Dos semanas más tardes, acudió a mi consultorio, Adam Santamaría mi amigo, al igual que mi otra paciente, con las mismas inquietudes. Adam quería saber sobre de sus sueños despiertos y vividos, al llenar su informe me contó que tenía un dolor que lo atormentaba, la tristeza le impedía disfrutar de los placeres de la vida. Sus sueños despiertos o trance le afectaban ya en su vida, me contó que esos trances se volvían repetitivos.
— Dime algo Adam, reconocer el lugar de tus sueños.
— No…
— No recuerdas nada de esos sueños, sitio, dónde estás, que haces.
— La verdad que no lo sé, por eso estoy aquí para que me ayude.
— Ok, Adam, vamos a ver cómo te puedo ayudar.
— Sí, porque estoy cansado de estos sueños despiertos.
— Tal vez obtengamos una respuesta con algo nuevo que estoy implementando, son sesiones de regresión, hipnosis, generalmente las uso en personas que necesitan esa ayuda. ¿Estás preparado para esto?.
Adam asistió y nos pusimos manos a las obras, al llegar a consulta ya me imaginaba que él podía alcanzar un estado de hipnosis profunda. Había examinado sus ojos cuando estábamos hablando al llenar el informe, me sorprendí cuando alcanzó relajarse completamente. Algunos de mis otros pacientes le costaba mucho entrar en profunda hipnosis. Pero mi amigo lo hizo rápido.
— Vamos amigo relájate, no importa lo que venga a tu mente, no te preocupes si hoy no tienes algún recuerdo, esto es cuestión de práctica.
Mientras le hablaba a Adam, se iba apaciguando hasta que empezó a entrar en un estado de relajación profunda. Su respiración se apaciguó y se le aflojaron los músculos, parecía que se hundía cada vez más en el sofá. Poco a poco y lo fui llevando hacia atrás en el tiempo.
— Para empezar recuerdas la última vez que estuvisteis con alguien a tu lado. Utiliza todos tus sentidos, recuérdalo todo sí.
Le decía a Adam que se relajara más, le insistí que lo hiciera, su respiración era más profunda y pesada. Le dije que no iba a perder el control que yo estaba allí para ayudarlo.
— Escúchame Adam, si en algún momento te sientes inquietó, mientras tienes un recuerdo, trata de flotar por encima de aquella escena, y alejarte de ella como si solo vieras una película. También puedes abandonar por completo esa escena, y trasládate a otro sitio. Y Adam no te desesperes, si te sientes muy intranquilo puedes terminal la sesión.
Finalmente se dejó llevar. Y regreso a una infancia vivida, sonreía de oreja a oreja, estaba feliz.
— Estoy en un parque de diversión, me agrada mucho todo lo que veo.
Adam disfrutaba de los recuerdos de su niñez.
— ¿Estás preparado para retroceder si más?. —le pregunto Santiago.
— Sí…
— Perfecto. Vamos a ver si puedes recordar algún hecho importante en tu vida pasada. —le dijo su amigo.
Santiago comenzó a contar del cinco al uno, Adam se vio atravesar una puerta grande del pasado. Para entrar en un espacio, en otro lugar y en otra vida anterior. Nada más llegar al número uno sentí su inquietud, de repente se asustó y comenzó a sollozar.
— Es horrible. Estar allí mi cuerpo tiembla y siento un nudo en mi garganta que impide tragar saliva, pero tuve que armarme de valor para enfrentar a lo que me esperaba en aquel sitio. Avancé despacio, con pasos titubeantes hasta llegar a un umbral, entonces allí estaba, la vi. Yacía sobre una superficie de piedra, apenas cubierta por un fino tejido de lino. Estaba inmóvil. No podía ser cierto, pero sí lo era. Me incliné sobre su cuerpo con lentitud. Tenía sus bellos ojos cerrados, No debí hacerlo, pero la toqué. Es un dolor tan grande el que siento, mis lágrimas comenzaron a brotar sin remedio, resbalando por mis mejillas. Por Dios que dolor tan grande siento.
En ese momento Adam se sentía aturdido, desesperado y desolado. Esto sucedía por las emociones ligadas al trauma, quedaron registrados en sí más profundo subconsciente. Con tanta fuerza que su alma la arrastrará a futuras encarnaciones. ¿Qué había ocurrido en aquella vida? ¿Y qué ocurrió después?.
— ¿Recuerdas algo más Adam?.
— Si un anciano me dices que no habría vuelta atrás. Que posiblemente no iba a saber cuántas veces podía regresar de la muerte hasta encontrarla. Me dice que a lo mejor tenía suerte y en la primera reencarnación podía hallarla, y me dijo también que si la fortuna no está de mi lado, podrían transcurrir más de tres mil años sin que ella se cruzasen en tu camino.
— ¿Sabes cuál es su nombre?
— No… No. Lo recuerdo. —contestó dubitativo.
Entonces la conocía, pero no quería decir su nombre, Adam había regresado a una vida, pero de qué lugar Santiago tenía que saber, dónde se encontraba.