Epílogo
Ya soy una anciana. Nunca me hubiera imaginado que viviría tantos años. Mi vida fue muy difícil sin él, lo echaba de menos cada día. Había una canción que escuchaba en esos momentos de soledad cuando más falta me hacía. Era una canción preciosa y me ayudaba mucho con mi soledad.
Aunque estas lágrimas me digan lo contrario y los días llenos de silencios no se van, aunque cada tarde trae sujetas tus palabras y este viento fuerte grita que no estás. A pesar de todo lo que estoy pasando a diario y a pesar de lo que nunca te pude decir, yo te doy las gracias por todo lo que vivimos, este amor tan grande, se quedó conmigo. Préstame tus fuerzas, dame tu ternura, déjame decirte que la vida es dura, quiero que tu sepas que aquí estás conmigo, aunque el cruel destino haya pagado mal. Háblame en silencio, quítame estas dudas, acaricia mi alma y vuélvete la luna para contemplarte y decirte te extraño, para dedicarte todo lo que soy porque son tus ojos con los que veo... Y si las distancias con los sueños se hacen cortas, por estar contigo, no quisiera despertar y hoy quiero decirte, que olvidarte es imposible, este amor tan grande, vive aquí conmigo.
Fueron pasando los años, mi amiga Chloe conoció a un buen hombre unos años después de haber roto con el novio que tuvo, se casó y tuvo dos niños preciosos a los que adoro. Se mudó a Londres por motivos laborales, ya que la empresa en la que trabajaba su marido se trasladó allí y, tras una triste despedida por parte de ambas, se marchó. No nos hemos visto mucho estos años, pero fue muy feliz.
De Selena no he vuelto a saber nada. El día que falleció Kyle desapareció y no volví a saber de ella jamás.
En este momento estoy tumbada en mi cama mirando el retrato de Kyle. Lo colgué enfrente de mi cama, de esa manera, al levantarme o al acostarme era lo primero y último que veía. Nunca me casé; Kyle fue el primero y el último al que amé.
Hace un año, a través de una revisión rutinaria, me dijo el médico que tenía el corazón bastante mal, que tenía que ir con mucho cuidado, no hacer esfuerzos ni tener fuertes impresiones, pero que, de todas maneras, sería imposible sobrepasar los nueves meses. Esta mañana al despertarme me he notado muy cansada y he decidido no levantarme de la cama. Sé que hoy es el día en que tendré que partir y aquí me quedo, tumbada, esperando y sin apartar en ningún momento mi mirada del retrato de mi amado Kyle.
Estoy cerca, lo siento, el momento de irme de este mundo está llegando. Siento como las fuerzas poco a poco me abandonan. Tener la imagen de Kyle delante de mí me da fuerzas para poder partir sin miedo. Solo espero que esté esperándome en el otro lado como me prometió. Hay algo, noto algo suave y cálido junto a mí, es como una ligera caricia que me recorre todo el cuerpo. Siento como voy dejando este mundo. El retrato de Kyle es cada vez más borroso, cada vez más lejano. La presión y el dolor que sentía en mi pecho ya no están, ahora me siento bien. Cierro los ojos y me dejo llevar. Estoy relajada, tranquila. Después de tantos años es maravilloso sentir esta paz dentro de mí y no quiero que esta sensación termine.
Alguien me acaricia la mano, lo noto perfectamente. Abro los ojos, hay luz, mucha luz. El cielo es muy azul y tiene un brillo especial, la verdad es que es precioso. Miro mi mano, que es dónde noto la caricia. Una mano femenina es la que me toca. Subo la mirada y cuando me fijo bien quien es la persona que lo está haciendo, me quedo paralizada. ¡No puede ser!
—Ma... ¿Mamá? ¿Eres tú? —Es increíble... es... es ella y está igual que la última vez que la vi. Está preciosa, se la ve bien y feliz.
—Hola, mi amor, mi niña. No te imaginas cuánto te he echado de menos, cielo. Sé que lo has pasado muy mal, mi vida, pero ya ha acabado todo. Estamos juntas de nuevo, al fin. Y a partir de ahora, todo irá bien.
Me incorporo de golpe y le doy un fuerte abrazo. Es increíble... ¡es ella! Miro mis manos... ya no hay manchas ni arrugas de vejez en ellas, son jóvenes de nuevo. Mi madre está emocionada, al igual que yo.
—Cariño, sé que tienes muchas preguntas que hacerme, pero hay cosas mucho más importantes que tienes que ver. Lo primero es lo primero. Ven conmigo, cariño, ya es la hora.
Me levanto, agarro su mano y empezamos a caminar. No me dice nada, solo me mira y me sonríe. El paisaje que nos rodea es precioso. Es un camino largo, hay almendros en flor en cada lado, los pétalos van cayendo ayudados por una ligera brisa. Mi madre se detiene, me da un beso, levanta la mano y me señala el final del camino. Miro hacia dónde me señala y veo una figura a lo lejos. Va vestida totalmente de blanco. Voy acercándome lentamente y cuando distingo quien es, no me lo puedo creer.
—Kyle... ¡Kyle!
Corro hacia él con los brazos abiertos, llorando de alegría. Al fin estoy con él, al fin estamos juntos.
Abre sus brazos y al llegar, salto sobre él, le rodeo la cintura con mis piernas mientras nos abrazamos con fuerza. Reímos, lloramos y al final nos besamos apasionadamente.
—Lana, mi amor... por fin, por fin vuelvo a tenerte entre mis brazos. Qué larga ha sido la espera, vida mía.
—Kyle, no te imaginas cuánto te he echado de menos, la falta que me has hecho, amor mío. Dime que no nos separarán más, por favor, prométeme que siempre estaremos juntos.
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Editado: 03.12.2022