
Tímidamente empujó una de las puertas para encontrarse con un brillante piso de ajedrez, Evan pensó que calzaba a la perfección con las paredes enteladas en burdeo. La primera vez que estuvo ahí se sentía tan estresado por su atraso, que le había sido imposible detenerse a apreciar la belleza de aquel sitio. Sin embargo, al igual que en esa oportunidad, todo se sentía sumamente silencioso y solitario, si no hubiese sido por el sonido de un violín a lo lejos, lo único audible hubiesen sido sus pasos.
Caminó por el corredor buscando a la señorita Josephine, cuando vio salir de una de las puertas un rostro familiar, era el mismo barítono que conoció en su fallido intento de audición.
Se apresuró a alcanzarlo.
—Espero que me recuerde, mi nombre es Evan —dijo extendiendo su mano frente a él—. ¡No se imagina como agradezco la oportunidad que me han dado!
Gerard sonrió respondiendo a su saludo.
—Debes ser realmente talentoso —expresó entusiasta—. Creo que has sorprendido a la señorita Josephine, de otra forma no me explico que estés aquí. Supongo que los años y la experiencia te permiten ver cosas que los más jóvenes no podemos.
A Evan le extrañó ese comentario, ya que claramente la señorita Josephine era muy joven y bastante menor que él. Pero asintió al concluir que se trataba de una broma de su nuevo compañero.
—Debes saber que en el teatro oscuro existe una jerarquía muy estricta —prosiguió—. No debes hablar ni opinar si no te lo han pedido. Incluso yo, antes de poder ser parte del elenco principal tuve que pasar cuatro años siendo aprendiz, pese a que llevaba una década presentándome a nivel profesional en Berlín. Pero eso acá no importa, puedes llevar toda una vida en el espectáculo, pero si ellos consideran que no estás listo, simplemente no lo estás. Antes de llegar a DIES IRAE jamás me cuestioné la posibilidad de no estar a la altura en el escenario, pero no miento cuando digo que me aterraría cometer cualquier error en una función, la señorita Josephine simplemente no lo perdonaría ¡Es muy rigurosa! —advirtió—. Pero con el tiempo te acostumbras.
—Había escuchado ciertos rumores. Le agradezco los consejos y espero poder seguir contando con ellos cuando lo necesite, no quiero defraudar la confianza que depositaron en mí.
—Haré lo que pueda. Hace años que no llegaba alguien nuevo, reconozco que me agrada ver un rostro joven.
—A propósito ¿Qué pasó con Frederick, el anterior tenor? —preguntó curioso.
—Es un tema delicado, se supone que no debo hablar de esto —respondió Gerard mientras se aseguraba que no hubiese nadie cerca—. Pero como trabajaremos juntos tal vez es bueno que sepas algunas cosas, lo necesitarás. La noche anterior a su desaparición tuvo una fuerte pelea con la señorita Josephine, nadie sabe con certeza cuál fue el motivo, aunque se especula que podría ser la razón del por qué decidiera marcharse. Ellos eran muy unidos, a menudo trabajaban juntos en los arreglos musicales y en la creación de las historias, había una extraña mezcla de admiración y rivalidad que se traducía en un respeto mutuo. Después de todo, era realmente una rareza que dos personas tan extraordinariamente talentosas coincidieran en un mismo lugar, no por nada eran las estrellas de cada función. Pero si quieres sobrevivir aquí —enfatizó—. nunca lo menciones ni digas nada que pueda recordárselo, odia hablar de eso, aún está muy enfadada.
—¡Gracias por su advertencia, haré lo que me dice!
Evan se preguntó si sería correcto mencionar el supuesto cadáver que se encontró en la residencia del tenor en Francia, pero concluyó que, si Gerard lo había omitido, podría ser impertinente indagar más allá.
—Quisiera poder seguir estudiando y perfeccionarme hasta llegar a ser un gran artista, como ustedes —dijo entusiasmado.
—Tenemos una extensa biblioteca… de seguro encontrarás buen material.
De pronto, una de las puertas del pasillo se abrió. Evan y Gerard voltearon instintivamente y vieron acercarse a la señorita Josephine en compañía de su hermano, quien sostenía varios papeles en sus manos.
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Editado: 04.10.2021