Viene llegando justo como la brisa que uno siempre anhela que llegará después del atardecer en el verano.
Esos ojos color ámbar que lograron en mí hacerme suspirar, esa mirada encantadora que posee, como sí de una cosa mítica se tratará.
Esos labios borgoña tan delicados, tan exquisitos, inevitable era querer besarlos, probarlos con más deseo que a un vino refinado.
Esos labios borgoña, se convirtieron en un vicio mío.
Escucharla hablar era una agradable sinfonía, es perfecta, la vida nunca me pareció tan interesante, hasta que llegaste a mí como bocanada de aire fresco.
Sus caderas se convierten en el arte que compraría a cualquier precio, o robaría sí fuera necesario con tal de apreciarlo.
Ese cabello negro hipnotizante, tan bello que dejaba en duda el encanto de la noche.
Ella sería la indicada, la que cambiaría mi vida, mis planes, ella será mi mujer.
La seguiría donde sea, incluso sí eso significaría mi fin, hasta rogaría de rodillas por ella, haría lo que fuera por seguir embriagado por esos labios borgoña, más sabrosos que vino de estación.