Eternamente Efímero

IX

—¿En serio nunca se cansa de venir casa semana? —reprochó Julián.

—¿Qué tiene eso de malo? —replicó Lucas.

—Nada, es solo que...

—¿Qué?

—No entiendo.

—¿Qué es lo que no entiendes?

—No entiendo cómo puede gustarte.

—Ni siquiera lo conoces.

—No me refiero a eso, me refiero a que... —Hizo una pausa y suspiró—. Me conoces de toda la vida, a ese tipo apenas lo conoces. No entiendo cómo es que puedes elegirlo a él sobre mí.

Un suspiro de frustración se escapó de los labios de Lucas. No quería tener aquella conversación, pero no había forma de evadirla.

—No se trata de eso.

—¿Entonces qué es? ¿Es porque es rico?

—¿Crees que solo estoy con él por el dinero?

—Bueno, no sé.

—¿En serio piensas eso de mí?

Julián suspiró.

—No —murmuró—. No pienso eso, perdón. Sé que no eres así.

Lucas le echó un vistazo a su amigo. Nunca antes lo había visto tan decaído.

—¿Qué es lo que está mal conmigo, Lucas? —añadió Julián.

—Nada —respondió Lucas—, nada está mal contigo. Cualquiera tendría suerte de tenerte. Yo tengo suerte de tenerte.

—Como amigo —señaló Julián en un tono seco—. Lo sé.

—¿Crees que no me gustaría sentir lo mismo que tú? Las cosas serían más sencillas así. Podríamos estar juntos y todo estaría perfecto. Pero no voy a mentirte, y soy incapaz de fingir lo que siento. Te quiero, en serio lo hago, pero no de esa forma, y no puedo obligarme a mí mismo a hacerlo.

—Lo sé —dijo Julián, con los ojos brillantes debido a las lágrimas que estaban a punto de salir.

—Perdóname.

—Tengo que irme —anunció Julián—. Te veo el lunes.

No esperó respuesta por parte de Lucas y se dio la vuelta, alejándose a paso rápido. Lucas soltó un suspiro. Lo único que quería era que las cosas volvieran a ser como antes, pero cada día que pasaba parecía que esa posibilidad se alejaba lentamente. 

 

El viernes llegó, y como era habitual, David y su automóvil deportivo lo esperaban afuera del colegio. Lucas se propuso intentar apartar el tema de Julián que lo había estado abrumando desde lo que había ocurrido entre los dos. Solo quería pasar tiempo con David. Y en el fondo esperaba que él pudiera hacer que olvidara aquel asunto, al menos por un rato.

Abrió la puerta del auto y se sentó, intentando esbozar una sonrisa como saludo. Anduvieron un rato, en silencio, a excepción de algunos comentarios aislados por parte de alguno de los dos. Después de un tiempo, David detuvo el auto. Al parecer, a pesar de los intentos de Lucas por ocultar su preocupación, David rápidamente notó que algo lo perturbaba.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Sí.

—No, no lo estás. ¿Qué pasa?

Lucas tomó aire y se volvió para mirarlo.

—Es que... mi mejor amigo, él...

—¿Está enamorado de ti?

—¿Qué mierda? ¿Cómo es que...?

—No soy estúpido. He visto la forma en la que te mira. Ninguna persona mira así a alguien a quien considera solamente un "amigo".

—¿Acaso todo el mundo se había dado cuenta menos yo?

—Eso parece.

—Sabía que era despistado, pero no tanto.

—Supongo que nunca dejamos de sorprendernos a nosotros mismos.

El silencio reinó entre los dos por un tiempo, hasta que David tomó la palabra.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Sí, lo que sea.

—¿A ti te...? ¿Tú sientes algo por...?

Lucas sabía exactamente lo que intentaba decir, y por alguna razón le pareció tierno que estuviera celoso, aunque era bastante absurdo. Nunca imaginó que David pudiera llegar a sentirse inseguro, pero al parecer no estaba en lo correcto.

—¿Que si me gusta Julián? —David se quedó en silencio, lo que Lucas interpretó como una respuesta afirmativa, así que continuó—: No, no me gusta.

—¿Ah, no?

—¿Por qué? ¿Pensabas que sí?

—No sé, es solo que, según lo que me has dicho, se conocen de toda la vida y se llevan muy bien y supuse que tal vez existía la posibilidad de que...

Lucas interrumpió la frase, juntando sus labios con los de David. Lo miró por unos segundos después de haber roto el beso.

—Me gustas tú, y lo sabes, ¿verdad? —dijo, y David sonrió, asintiendo a manera de respuesta—. Bien —añadió, acomodándose en el asiento—. Y, ¿a dónde iremos?

—A donde tú quieras.

—Está bien —contestó Lucas tímidamente—. Podríamos ir a un parque, ¿quizás?, No sé solo a caminar y charlar...




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