Eternamente Tu [parte Uno]

CAPÍTULO V

- ¿Qué has pensado, Siomara? - Kenneth, rompe el silencio y levantó la vista para mirarlo.

- ¿Sobre qué, exactamente? - Le pregunto.

- Sobre... nosotros. - Suena nervioso, pero al mismo tiempo, decidido.

- Aun no tengo nada en concreto, aunque... tengo muchas dudas. - Trago saliva y dejó de mirarlo. - ¿Qué pasaría con Madison? ¿Con tu compromiso? - Sólo de pensar lo que quiere hacer...

- La dejaría. La dejaré. - Dice decidido, bastante a decir verdad, tanto, que me asusta.

- Pero si así ya me odia, ahora imagina si acepto y la terminas por mi culpa, y con una... boda en puerta. - Niego con la cabeza y me dedico a mirar por la ventana.

- No te odia... - Se calla. - ... bueno, quizá sólo un poco. Pero deberá entender que entre ella y yo... ya no va a funcionar más. - Vuelvo mi vista a él, y parece bastante sereno. Todo lo contrario a mi.

- Quizá... - Asiento y alejó de nuevo mi vista de él.

- Vamos, Siomara. - Se queja. - Deja de darle tantas vueltas al asunto. - Me toma la mano y con la otra conduce.

- Entiendeme, Kenneth. No quiero más problemas con la mujer que tienes como prometida. - Comienza a conducir con mi mano y la suya.

- Esta bien, sigue pensándolo, pero no demasiado. - Asiento y alejo mi mano del volante.

Pego mi frente al vidrio de la ventana y cierro los ojos, pensando en todo y a la misma vez en nada.

Unos labios tiernos, me acarician la sien, dejando a su paso un rastro de besos, y en el fondo quiero voltear y responder, pero sobre todo, quiero seguir durmiendo.

Gimo y me remuevo incómoda.

- Siomara, despierta. - Me habla Kenneth, en voz baja.

- No. - Gimoteo.

- Ya estamos en casa. - Susurra divertido.

Abro los ojos a regañadientes, y ya me encuentro en la habitación del departamento de Kenneth.

- Hola. - Me besa la frente.

- Hola. - Lo miro a los ojos. - ¿Tu me subiste hasta acá? - Le pregunto y veo como un brillo comienza a crecer en sus ojos.

- Así es. - Se tumba a mi lado en la cama.

- Debo ir a darle las buenas noches a Max. - Intento levantarme de la cama, pero de inmediato me lo impide.

- Ya es tarde, y esta dormido en la habitación de London. Pero... la que quiere hablar contigo es, ella. - Me ayuda a deshacerme del peinado y sonrío.

- ¿De qué querrá hablar conmigo? - Frunzo el ceño y él sólo se encoge de hombros.

- ¿Quieres que la llame? - Me pregunta.

- Si, por favor. - Sonrió. - Oye... gracias por todo. - Me acerco a él y lo abrazo.

Se siente tan bien el calor de su cuerpo, que quisiera quedarme así durante un buen tiempo. Está sensación, me da la impresión, de que a su lado puedo lograrlo todo.

Me besó de nuevo la frente y nos separamos.

- Iré por London. - Me dice y yo asiento.

Se levanta de la cama y sale de la habitación.

¿Será que podré darle una oportunidad a Kenneth, algún día?

Oigo que llaman a la puerta y después entra London.

- Me dijo Kenneth, que ya podía venir a verte. - Se sienta al borde de la cama.

- Si bueno, me dijo que querías hablar conmigo, ¿sucede algo? - Le pregunto y ella desvía la mirada de mi.

- Ah sí, bueno... aun no me cuentas lo que está pasando entre Kenneth y tú. - Dice y de inmediato, puedo darme cuenta de que está mintiendo.

- Ve al punto, London... - Le digo en modo de advertencia y ella comienza a juguetear con sus dedos.

_ Ha, pues... Madison... vino hace unas horas... y junto algunas camisetas tuyas y algunos trajes de Kenneth... y los... quemó. - Me quedo pasmada al escucharla.

«¡¿Que esa loca hizo que!?»

¿Como se atreve?

- Y dijo que es mejor que te alejes de Kenneth. Además a él, le dejó un recado en el espejo de su baño... intente borrarlo, pero... me fue imposible. - Se disculpa y yo no puedo dejar de sentirme furiosa.

Tengo que hacer algo, esto ya sobrepasó los límites.

- Tengo que hablar con, Kenneth. - Me levanto descolocada.

- Oye tranquila, yo lo llamo, ¿bien? - Niego con la cabeza.

- No, no, no, aquí espérame. Yo iré a su habitación a hablar con él. - Salgo de la habitación y cruzó el pasillo hasta llegar a la de Kenneth.

Toco la puerta y no espero a que responda.

Casi me infarto al ver a Kenneth, con los nudillos de la mano sangrando, sentado a la orilla de la cama y con la cabeza agachada.

- Kenneth, dios mío, ¿qué hiciste? - Cierro la puerta detrás de mí y me acerco a él.

- Madison, está loca. - Es lo único que dice.

- ¿En dónde tienes un botiquín? - Le pregunto.

- En el baño. Yo voy por el. - Se levanta de la cama, pero lo detengo.

- No, yo voy. - Me apresuro a caminar hasta el baño.

Si con las heridas de Kenneth, no me infarte, con esto seguro que si.

Había una fotografía mía, pegada al espejo del baño, tenía algunas marcas, simulando lágrimas de sangre. 
Y la parte de abajo, estaba rota. Supongo que Kenneth, lo rompió y por eso está herido.

«¿Que mierda decía como para que Kenneth, se haya atrevido a romperlo con los nudillos?»



#48917 en Novela romántica
#32227 en Otros
#4618 en Acción

En el texto hay: soledad, abandono, romance

Editado: 29.04.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.