Eternamente mía

5. Quinto encuentro

ELLA

No quiero morirme.

Antes pensaba que había aceptado mi destino. Sé que vinimos a este mundo con algo seguro: La muerte.

Unos se ven primero que otros, pero es la ley de la vida.

Sin embargo, nunca había sentido miedo de esto, ahora me aterra irme y dejar todo esto que he vivido en solo tres meses.

Encontré el amor. ¿Quién se iba a imaginar? Ahora que siento esto dentro de mí, esta necesidad de tenerlo siempre a mi lado, de sentir su calor, su cuerpo, su respiración, sus besos y desde luego su tacto, no quiero irme. No quiero dejarlo. Me niego…

¿Porqué todo tiene que ser tan jodidamente cruel?

Limpio las lagrimas que resbalan por mi mejilla mientras las ganas de vomitar me inundan, los medicamentos no me hacen nada. Cada vez la deficiencia me hace más débil. No puedo luchar contra no inevitable, de eso estoy segura, pero lo amo.

Lo amo tanto que duele saber que no podré compartir toda mi jodida vida con él. Bruno me ha dado la energía, la chispa que me faltaba.

Me levanto lentamente, el dolor es insoportable y al mirarme al espejo solo me entran ganas de llorar.

—¿Aurora? —la voz de mi madre me hace girarme y cuando me ve llorando, se alarma visiblemente.

—No pasa nada —le aseguro, pero los sollozos que salen de mi boca demuestran lo contrario. Mis hombros se mueven de arriba hacia abajo, incontrolables e indomables.

—Mi niña…

—No quiero morirme, mami… no quiero —tengo treinta años pero esta vez siento ese mismo miedo que advertí cuando pequeña al pensar que había un monstruo en mi closet—. No quiero dejar a Bruno…

Miedo.

Miedo…

Miedo.

—Yo tampoco quiero dejarte, princesa Aurora —su voz me hace despegarme de los brazos de mi madre, y cuando lo veo, todo grande e imponente en la puerta de mi habitación, con un ramo de flores entre sus manos y un rostro de derrota, avanzo hasta sus brazos a medida que el dolor me lo permite.

—Te amo, Bruno —confieso lo que no quería soltar. Siento sus lagrimas mezclarse con las mías en medida que nos besamos, que sus brazos me aprietan con delicadeza, pero con firmeza.

He perdido la cuenta de las veces que sus labios han tocado los míos, ha de ser porque todas y cada una han sido memorables.

¿Cuándo muera tendré recuerdos del amor de mi vida? ¿Sabré que ya no estoy, pero me fui siendo jodidamente amada?

Quiero recordarlo, deseo que sea posible.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.