Eterno: Ciudad en llamas

5. El padre

Aurora estaba rezando. No habló con nadie desde el castigo. Su amiga no se acercó. La conocía muy bien ni nadie más se acercaba si Dánae no lo hacía. Morgan aprendió a conocer los tiempos de depuración de Aurora cuando eran castigados o algo malo ocurría, la chica era dañada emocionalmente. Brian se olvidado de Aurora, ahora que Morgan estaba tratando de conseguir ser su amigo.

La hermosura no era todo en Aurora, había algo más misterioso que lo inquietaba a no dejarlo de acercarse a ella.

Estaban en la clase de biología, estudiando el cuerpo humano y sus características. Morgan sabía todo. Solo estaba perdiendo el tiempo.

"No tienes que enamorarte de ella, hijo"

Escuchó una voz clara en su cabeza. Sintió un impulso hacia atrás cayendo de la silla y llamó la atención de la maestra que lo regaño por interrumpir la clase. Le dio una advertencia. Morgan se disculpó y explicó que alguien lo empujó hacia atrás. La mujer entendió.

—Tratare de estar tranquilo.

"Por fin, mí herencia"

No entendía qué estaba escuchando. Ese hombre lo reconocía. Era cierto todo lo que decían. Existían personas poderosas que buscaban a sus hijos perdidos. Pero ¿Quién era su padre? Quería conocerlo. Dijo herencia. Sería millonario. No tendría que preocuparse por trabajar por lo menos. La clase siguió sin sobresaltos.

En el almuerzo, Morgan vio a Dánae acercarse a Aurora. Estaba más tranquila. Podían hablar. Era su momento. Se acercó. Se sentó con su bandeja de comida.

—Hola, chicas.

—Morgan.

—¿Todo bien?

—Eso intento. No soportó todo esto.—dijo Aurora —Quiero a mi padre. Quiero irme.

—Yo también. Solo llevo unos días y lo odio tanto como ustedes.

"No te acerques, Morgan"

Otra vez, fue lanzado hacia atrás con fuerza. Se golpeó la cabeza. Las chicas se levantaron preocupadas. Se acercaron.

—¿Qué fue eso?

—No tengo idea...Me pasó está mañana.

—¿Podes sentarte?

—Creo que sí.

—Volaste.

—Lo sé.

—Están pasando cosas raras.—dijo Dánae.

—¿A qué te refieres?—dijo Morgan.

—Anoche un chico enloqueció y trató de matar a un científico.

—¡Santos Dios!—dijo Aurora.—Nunca paso algo así.

—Estamos cansados de ser sus ratas, Aurora. —le recordó su amiga.

Ayudaron a Morgan.

Esa tarde, tenían gimnasia. Morgan corría junto a Joey y Brian en el patio. Iban dando tres vueltas, cuando el chico vio a un hombre parado a unos metros, lejos de los estudiantes. Vestía de traje oscuro con una mirada siniestra y lo saludó. Morgan dejó de correr. Lo miró con intriga. Se separó del grupo, caminando hasta él.

—¿Quién eres?

—Pronto, nos conoceremos.

—Morgan, ven a correr. Te faltan tus dos vueltas— gritó el entrenador.

—Ve a correr, niño.

El hombre sonrió, pegando media vuelta y se fue caminando. Entró al edificio. Morgan estaba confundido, ¿Sería su padre? Regresó.

—¿Qué pasó?—pregunto Joey.

—No lo sé.

—Luce como un tipo con mucho dinero.—menciono.

—O le gusta parecerlo, no sé.

Luego de gimnasia, lo llamaron de dirección. Estaba transpirado y cansado. Se preguntaba que quería el director ahora, ¿Acaso no podía estar tranquilo? Llegó. Tocó la puerta y entró. Allí, estaba el hombre de traje parado frente a las ventanas con una taza de té caliente. Lo esperaban.

—Morgan, ¿Cómo estás?—saludo el director.

—Bien, me duele la cabeza.

—Luego vemos eso. Ahora quiero hablar contigo.

—De acuerdo.

—Te presentó a Lucifer. Él es tu padre.

—Hola, Morgan Star.

—¿Sabes mi nombre?

—Tu verdadero nombre, de hecho.—respondió el hombre de ojos negros—.Vengo a darte una advertencia y hacer un trato con el director de este lugar. Pero quiero que estés presente para saber lo que se trata.

—De acuerdo, está bien.

Morgan se sentó. La secretaria le trajo el antibiótico para el dolor de cabeza y agua, se fue. Quedaron los tres charlando sobre el control de las actividades del Centro de Salud Juvenil que coordinaba el director hace unos años. Lucifer conocía a muchos de los padres que no estaban interesados en venir a buscarlos o no estaban enterados todavía que eran padres, pero él no quería dejar a estos niños huérfanos y sufriendo en lugar donde pasaban cosas que no eran correctas para las edades juveniles. Aunque el director intentaba negar que no había actividades científicas ni experimentales con los niños del psiquiátrico, Lucifer se ofreció a darles un asistente para comprobar todas las instalaciones del edificio para evaluarlo.

—Señor no creo que eso sea bueno para los médicos.

—Yo no hago más que ayudar a los chicos y los padres deben saber en qué condiciones están sus hijos antes que vengan a buscarlos. No me haga clausurar el lugar y ellos terminen en un orfanato o regresando con sus otros padres.—insistió Lucifer.—En tal caso, me haré cargo yo mismo del psiquiátrico.

—¿Quién es usted?

–Debe saberlo ya.

El director no tenía opción. Tuvo que aceptar que Lucifer dejé a sus asistentes para evaluar el nivel y el servicio de cuidado de los niños del Centro. Luego se acercó a Morgan.

—Cuídalos. Tenés mi permiso para destruir todo lo que veas incorrecto y desleal.—dijo Lucifer.

—¿Te vas? ¿Vas a abandonarme?

—Tengo planes para este lugar y tu futuro aquí tiene un buen resultado, hijo. Confía en mí. Lo verás.

—Solo es eso…Soy una decepción.

—No, Morgan. Todo lo contrario. Eres mi herencia.

—Herencia, ¿de qué?

—Tengo que irme, mañana conocerás a tu hermana Grace. Ella te contará todo.

Lucifer se fue de la oficina. Rápidamente desapareció al doblar la esquina, cuando Morgan quiso detenerlo, no lo vio. Lo buscó desesperadamente. Fue inútil, ¿Dónde se fue tan rápido?




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