Eternamente Efímero

XXXVI

Las sospechas de David (que habían iniciado la gran discusión) eran ciertas. Lucas, sintiendo que no tenía nada qué perder, decidió darle una oportunidad a Miguel, su compañero de la universidad, quien había tenido las agallas de confesarle sus sentimientos por él. Al principio, Lucas seguía viéndolo como solo un amigo, pero con el tiempo fue desarrollando mucho afecto por él. No estaba enamorado, eso era claro, pero el cariño que sentía por Miguel había logrado sobrepasar lo fraternal para llegar a lo romántico. El chico era tremendamente atento y amoroso con él. Lucas, algunas veces, al evidenciar algunas de las actitudes de Miguel, llegaba a creer que sus sentimientos podrían rayar en la adoración. Pero quizás simplemente estaba enamorado.

La relación entre Lucas y Miguel resultó siendo más longeva de lo que el primero había pensado en un principio. No obstante, dos años después del inicio de su noviazgo, cuando ambos se encontraban a poco tiempo de graduarse, Miguel decidió ser completamente honesto con respecto a sus sentimientos. Tuvieron una charla larga en la que él aclaró sus dudas con respecto a los sentimientos de Lucas. Miguel sabía que sus sentimientos no eran correspondidos... al menos no del todo. Desde hacía un tiempo había percibido que el afecto que sentía Lucas era mucho más superficial que el suyo. Y aquel día, finalmente, Lucas admitió (con la culpa a flor de piel) que aquello que Miguel había percibido era verdad. Lo quería, pero no de la manera y con la misma intensidad con la que él lo hacía. ¿Por qué? Eso Miguel no lo sabía. Sospechaba que probablemente su relación pasada lo aquejaba, o quizás había alguien más a quien él le había entregado su corazón. Para Lucas, por su parte, la respuesta era más clara que el cristal.

 

La graduación de Lucas fue más breve de lo que él había imaginado. Rebeca, Fátima y Julián lo habían acompañado en aquel momento en el que finalmente recibió su diploma. Ya era un profesional. Examinó la audiencia en busca de ese rostro familiar que no veía hacía tanto tiempo. Le había enviado una invitación al evento; sin embargo, David no apareció. Para Lucas fue como un puñetazo en el estómago. Guardaba la pequeña esperanza de que él asistiera. Sin embargo, su ausencia había dejado en claro su peor temor: David había desaparecido completamente de su vida, y no tenía intenciones de regresar.




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