Recuerdo estar observando desde el ventanal aquella hermosa vista en un día tan nublado como mi alma, al descubrir de que las palabras pueden ser tan dañinas como un mal trago.
Lo peor de esto, es que traté de retratarte de la mejor manera en mí óleo, para simplemente saber que no valías ni una pincelada de mi tiempo.
Aquel café de aquella mañana, se enfrió tanto como el amor que alguna vez sentí por ti.
Solo quiero gritar por causa de tal traición, me siento un gran idiota al haber descubierto aromas y sabores qué jamás apreciaré con alguien más.
Ahora todo eso se convirtió en aromas de perfume barato y en sabores insipidos, al saber que asesinaste mis esperanzas de envejecer a tú lado.
¿De qué sirven habitaciones lujosas sí solo tienen impregnadas las mentiras? Esas que me decías en las noches cuando haciamos el amor, en las que llegada la madrugada huías de mis brazos, solo para irte por el camino menos transitado, sumergido en tú relacion ilícita, la cual me dejó desangrando de dolor, quisiera haberlo sabido antes, no por medio de una carta dejada al lado de la cafetera.
Así no terminar desgarrado por la angustia, observando aquel ventanal de hermosa vista, pero nublado y agonizante como mi corazón.