Kim Taehyung comenzó a sentirse muy ansioso, desesperado, aunque sus pies avanzaban lo más rápido que podía, la paranoia de sentirse perseguido comenzó a atacarlo, nervioso buscaba con la mirada por los alrededores si había algún merodeador pero no encontraba nada, sin embargo entre todo su terror, tomó un camino erróneo, llevándolo a un callejón sin salida.
Y ahí... El hombre lo acorraló.
Cuando se dio cuenta de que no había escapatoria quiso regresar por dónde había entrado, pero apenas dio vuelta chocó con la mirada de un individuo, no se le veía el rostro por la capucha que tenía sobre su cabeza, era alto, su gabardina negra cubría cualquier cosa que el pudiera recordar al otro día... si es que quedaba vivo. El temblor en su cuerpo se hizo presente por mil veces, quería correr, quería gritar, pero el miedo impidió que de su boca saliera sonido alguno, no había escapatoria... estaba acabado.
En su corta vida había pedido muchas veces morir, incluso esa noche donde todo su cuerpo dolió, pero su muerte no llegó y ahora que la veía a los ojos, tenía miedo. Aún no había vivido lo suficiente para dejar de respirar tan pronto. Quería amar, quería sentirse amado, poder sonreír sin necesidad de fingir alegría. Tenía ganas de hacerlo, pero ahora delante de él se encontraba su final. Así lo intuía. Sabía que nada bueno saldría de esa noche, maldito el momento en que dejó de observar el reloj y perdió la noción del tiempo.
— Pero mira que bonita personita... — la voz grave, tan sucia, tan terrorífica erizó la piel del pequeño castaño que se paralizó de cuerpo entero, cerrando los ojos, apenas dijo en un susurro.
— Po-por-favor... No me haga nada.
Llevando su rostro hacia abajo, tratando de ocultarse de ese hombre, como si cerrando los ojos fuese a desaparecer.
— No tengas miedo cariño, lo disfrutarás. — complementó el hombre delante suyo.
Cada vez más cerca, cada segundo que pasaba ahí encerrado sabía que era un segundo más que lo llevaría al dolor nuevamente.
— No, porfavor. — suplicó aterrorizado y lágrimas gruesas comenzaron a salir de sus órbitas, lucía como un niño pequeño temblando a más no poder.
— No hay nadie quien te oiga ahorita precioso — se burló el tipo, agarrando la mejilla del pequeño y rozándola con la yema de sus dedos, podía sentir lo suave y tersa que ésta era, creía que ese chico era muy bonito y que esa noche había tenido mucha suerte.
— Por favor, no diré nada — se alejó de su toque — Solo déjeme ir...
— Sé que no dirás nada — apresó sus mejillas entre su gran mano, apretando más fuerte para amenazar al chico con voz furiosa — No tendrás manera de decirlo si te corto la lengua...
Pudo ver como el niño delante suyo temblaba del miedo y eso lo hizo reír. Una risa sofocada apenas y se oía, el pecho subía y bajaba divertido al ver tal escena tan divertido según su mente.
— No, Porfavor no... — volvió a suplicar lleno de terror en su cuerpo.
No quería morir, mucho menos que le cortaran la lengua, no quería estar ahí, lo único que quería era una oportunidad de seguir.
— Sabes que rogar no cambiará nada.
El hombre susurró tan cerca de su mejilla que su aliento lleno de nicotina hizo sentir asqueado al castaño, al ver lo divertido de la situación, sacó su lengua y lamió su mejilla por toda su extensión.
— Sabes delicioso, estoy seguro que te sentirás aún mejor...
— Porfavor... — suplicó una vez más.
Entonces entendió, sabía que su final estaba cerca y justo en ese momento pidió morir, que si alguien lo escuchaba le quitara la vida, que no le permitiera a ese hombre lastimarlo. No quería sentir como alguien lo ultrajaba... otra vez.
— Corre...
Pidió el hombre de pronto y Taehyung abrió los ojos de golpe al entender lo que había dicho. ¿Lo estaba dejando ir? ¿Acaso había escuchado bien? Entonces una luz de esperanza recorrió su cuerpo anémico.
— Uno... Dos...
El chico no entendía, pero no se quedaría a averiguarlo, sus piernas se movieron como si tuvieran vida propia, aunque no podía correr del todo debido al shock en el que se encontraba, lo intentó, quiso correr. Y así lo hizo, poco a poco sus piernas avanzaban el mismo trayecto que lo había puesto en esa situación, su corazón acelerado corría desesperado, avisándole que no dejara de correr, que su vida corría peligro, su mente le jugaba sucio trayéndole a su mente las imágenes de aquella noche. Donde su vida cambió para peor. Donde todo su mundo se convirtió en un infierno sin si quiera pedirlo.
De pronto el castaño comenzó a sentir pasos detrás suyo, aunque volteaba de vez en cuando pero no veía a nadie, el hombre había desparecido, rogaba al cielo que así fuera, la angustia se adueñó de su cuerpo y quiso caminar más rápido pero los zapatos se lo impedían, con el sueldo que había ganado esa semana se habían podido comprar un nuevo par los cuales aún estaban duros, no había tenido tiempo de amoldarlos y ahora lo estaban lastimando e imposibilitando su huida.
El aire frío de la noche chocaba con su rostro, quemando su piel, lastimando ante cada golpe de viento, entre más corría este más lo lastimaba, sus ojos ardían, el vaho salía de su boca cual chimenea y la agitación de su pecho era irregular, no sabia como acompasar una respiración que le permitiera correr sin tropezar. Ahora también odiaba el no asistir a sus clases de gimnasio al menos sabría como correr sin dificultad.
A tan solo uno pasos de llegar a la salida de ese callejón, así de cerca de una posible ayuda, unas manos lo tomaron la cintura con fuerza y taparon su boca.
El castaño quiso gritar con todas sus ganas, pero no pudo debido al trapo que pusieron en su boca, por instinto empezó a patalear, pero fue en vano, la fuerza del hombre sobrepasaba la suya por tres veces más, llevándolo atrás de unos contenedores de basura, justo ahí lo aventó de golpe y sin medida, su cabeza rebotó, pegando fuerte en el suelo haciéndolo marearse al instante, su mirada se nubló de golpe, pero no se rendiría, quiso arrastrarse por el pavimento frío, alejarse de ese lugar, con sus largos dedos aún se aferraba a la idea de huir...