Eternamente Efímero

XLVII

Rebeca y Lucas habían acordado ir a reconocer el cuerpo el día siguiente. Sin embargo, no se sintieron en capacidad de acudir. Esperaron dos días hasta que al fin se empujaron a hacerlo en contra de su voluntad. 

El lugar era escalofriante y deprimente al mismo tiempo. Caminaron con cautela detrás de uno de los funcionarios. Nada ni nadie en el mundo los pudo haber preparado para lo que vieron. Las lágrimas que habían esperado en salir desde que Lucas había recibido la noticia, finalmente comenzaron a deslizarse por sus mejillas. Todo se estaba materializando. Era real. Lucas cubrió su boca con una manos y apartó la mirada mientras lloraba. Rebeca solo observaba el cuerpo con un gesto de incredulidad. Se negaba a aceptar lo que estaba ocurriendo.

Luego de unos segundos, ambos firmaron los documentos respectivos. Uno de los funcionarios del lugar les entregó algunas pertenencias que llevaba David en el avión, las cuales básicamente  consistían en su equipaje. El hombre les entregó, además, una caja de terciopelo rojo y una nota arrugada que habían encontrado en uno de los bolsillos del abrigo que llevaba el chico durante el viaje. Lucas los tomó. Desdobló la hoja de papel para reconocer de inmediato la letra de David. Había varias palabras tachadas para haber sido cambiadas por otras, o simplemente para haber sido eliminadas del texto. Lucas tomó aire y leyó el contenido:

"Es probable que ya llevemos tanto tiempo juntos que esto no sea necesario. Sin embargo, me gustaría hacerlo, y me aventuraría a creer que tú también. Sabes lo mucho que te amo. Sabes cuánto deseo verte todos los días de mi vida al despertar y antes de irme a dormir. Sabes cuánto quiero formar una familia contigo y ver a nuestros hijos crecer poco a poco. Sabes que sueño con envejecer a tu lado, y si Dios nos da esa suerte, morir juntos. Aún te amo de la misma forma en la que lo hacía cuando teníamos 18 años. Estoy muy enamorado de ti. Sabes que me tienes completamente. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y he soñado con el día en que consolidemos nuestra relación, llevándola a lo que, para mí, es el punto más alto... Lucas, ¿te casarías conmigo?"

Las lágrimas regresaron a los ojos de Lucas una vez más. Abrió la caja de terciopelo con manos temblorosas y la cerró inmediatamente. Aunque ya sabía lo que contenía, el haberlo visto había desatado un millar de sentimientos dentro de él. El llanto se hizo más fuerte y Rebeca se acercó a abrazarlo mientras las lágrimas corrían imparables por sus mejillas.




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