Maia comenzó a adaptarse mucho más rápido de lo que Lucas imaginó. Probablemente porque durante un tiempo él se había convertido en su compañero de juegos debido a las múltiples visitas que le hacía cuando aún vivía en el orfanato. Conoció a Rebeca, Fátima, Julián y Alejandro, con quienes se la llevó muy bien, especialmente con el pequeño que más se acercaba a su edad. De hecho, con el tiempo, lograron hacerse muy buenos amigos.
Lucas y Maia empezaron a forjar, poco a poco, una relación fuerte y estable. La pequeña le había tomado la confianza suficiente como para contarle acerca de todo lo que pasaba en su vida, algo por lo que él estaba tremendamente agradecido. Pasaban la mayoría del tiempo haciendo actividades sencillas pero sustanciosas para ellos, pues compartir momentos juntos era lo que importaba. A veces simplemente paseaban por ahí mientras Maia le hablaba a Lucas acerca del colegio y las cosas que le habían pasado. Ella era, naturalmente, bastante curiosa, por lo que la mayoría de veces sus conversaciones terminaban encaminándose hacia temas muy diversos.
Una tranquila tarde de marzo salieron a caminar por el parque central, aquel al que Lucas había ido con David cuando tal solo estaban empezando a conocerse, y que después se convirtió en un lugar de encuentro para ambos. Tanto Lucas como Maia estaban callados, simplemente observando el panorama que se extendía frente a ellos. De pronto, a su mente vino la imagen del día en que estaba paseando en ese mismo lugar con David y encontraron a aquella pequeña que había perdido a su mamá. Y entonces, por primera vez en un año, el recuerdo de David lo hizo sonreír en lugar de encoger su corazón.
Cerró los ojos. Respiró profundo y exhaló. Era como si se hubiese eliminado aquel gran peso que aprisionaba su pecho. Hacía mucho tiempo no se sentía en paz consigo mismo. Pero en ese momento, era como si el viento que removía las hojas de los árboles estuviese removiendo también su nostalgia y todas sus aflicciones. Siguió caminando por los senderos del parque de la mano de Maia, mientras la suave brisa chocaba contra su rostro.