Había tantas historias ocultas en el pasado, que, si no has vivido en él, era imposible que alguien, en algún momento, volviera a saber de ellas. Por esa razón había muchas que eran desconocidas, algunas que han sido heredadas tenían huecos y, aquellas que todos conocían, han sido contadas tantas veces que la versión actual era casi una historia nueva que poco tenía que ver con la original; aunque podría ser que, ante el capricho de la posibilidad, ésta clasificación tuviese muchas más categorías existentes, no había forma de saberlo. Quizás las contadas muchas veces habían vuelto a su origen, las que tenían huecos, pudieron llenarse con detalles insignificantes. Ante todo, estaban las historias desconocidas, las que existían, pero nadie sabía de su creación, o donde sólo se conocía un nombre, el titulo o personaje y lo demás, lo que se dijo de ello, era un misterio. Y en las historias desconocidas, ocultas, estaban las que no debían saberse, las que no podían contarse, las que se callaban y las que se evitaba que salieran a la luz.
¿Y las que no se entendían?
Había mucho en el pasado que ella requería comprender o se quedaría estancada. Debía actuar para comenzar el movimiento de la próxima pieza de engranaje, justo la que más deseaba. Averiguaría tanto como fuera posible para que aquellos que conociesen ese mundo, nunca usasen ninguna información en su contra.
Saber. Conocimiento. Ya no podía elegir eludir nada.
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No entendía que era lo que Kahler y los demás buscaban. ¿Qué sentido tenía recuperar a esa persona? ¿La querían de vuelta porque formaba parte de ellos? Si se había ido por voluntad propia, lo anterior carecía de sentido. Si ella no deseaba volver, ¿servían de algo sus acciones? No harían más que obligarla a estar con ellos, ¿eso buscaban?
Por más que pensaba en ello, ninguna respuesta complacía a los hechos. Kahler la quería de vuelta por alguna razón que sólo él conocía. Sin embargo, los subordinados tenían tal interés que era como si se movieran por motivos personales. Estaba bien que por querer servirle de forma adecuada desearan cumplir lo que él quería, hacerlo por cuenta y motivación propia resultaba algo desconcertante viniendo de vampiros. Quizás las acciones de Kahler se pasarían por alto, pero no las de sus subordinados. Hacían que fuera inevitable que los cazadores pensaran que no conocían a su enemigo, aquel que han enfrentado por siglos. No se darían el lujo de ver más allá de su verdad, pues implicaría un cambio en su régimen de vida y no estaban preparados para cambiar. Era más que suficiente la alianza con Kahler que aún se mantenía. ¿Tratar al resto de vampiros como a él? No se rebajarían más.
Por el momento les bastaría con no tener de obstáculo al principal líder de sus enemigos. Aunque no podían saber qué consecuencias tendría dirigir su atención a Clarissa y tomar medidas en su contra. Por ahora a eso se reducían sus próximos pasos. Kahler o ella, ¿quién les traería menos problemas al enfrentarlo? En términos prácticos esa pregunta estaba demás.
♦ … ♦
El viento templado pronto sería reemplazado por uno frío y repentino. Por más que disfrutara de los cuadros con paisajes de hojas secas o blancos campos, vivir en el centro del mundo imposibilitaba que alguna vez viese esos momentos de forma directa; eso jamás sería una pena o angustia porque, aunque amara ver un sinfín de paisajes con muchos tonos y colores, pintados en cuadros o fotografías, nunca amaba lo suficiente algo para desear tenerlo real y nítido frente a ella. Nada de eso era malo porque estaba bien con lo que tenía, más aún porque pronto encontraría lo que buscaba.
Los proyectos de ninguno de los otros se hallaban en movimiento, los cazadores, Kahler, ninguno había hecho un avance en lo que buscaban y querían. Ella en cambio estaba muy cerca de lograr su objetivo. Los cinco años transcurridos tuvieron su ganancia.
Comenzó después de que lo intentó y no ocurrió nada, creyó que al hacerle beber su sangre ocurriría lo mismo que sucedió cuando una sangre similar hizo algo por ella. En aquel momento cuando falló, se sintió como si ser ella no fuera suficiente.
Enseguida fue arrastrada lejos, hubo aprensión, ansiedad y miedo cuando estuvo con todos ellos, cuando se vio obligada a seguirlos. El intermedio no quería recordarlo por el momento… Fue después, cuando dejó que las cosas se asentaran, que la idea se le ocurrió. No fue la gran cosa, sólo le vino a la mente el suplemento y las habilidades que desarrolló. Bastó tener en su mente esas dos ideas para que pensara que podría hacer algo, lograr lo que creyó que podía ocurrir. Necesitaba muestras, un microscopio, equipo de laboratorio, leer sobre biología y medicina, tal vez química también. Debía de haber algún modo de crear lo que necesitaba.
Ahí la biblioteca estaba alejada de todo; en el camino ignoró el charco inesperadamente limpio en el pasillo y las salpicaduras en sus zapatos al llegar ante la puerta, ésta se veía vieja y tenía fisuras, sintió un gran peso cuando la movió y rechinó; debió empujar un poco para que la madera hinchada se moviera más allá de una posición que parecía haber durado demasiados años. Imaginó que de algún lado llegaba el agua que se colaba ahí en el subsuelo. No había iluminación, por suerte, como el viento no llegaba hasta esa profundidad, el polvo no se levantó para meterse en sus ojos y nariz. Al menos no olía a humedad, pero sí a encerrado, a papel, cuero y cera.
El primer estante a la derecha contenía algunos volúmenes sobre ciencia, era seguro que esos temas estuvieran al frente y la literatura y poesía al fondo –todos debían organizar sus bibliotecas del mismo modo, o algo así. No le preocupaba que fuera a estudiar libros viejos, ya sabía que ellos poseían sus propios estudios de todo lo observable y que además estaban adelantados, si por pura casualidad llegaba a necesitar algo que no estuviera ahí, averiguaría donde podía buscar algunos libros más actuales. Ya llevaba casi seis meses ahí, aunque no estaba en su mejor ánimo o estado espiritual, leer de seguro la mantendría distraída.