Conseguir una beca no era sencillo. Lucas ya había recibido un rechazo por parte de tres de las cuatro universidades a las que había aplicado. Un préstamo o una beca eran las únicas formas en las que podría cursar sus estudios universitarios. Solo quedaba una carta de aceptación o rechazo para descartar o no la opción de la beca.
—Pensé que era lo suficientemente bueno, pero al parecer no lo soy —dijo. Tenía la cabeza recostada sobre el regazo de David mientras él acariciaba su cabello suavemente.
—Sí eres lo suficientemente bueno, Lucas.
—Ya me han rechazado tres veces.
—Eres tan inteligente que les da miedo tenerte en esas universidades.
Lucas soltó una pequeña risa. David se agachó para darle un beso en la sien. Los dos se quedaron en silencio un instante.
—¿Y tú? —preguntó Lucas— ¿En dónde vas a estudiar?
—Ni siquiera sé qué mierda quiero estudiar, mucho menos la universidad.
—Yo creo que la elección es bastante obvia.
—¿Obvia?
—Sí, fotografía. Te encanta, ¿no? Y eres muy bueno.
—No lo sé...
—Por favor no dejes que todas esas fotos que has tomado de mí sean en vano. —Ambos rieron y luego Lucas continuó—: Pero en serio, sí eres muy bueno y sé que te encanta.
—Sí, supongo que fotografía es una buena opción.
Dos días después, Lucas apareció emocionado en la puerta de Julián, sosteniendo una hoja de papel entre sus dedos y gritando: "¡Tengo la beca!" una y otra vez. Los dos chicos se dirigieron a casa de Fátima para darle a su amiga la buena noticia. Lucas había llamado a David en la mañana y él le había prometido que celebrarían en la noche. Los gritos de Fátima no se hicieron esperar. Estaba muy feliz por él. Pasaron la tarde juntos, rememorando los mejores momentos de su amistad y hablando de la rapidez con la que pasaba el tiempo. Al caer la noche, fue el turno de David para felicitarlo y pasar varias horas con él.
—¿Estás bien? —preguntó Lucas.
—Sí —respondió Julián.
—No, no lo estás.
—Sí lo estoy, Lucas.
—No. No estás bien.
—¿Si supuestamente sabes que no estoy bien entonces por qué preguntas?
—No lo sé. Tal vez porque quiero que me digas la verdad.
Estaban sentados sobre la acera, esperando que Fátima saliera de su casa para ir a hacer algo los tres. Julián tenía la vista fija al frente, mientras observaba cómo pasaban los carros sobre la calle.
—Sí pasaste a la universidad que querías, ¿cierto? —habló Lucas.
—Sí. Sí lo hice.
—Entonces, ¿por qué estás así?... ¿Tiene que ver con Sebastián?
Julián suspiró y se pasó las manos por el rostro en un gesto de frustración.
—Quiero terminar con él, pero no sé cómo —dijo al fin.
—¿Terminar? ¿Por qué?
—No sé... Ya no es lo mismo. Y honestamente no quiero tener una relación ahora. De hecho, creo que las relaciones no son lo mío en lo absoluto. Pero no quiero herirlo. Él es increíble, Lucas. Es muy lindo conmigo y es tan buena persona... Creo que es la mejor relación en la que he estado y me gustaría que él siguiera en mi vida, pero como un amigo.
—Si él todavía siente algo por ti, no hay forma de que el rompimiento no lo afecte.
—Odio esto —exclamó—. No sé cómo hacerlo. Nunca he terminado una relación antes.
—¿En serio?
—En serio. Siempre terminan conmigo —contestó Julián, soltando una pequeña risa para después volver a su expresión de preocupación.
—Supongo que solo tienes que decirle la verdad. Es inevitable que salga herido, pero no sería bueno que continuaras con una relación en la que tienes que fingir tus sentimientos. No sería justo para él.
—Lo sé...
En ese momento, Fátima se posicionó detrás de ellos y exclamó "¡vámonos!", con efusividad.
Fueron a cine y comieron pizza. Lucas no pedía mucho para su cumpleaños. El solo hecho de pasar tiempo con sus amigos era suficiente para hacerlo feliz. Sin embargo, no era suficiente para ellos, quienes lo sorprendieron con una colección completa de los libros de su escritora favorita. Él no paró de agradecerles durante el resto de tiempo que pasaron juntos, hasta la noche, cuando al fin se despidieron. Entonces fue el turno de David para impresionarlo.
El chico condujo en su auto hacia un destino que Lucas desconocía. Aparcó el auto frente a la torre más alta de la ciudad. Subieron hasta llegar al último piso. Lucas observó el panorama, maravillado.
—Todo se ve hermoso desde aquí —exclamó.
—Lo sé —coincidió David—. He sacado muchas fotos desde aquí, todo se ve bellísimo… Aunque aún hay una foto que no he tomado.