Había pasado tiempo desde aquel momento, ese tiempo que no se cuenta ni en horas, ni en días ni en años. El ciclo del bien y el mal se encontraban estáticos, equilibrados tal vea para aquellos que necesitaban de ese poder para poder seguir direccionados por la profecía que precisaba de aquella sangre pura para hacerse invencible.
Aika, la bruja blanca estaba inmutable en su trono de hielo, no había pronunciado palabra desde el suceso con Liam, atemorizaba verla como un estatua viviente, sus ojos cerrados, su respiración silenciosa, no permitía que nadie la viera…salvo aquella voz que de inmediato hizo que sus ojos volvieran a la realidad.
_Podría matarte con solo un movimiento de mi pequeña mano…pero soy tan iluso que aún creo que hay algo en ti que puede salvarnos-Sintió el frio metal de la daga sobre su cuello, pero eso no la estremeció, lo que sí lo hizo fue escuchar la voz de Joy.
_Te dejaría matarme, no lo impediría…es más estoy muerta, ya no hay vida en mi…
Joy dio un giro y un salto y se posicionó frente a ella, no iba a preguntarle cómo burlo toda la guardia, lo conocía muy bien y sabía de las habilidades de su pequeño amigo…dolía ver su mirada cargada de odio.
_No pudiste haberlo matado…sé que no lo harías, el amor era real entre ustedes…
Joy no desvió su mirada inquisidora y doliente. Necesitaba tener esperanzas, ella no podía haberse convertido en aquel monstruo.
El silencio solo fue esa respuesta brusca y turbadora que dejaban todas las respuestas nulas suspendidas en la nada.
_ ¡Contéstame maldita seas!_ Grito Joy asqueado de tantas traiciones.
_ ¡Está muerto!, ¡muerto!, entiéndelo de una vez, esto es lo que soy, lo que he sido siempre, esto es lo que convierte el amor puro, seres oscuros miserables, débiles, yo no lo soy entiéndelo de una vez y si quieres seguir viviendo vete muy lejos, esto se convertirá en un infierno…_No eran lágrimas eran agua escarchada que vertían sus ojos.
Joy esta vez convirtió su mirada hacia ella en tristeza, en lástima…
_Pobre de ti…pobre tu alma._ Le dio la espalda y desapareció en aquella penumbra pesada y y asfixiante…Aika sintió que las lágrimas cristalizadas habrían surcos hirientes en sus mejillas…no importaba, ya ningún dolor importaba…