Todos estaban ahí en el cumpleaños de Aurora. Ella lucía una casaca de Brasil y unos jeans dorados. Había niños y adolescentes por todos lados. Los amigos de ella estaban cerca. Morgan no sabía qué hacer. No le gustaban las fiestas. Solo estaba porque lo pidió el psicólogo. Vio a Brian darle un abrazo a la chica que la incómodo y lo alejó enojada. No le gustaba eso. Era muy reservada. Morgan se sirvió un vaso de jugo y se sentó con sus amigos.
—¿Estás bien?—le preguntó Joey viéndolo nervioso.
—No me gustan las fiestas.—dijo Morgan bebiendo del vaso.
—Estas fiestas son una miseria, lo sé. Pero festejamos algo, amigo.—dijo Joey.
—Entiendo.—dijo distraído. Quería irse a otro lugar.
Brian se acercó. Se sentó al lado de Morgan. Estaba callado. La chica lo sermoneo. Estaba molesto. No pensaba hablar con ella nunca más.
—¡Está loca!
—Por eso estamos acá, amigo.—dijo Lester.
—Le di un abrazo por su cumpleaños...no entiendo a Aurora.—se quejó Brian.
—¿Quién puede entender a las mujeres de este psiquiátrico?
—A mí me pidieron que hablé con ella. El psicólogo.—intervino Morgan preocupado.
—El psicólogo Abraham es un idiota. Suerte.—dijo Brian enojado—Esa chica está loca.
—Vos podés, Morgan. Te hará caso.—Alento Joey.
—Lo intentaré...
Morgan se puso de pie. Sintió que iba hacia su primera misión suicida. No sabía que iba a decirle a Aurora. Ella estaba hablando con Dánae, riéndose de tonterías y viendo unas fotos. Se acercó.
—Hola. Feliz cumpleaños.—fue directo.
—¡Morgan! Gracias.—saludó Aurora con una sonrisa.
—¿Qué hacen?—preguntó él intentando mantener la calma.
—Son fotos de los gatos del edificio. Dánae hace fotografía divertidas de todos aquí. —respondió Aurora—¿Querés verlas?
—Si no es molestia, no quiero interrumpir.
—Claro que no. Míralas conmigo.—sugirió la cumpleañera.
Morgan se sorprendió. No esperaba hacerlo tan rápido. Ella le parecía tan tranquila cuando estaba cerca como si tuviesen una conexión. Se sentaron juntos y vieron las fotos de su amiga. Podía oler el perfume de Aurora. A coco que desprendía su pelo y su piel era luminosa. Ella era increíble. Se sintió atraído por la chica.
Pasó una hora. El cumpleaños terminó y los encargados separaron a los grupos. Aurora le sonrió mientras se iba. Una sonrisa que no olvidaría esa noche al dormir.
A la madrugada, cerca de las tres. Se despertó abruptamente por los encargados despertando a todos, golpeando las puertas y entrando a los dormitorios. Sus compañeros se levantaron rápido y sacaron de la cama a Morgan que estaba tan dormido. Tardo en reaccionar.
—Todos al patio ¡Ahora!—ordenaron.
—Hay problemas. —dijo Joey.
—¿Qué pasa?—preguntó Morgan caminando hacia el pasillo con sus amigos.
—Estamos castigados ahora.
—¿A esta hora?
—Sí. Ellos son así.
Fueron hacia el patio junto al resto de los muchachos. Estaba lloviendo con fuerza. Había diez grados. A nadie le importó. El director les gritó con un megáfono desde un balcón cubierto por un pilotín, explicando el motivo de despertarlos a todos para dejarlos parados bajo la lluvia y con frío por veinte minutos. Luego irían a cambiarse e irse a dormir sin hablar.
—Qué locura...—susurró Morgan.
—No hables o va a ser más tiempo.—dijo Brian.
Todo el psiquiátrico estaban bajo la lluvia siendo castigados por otro niño que lo pensó mal.
Nadie habló. Era un silencio completo. Se vistió, se secaron y se quedaron dormidos con fríos, enfermos y con dolor.
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Editado: 20.02.2025