Eternamente Efímero

XXXI

—¿A dónde vas? —preguntó David, mientras Lucas se enfundaba en unos jeans oscuros y una camiseta.

—Voy a encontrarme con Fátima y Julián, ¿quieres venir?

—No, gracias.

—¿Por qué?

—Porque... no lo sé. Supongo que van a tener un "tiempo de amigos", tú sabes, ponerse al día con sus vidas y todo eso. No quiero parecer un intruso en medio de ustedes.

Desde que se habían graduado del colegio, Julián, Lucas y Fátima se habían concentrado en sus vidas individuales, lo que ocasionó que se distanciaran por un tiempo. No obstante, habían decidido pasar un rato de calidad juntos por primera vez en meses. Ninguno de los tres podía negar el hecho de que se necesitaban mutuamente en formas que a veces ni siquiera ellos mismos lograban comprender a cabalidad.

—Claro que no. Sabes que le agradas mucho a ambos. No les molestaría que estuvieses ahí —insistió Lucas.

—Sí, pero no me sentiría bien. No se han visto en un tiempo, necesitan pasar tiempo los tres, solo los tres.

—¿Seguro?

—Sí, solo ve. No te preocupes por mí —dijo David—. Además, estoy pensando preparar ese plato que te había dicho la otra vez.

—¿Ese pollo extraño que viste en internet?

—Exacto.

Lucas miró a David con extrañeza.

—David, tú ni siquiera sabes cocinar.

—Quiero intentarlo.

—Como sea. Solo por favor no destruyas la cocina.

—No exageres.

—¿Acaso no recuerdas quien le hizo esa mancha negra al techo?

—Ay, por favor. ¡Eso fue solo una vez!

—Por poco quemaste la cocina.

—Te prometo que esta vez no pasará nada, y tendrás una rica comida, ¿está bien?

Lucas enarcó una ceja, mirando a David con incredulidad.

—Solo no quemes el apartamento —dijo mientras caminaba hacia la puerta principal.

—No lo haré. Ten un poco de confianza en mí, ¿sí? —pidió David, para después darle un beso corto en los labios a Lucas, quien abrió la puerta.

—Vuelvo en la noche, o bueno, eso creo. Tal vez regrese antes, no lo sé.

—Está bien —contestó David con serenidad.

Lucas lo tomó por la camiseta y lo besó.

—Adiós —dijo, luego de que se hubiesen separado.

—Adiós. Diviértete —exclamó David mientras observaba a su novio caminar fuera del apartamento.

 

Lucas llegó al parque, mirando de un lado a otro en búsqueda de alguno de sus amigos. Divisó a Julián sentado en una banca con la atención puesta en la pantalla de su celular. Se acercó sigilosamente y le dio un pequeño empujón en la espalda, al tiempo que gritó "bú". Julián pegó un brinco, y al percatarse de quién se encontraba detrás de él, le dio un golpe en el brazo.

—Idiota, casi me matas del susto —exclamó, mientras Lucas reía.

—¿Y Fátima? —preguntó Lucas, aún entre risas.

—No sé, no ha llegado.

Lucas tomó asiento junto a Julián. Tuvieron una breve conversación antes de que vieran a Fátima en la distancia. Estaba acompañada de una chica pelirroja. Las dos muchachas se aproximaron a paso moderado. Fátima saludó a sus amigos, para después presentar a su acompañante como “Marina”. Lucas observó a la pelirroja con intriga. Estaba seguro de haberla visto antes, pero no recordaba cuándo ni dónde. Ambos muchachos saludaron a Marina con amabilidad y un par de sonrisas. De pronto, Lucas se excusó y tomó a Fátima del brazo, separándola de la conversación que había iniciado entre Julián y Marina.

—Esa es la chica que vi en tu habitación hace rato, ¿verdad? la que conociste en el bar —susurró.

—Sí —contestó Fátima.

—¿Y qué? ¿ahora estás saliendo con ella?

—No es nada oficial, de hecho no estoy segura de lo que tenemos.

—No estás haciendo esto por olvidar a Rebeca, ¿o sí?

—No —respondió Fátima, dirigiendo la mirada a Julián y Marina, a quienes se les veía muy entretenidos charlando—. Está bien, tal vez sí lo es, no lo sé. Solo quiero seguir con mi vida y ya.

—Usar a alguien para superar una relación del pasado no es bueno.

—No la estoy usando. Solo queremos intentarlo. Empezar con una amistad y ver si las cosas funcionan.

—¿Y si no funcionan?

—Entonces continuaremos siendo amigas. Lucas, ella es increíble. Me agrada tenerla en mi vida ahora y quiero que continúe siendo parte de ella, ya sea como mi pareja o mi amiga, no me importa.

—¿No se te ocurrió que tal vez podrías lastimarla?

—Sí, pero... ya hablamos de esto, ¿ok? ambas hablamos de esto y decidimos intentarlo. Me prometí a mí misma que sería completamente honesta con ella, y ella hizo lo mismo conmigo.




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