Eternamente Efímero

XLIX

Lucas no salió del penthouse en días. Se sentía miserable y su aspecto lo reflejaba. Recibió visitas de Julián, acompañado de Alejandro; también de Rebeca y Fátima. Lloraba un poco cada día. Sus falsas esperanzas aún lo traicionaban de vez en cuando y entonces se encontraba a sí mismo esperando que David cruzara la puerta de la entrada, o se recostara junto a él en la cama. Cada vez que cerraba los ojos veía su rostro como si lo hubiese visto el día anterior. Había perdido el apetito. Sus ojeras delataban las precarias horas de sueño que había estado recibiendo cada día que pasaba. Se volvió costumbre para él llorar todas las noches hasta caer dormido a una hora indeterminada. Había faltado al trabajo durante días. A veces intentaba tomar fuerzas y salir a caminar o quizás comer algo, pero la pesadumbre era más fuerte que sus deseos de continuar con la vida. Se sentía como si estuviese cayendo en un hoyo oscuro, tan oscuro que no podía ver si alguna vez llegaría su final, o si al menos poseía uno.

 

Un viernes recibió una llamada al celular. A pesar de que pretendía ignorarla, se empujó a responder. Una funcionaria del centro de adopción habló del otro lado de la línea, recordándole la cita que había agendado para el día siguiente. Él le agradeció sin asegurar que fuese a aparecer. Al finalizar la llamada, se decidió a ir. David querría que lo hiciera.

La mañana siguiente se obligó a levantarse de la cama. Se duchó con desgano y se vistió. Estuvo a punto de salir, pero su cuerpo aún se sentía pesado, aunque vacío al mismo tiempo. Y al final no logró hacerlo. En la tarde recibió una visita de Fátima, quien le preparó algo de comer e intentó hacer que lo consumiera a regañadientes. Mientras se encontraba en esa difícil tarea, el celular de Lucas sonó y ella contestó.

—¿Tenías una cita para adoptar a un niño? —preguntó luego de haber finalizado la llamada.

—Sí.

—¿Y por qué no fuiste?

—¿Crees que estoy capacitado para cuidar un niño? Ni siquiera puedo cuidarme a mí mismo.

La chica se puso de pie y lo miró.

—Estoy cansada de esta auto compasión tuya. No puedo creer que te hayas echado a morir.

—Es muy fácil para ti decirlo. Tú no fuiste quien perdió al amor de tu vida y la persona que te hacía más feliz en todo el mundo... Dime, ¿qué harías tú si muriera Rebeca, ah? Es tan fácil juzgarme cuando no has estado en mi lugar.

—Tienes razón, no sé lo que se siente. Lo único que sé es que la vida sigue y tú puedes decidir si quieres avanzar con ella o quedarte estancado.

—Ve y dile todo eso a Rebeca y déjame vivir la vida como yo quiera, ¿sí?

Ni siquiera había pensado antes de hablar. Sabía que había sonado grosero, burdo y desagradecido. Aunque percibió un poco de dolor en la mirada de Fátima, de alguna forma notó que ella había decidido pasarlo por alto, pues sabía que estaba abrumado por los sentimientos. Agradeció la tolerancia y entendimiento de su amiga para con él.

—Es que ni siquiera estás viviendo la vida. Rebeca lo está intentando, créeme que sí. Le duele mucho y así será durante un largo tiempo, pero no quiere que todo esto arruine su vida porque sabe que su hermano no habría querido eso. Y yo estoy a su lado y siempre lo estaré. Espero que sepas que también estoy aquí para ti. No se trata de no sentir y reprimir, porque de hecho, entre más intensamente sintamos y expresemos cada cosa que tenemos dentro y lo saquemos todo, más fácil será el proceso de sanación. No te estoy diciendo que no llores o que no estés triste. Solo te pido que no te quedes ahí por siempre.

La chica se acercó a su amigo y le dio un beso en la frente, para después despedirse.

Lucas pasó lo que quedó del día pensando en lo que Fátima le había dicho. Recordó la promesa que le había hecho a David el día de su funeral. Le había prometido seguir adelante, manteniendo su recuerdo en el corazón y la mente, pero continuando con la vida. Sin embargo, era mucho más fácil decirlo que hacerlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.