Decisiones
No podía ser cierto lo que me contaba. ¿Era un vampiro sin alma? ¿Un vampiro maldito destinado a no poder tener pareja porque de lo contrario ella moriría? No, no era verdad, tenía que ser una broma de mal gusto, ¡eso no podía ser cierto!
—Alfred, ¿te estás escuchando? ¿Cómo puedes creer en vampiros y leyendas? Es totalmente imposible todo lo que me cuentas, hombre, ¡los vampiros no existen! —grité.
Alfred se levantó de golpe de su asiento, cogió el cuchillo que había a su lado y se cortó en la palma de la mano. Se acercó a mí con la palma en el aire y en cuanto noté el olor de la sangre, empecé a sentirme extraño. Sentí un cosquilleo, una presión en la encía y una urgencia inmediata de probar la sangre que se derramaba de su mano. Cuando la tuve a pocos centímetros de mi cara, me di cuenta de cómo me relamía los labios, tenía ganas de pasar la lengua por la herida y me percaté de que no era normal esa necesidad tan apremiante que sentía en mi interior; en realidad, tendría que sentir repulsión solo de pensarlo. Notaba que estaba como en trance, mirando ese líquido escarlata brotar de la mano de ese anciano. Abrí la boca inconscientemente y, en el momento en que empecé a descender mi cabeza para probarla, noté cómo empezaban a brotar mis colmillos. Dejé caer la mano de Alfred, subí la mía a mis labios y me toqué la afilada punta de mis nuevos colmillos con la yema de los dedos. No podía ser... ¡no era cierto! Levanté la vista hacia Alfred, el cual estaba atándose un pañuelo alrededor de su mano, lo miré y leí un «te lo dije» en sus ancianos ojos.
—Esto no puede ser verdad —susurré atónito—. Tiene que ser una pesadilla... ¡una maldita pesadilla! ¡No puedo ser eso! Eso que me has descrito es un monstruo, ¡un monstruo, Alfred!
—Y el que te convirtió era eso, Kyle. Ese tal Iván que has mencionado, también lo es. Solo un vampiro puede convertir a un humano en uno de ellos. No me preguntes cómo, porque no lo sé, pero te aseguro que la marca que tienes en el cuello es una parte de la transformación. De lo que sí estoy seguro, es de que tu única fuente de alimentación será la sangre a partir de ahora, sea de un humano o un animal y de que, si sales al sol, te calcinarás y morirás. Tu punto débil es tu corazón, el cual, aunque ya no late, si clavan algún objeto punzante de madera en él será tu muerte, al igual que la decapitación. Esas son las dos únicas formas de matar a uno de tu especie, Kyle. Déjame darte un consejo, muchacho. Cuando te alimentes de un humano, no lo desangres. Cuando muerdas su yugular para alimentarte de él, escucha su latido, eso te guiará y te avisará en el momento que tengas que parar. Cuando notes que sus latidos se ralentizan y que cada vez son más y más lentos, deja de beber, ese será el aviso de que la muerte de esa persona estará cerca.
—¿Escuchar sus latidos? ¿Me estás diciendo que podré escuchar los latidos del corazón de una persona?
—Sí. Y no solo eso, sino algunas cosas más. Tu cuerpo ha pasado por un cambio, Kyle, y ese cambio ha originado que no seas del todo tú. Ya no eres humano, por tanto, tu fuerza y tu velocidad han aumentado y cuanto más tiempo pase, más fuerte y rápido serás.
Ahora entendía la velocidad de Iván y por qué no pude hacer nada para detenerlo. También entendí, que, ya que ahora era como él, un día, fuera cercano o lejano, le haría pagar por todo lo que le había hecho a mi familia. Le haría pagar el haber destrozado mi vida y con conocimiento de causa, yo era inocente del crimen del que se me acusaba, pero Iván no. Él era culpable de todo y le haría pagar por ello.
—Kyle, creo que sé lo que te pasa por la cabeza, pero te pido, por favor, que por ahora lo dejes pasar. Tienes la eternidad por delante para eso; lo primordial es que empieces a conocer a tu nuevo yo y te habitúes a tus nuevas necesidades. Que empieces a controlar tu sed de sangre es lo prioritario. A veces, esa necesidad será tan fuerte que tendrás que controlarte, ya que, con el frenesí, puedes llegar a matar a una persona inocente si no te sabes controlar y podrías llegar a desangrarla.
Lo miré y acepté con la cabeza. Sabía que mi vida cambiaría completamente a partir de ese momento.
Dos meses después
Me admití a mí mismo que estos dos meses habían sido un auténtico suplicio. La sed era brutal, había ocasiones en que apenas podía contener mis ganas, pero gracias a Alfred que me ayudó y estuvo junto a mí en esas ocasiones, pude seguir adelante. Siempre me decía en qué zona podía conseguir alguna presa y cuál era la hora idónea para hacerlo. No sé qué hubiera hecho si no hubiese estado a mi lado en todo momento apoyándome y aconsejándome. Había momentos en que deseaba salir a correr y encontrar a un humano para beber de él, en cambio, Alfred siempre estaba ahí para detenerme y para hacerme entender que eso acabaría conmigo.
Durante esos dos meses lo conocí mucho. Era un buen hombre, amable, bien cultivado, inteligente, pero cuando le preguntaba por su pasado, cuando quería saber algo sobre su vida privada, solo me decía «algún día Kyle, algún día te contaré mi historia». Solo me dijo que fue un monje en su momento y que tuvo que dejar esa vida, pero no el porqué.
Deduje que no tuvo una vida fácil para haber acabado solo y en ese lugar tan apartado. Lo que más me alteraba era el tener que despedirme de él. Tenía que partir, tenía que seguir con mi vida y el saber que tenía que dejarlo solo, me creaba gran una pena e intranquilidad. Era un hombre mayor que vivía solo y temía por él.
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Editado: 03.12.2022