En mí vida tenía reglas, ellas me protegían y me mantenían a salvó.
No me interesaba si las de más personas pensarán que estaba desperdiciando mi vida solo por no ser como los demás adolescentes, porque yo sabía que no era así y eso era lo que importaba.
Mi mayor consuelo era que tenía a mis amigas que aunque no eras “alocadas”,—aun qué de alguna manera yo creo que lo somos— sabíamos cómo divertirnos.
Que era lo importante.
Pero solo basto con romper una regla, solo basto con hacer algo que normalmente no haría, para que mi vida se fuera a la basura.
Estaba pérdida.
Y como si no fuera suficiente, luego apareció él—El mismo chico que intento matarme— para mejorarlo y empeorarlo todo al mismo tiempo.
El era todo lo contrario a mi, un completo rompedor de reglas, un desordenado.
Y ESO no es lo peor, ahora estábamos en una clase de relación falsa.
Así que me hice mis propias reglas que prometí no romper para no caer en su juego.
PRIMERA: No empatizar con Damien.
SEGUNDA: No hacer contacto visual al menos que sea necesario. (Sus ojos son como un campo minado que te tragarían en segundos).
TERCERA Y ÚLTIMA: Y te aseguro que esta es la más importante.
NO ENAMORARSE DE DAMIEN.
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