Eternidad 2, Primavera Eterna

Capítulo VIII – Cómo perdieron

No sabían con certeza qué hacer. Lo que los cazadores estaban por llevar a cabo no era nada bueno. A parte del hecho de que estaban decididos a matar a Clarissa y a los suyos, lo que sobre todo les importaba, lo otro estaba al mismo nivel de preocupación ya que ellos harían algo que nadie iba a aprobar. Aunque los cazadores vigilaban y mantenían a raya a los vampiros y sus asuntos, no tenían la libertad de ir y exterminar a todo un grupo a menos que su creador lo aprobara y la tarea no fuera nada más de ellos, pues si ocurriese el hecho de que tuvieran que eliminar a un grupo entero, se consideraba asunto de los vampiros y los cazadores por igual, uno porque era de los suyos y el otro porque protegía la vida de los humanos.

Si en verdad los cazadores iban y acaban con Clarissa y los demás, todos en la comunidad de vampiros se enterarían, y por la acción de que fue una decisión deliberada de los cazadores, se tomaría como una grave ofensa a su especie. Ello daría una razón suficiente para que su mundo se volcara contra los cazadores y quisieran su desaparición.

El asunto nada más se podía solucionar de dos modos, uno, o decían la verdad sobre Clarissa, lo que invalidaría la justificación para el exterminio de los cazadores y ellos también perecerían, o dos, los convencían para que retrocedieran en su propósito. En cuanto a las ramificaciones de cada caso sólo la dos no generaría nada malo, como dejar a su comunidad sin una barrera que no podían pasar, la cual era Kahler y ellos como su clan, sólo los pondría más en una mala posición ante el resto de vampiros. Después de todo hacía tiempo se quedó atrás la idea de que su mundo no se enterase de Clarissa.

—¿Cómo podemos ayudarla? —dijo Sara a todos.

—Si siguiera con nosotros. —James le contestó.

—¿Por qué Kahler no está aquí? Se encerró de nuevo después de decirnos lo que sucedió.

—No sé.

Ambos miraron hacia Adam, lucía desapegado y distante de lo que estaban discutiendo, debía estar pensando el algo más.

—Lo que quiero saber es por qué tampoco está reaccionando a esto. Cuando regresó y nos comunicó eso como si fuera cualquier evento mundano que ha ocurrido, fue muy… —Adam no continuó.

—Desconcertante.

Sara dijo exactamente lo que era.

La voz de Carl tenía un matiz de preocupación que seguía usando con frecuencia en cada ocasión que había algo que discutir sobre los problemas que ocurrían.

—¿Entonces no le importa? —Faltó poco para que Carl bajara la cabeza.

—Puede que crea que ahora que se ha ido y formado su lugar en otra parte, no sea ya parte de nosotros. Él la trajo aquí para cuidarla y su permanencia la cedió por ustedes. —Algo en Dylan mostraba que se esforzaba en ser neutral.

—Dylan, él también la estuvo buscando. —Le replicó Adam.

—Lo dejó.

—Eso no significa que no le importe.

—No está aquí, así que creo que es bastante obvio.

La discusión entre Adam y Dylan se detuvo cuando el primero no supo que más decir. La mirada que Adam le estaba dando a su compañero, una de traición, no le gustaba a éste. No era como si Dylan no estuviera diciendo lo que veía como verdad, no intentaba ser mezquino en esto, su compañero debía ver eso. La pelea de miradas cesó en cuanto Adam lo entendió y cedió, el semblante resignado no le gustó más que lo anterior.

El sonido proveniente de las escaleras los distrajo, miraron hacia allá; Kahler descendió hasta llegar ante ellos, sin ningún reconocimiento o pedida de atención habló.

—No harán nada ante la decisión que tomaron los cazadores, no es su asunto. No me involucraré en lo que no me concierne; y no, esto no lo hace. Ella tiene que saber sobre lo que está haciendo.

—¿De verdad no la vas a ayudar? —Sara, como los demás, no estaban entendiendo por qué.

—¿Por qué lo haría?, ella no es parte de mi Clan… no les pertenece. Debieron pensarlo mejor cuando se propusieron tenerla para ustedes.

La inflexión no significativa de su voz les recordó a la primera vez que cada uno se encontró con él, cómo en medio del resultado de un gran caos, les habló con verdad sin intentar la empatía, el consuelo o la amabilidad. Era una de las marcas más notorias de cómo era él en realidad. En un término más claro, no le interesaba el asunto, pero tenía algo por no dejar que la realidad de la situación eluda a las personas. El Kahler que vieron ante ellos en el inicio era centrado, analítico, no se dejaba mover por las emociones porque él era más fuerte que cualquiera que pudiese llegar a sentir; con él había una gran diferencia entre alguien que carecía de interés por lo externo y alguien que nada más era indiferente, porque no fue un estado que llegó con el tiempo al procesar lo que veía, aprendía y creía, él nació de esa manera.

Lo que fuere que lo cambió por un momento, en verdad no significaba nada. Si lo hiciera, hubiera durado o generado un cambio. Que incluso sus palabras les mostraran qué hicieron mal, les decía mejor cómo era, fue muy parecido a sus primeras palabras para ellos. Lo único que les quedaba por hacer era seguir adelante y nada más, tal como hicieron en aquel pasado distante.

Adam recordaba muy bien la imagen de su familia, de su Clan. La componían varias personas con cabelleras rubias, piel clara, ropa formal usada de modo personalizado, sonrisas y ojos iluminados. Sus padres, los cabecillas, tuvieron nada más un hijo, él; el resto de su familia eran primos, tíos y primos-sobrinos que ya podía mirar de frente. Recordaba el reloj de bolsillo de su padre; el aroma a jazmín de su madre; la exuberante alegría de un cuerpo femenino cubierto siempre con tela lavanda, moviéndose de un lado a otro siendo feliz, perteneciente a una gran amiga; ella encajaba con ellos a pesar de venir de fuera, de un clan separado que se dividió porque nunca crecía.




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