Eternamente Efímero

XX

Lucas tocó el timbre de la enorme casa. En cuestión de segundos, David apareció del otro lado de la puerta y lo saludó con un beso y una sonrisa. Adentro, Rebeca lo recibió con un abrazo. Lucas notó que había un par de platos sobre la mesa del comedor. La comida no era mucha, pues sólo estaban los tres, pero se veía muy bien.

—¿Tú cocinaste todo esto? —preguntó, dirigiéndose a Rebeca.

—Sí.

—Se ve delicioso... Deberías enseñarle a David a cocinar.

David lo miró, extendiendo las manos en un gesto de reproche. Él sólo sonrió y se encogió de hombros.

—Oh, créeme, lo intenté. Pero lo detesta y es muy malo —dijo la chica.

—Ok, es suficiente. No estamos aquí para hablar de mis terribles habilidades para la cocina —intervino David, haciendo que su hermana y su novio rieran.

Los tres caminaron hacia la sala. Lucas y David tomaron asiento en un gran sofá, y Rebeca se ubicó en un sillón frente a ellos.

—Y entonces, ¿qué hacen ustedes en Navidad? —preguntó Lucas.

—Cualquier cosa —respondió Rebeca—. Hablamos acerca de todo; vemos televisión; escuchamos música; bailamos, aunque no sepamos bailar... Eso.

—Hubo un año en el que pasamos toda la noche viendo películas navideñas —terció David.

—¡Sí! ¡Recuerdo eso! —exclamó la chica con entusiasmo—. Vimos "El Grinch" dos veces.

—¿Por qué la vieron dos veces? —preguntó Lucas con curiosidad.

—Porque es la mejor película de Navidad de todos los tiempos, dah —contestó Rebeca, haciendo que su afirmación sonara como el dato más obvio del planeta.

Lucas soltó una risita. David se recostó cuan largo era en el sofá, apoyando su cabeza sobre el regazo de su novio. Rebeca se puso de pie y caminó hacia un estante que contenía una gran colección de discos de vinilo. Pasó los dedos sobre estos, revisándolos con parsimonia hasta que se detuvo y tomó uno. Lo sacó de la carpeta y lo puso en un tocadiscos que se encontraba sobre una mesita. Con tan solo escuchar los primeros acordes Lucas pudo reconocer la canción de inmediato.

—¿The Changeling? —exclamó mirando a Rebeca, quien asintió con una sonrisa.

—Wow, qué sabio —bromeó David.

—Me gusta el rock —replicó Lucas—. Y amo a The Doors. Además, es L.A Woman, uno de mis álbumes favoritos.

Rebeca comenzó a pegar brinquitos en el lugar, bailando al ritmo de la música con alegría. Se acercó a los chicos y alargó los brazos hacia ellos, indicándoles que se levantaran a bailar con ella. David negó con la cabeza, sonriendo mientras se ponía de pie, posicionándose junto a su hermana. La chica tomó la mano de Lucas, jalándolo para que se levantara.

—No sé bailar —señaló él.

—Ya te dije que aquí bailamos sin saber bailar —dijo Rebeca.

Lucas sonrió y se puso de pie. Los tres se movieron al ritmo de la canción, cantando algunos versos de vez en cuando. Escucharon todo el álbum, y tan pronto finalizó la última canción, Rebeca regresó al estante para sacar otro disco.

—¿Qué más hay? —preguntó Lucas mientras la chica rebuscaba entre la gran cantidad de vinilos.

—Tenemos prácticamente cualquier cosa que se te ocurra de los 70's y 80's... —contestó Rebeca, revisando los discos uno por uno— ¡Miren esto! —exclamó sonriente, tomando un disco entre sus manos y poniéndolo frente a su pecho para que quedara visible a los ojos de los chicos, quienes soltaron un par de risas mientras ella ponía a andar el tocadiscos.

Una canción del cantante español Camilo Sesto comenzó a retumbar en el lugar, mientras Rebeca cantaba de pie frente a Lucas y David. Ellos simplemente reían al verla.

—¿Cómo es que te sabes todas esas canciones? —cuestionó David sonriendo.

—A veces cuando estoy sola en la casa pongo algunos de los discos viejos de mis papás. Creo que ya los he escuchado todos, de hecho —respondió la chica—. ¡Esperen! —exclamó con entusiasmo al tiempo que caminaba hacia el estante para buscar otro disco, el cual puso rápidamente.

Las congas, trompetas y piano característicos de la salsa pronto vibraron por toda la estancia. Y la voz del puertorriqueño Héctor Lavoe se hizo escuchar. Lucas y David miraron a Rebeca con diversión.

—Navidad no es Navidad sin este tipo de música —comentó ella, encogiéndose de hombros.

Rebeca se acercó a los dos chicos que ya habían tomado asiento y los tomó de las manos para que se pusieran de pie una vez más y bailaran junto a ella. Al llegar a la tercera canción del álbum la emoción de la chica aumentó mucho más y comenzó a cantar con energía.

Pasaron horas bailando y cantando al ritmo de The Doors, Pink Floyd, Leo Dan, José José, The Who, Santana, The Clash, Roberto Carlos, The Beatles, Queen, José Feliciano, ABBA, Ramones, José Luis Perales, e incluso algunas cumbias colombianas, entre esas la emblemática "La Pollera Colorá". Lucas nunca se había divertido tanto en una celebración navideña.




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