Eugenesia: La voz de los espejos rotos.

Capítulo III Las luciérnagas que embellecen los árboles.

— ¿Quizás sería mucho pedir que me ayudes a ordenar los papeles? — Le dije a mi hermano mayor en lengua de señas. 

He estado llenando todos los formularios y este día será la entrevista para entrar al ejército. Está es mi última oportunidad para poder conseguir una forma de ganar dinero y no recibir una orden para ser ejecutado por ser un inútil. 

En todos los lugares que he ido a solicitar una plaza de trabajo me han rechazado por no poder oír. Puestos para conserje, conductor, limpiador, cualquier puesto de trabajo que estuviera disponible lo he intentado obtener. La respuesta que recibo es no por ser un incompleto. ¿Cómo siquiera podés pensar en trabajar? ¿Acaso no sabes que las cosas como vos deben morir siendo un ratón de laboratorio? 

Si te contrato podría aumentar las visitas, pero el gobierno me acusará de tenerte como atracción y me cerrarán. Lo sentimos pero necesitás experiencia y vos no la tenés. Una persona incompleta no puede trabajar aquí, los clientes nos podrían demandar. Esas y más excusas son las que normalmente recibo. 

Mi única opción que me ha quedado para no morir de esa cruel manera es entrar al ejército. Aunque parezca increíble, hay una gran cantidad de inútiles como nosotros que son aceptados. Creo que tengo buenas oportunidades de serlo.  

    — Ya te dije que no serás aceptado, rendíte  y empaca tus cosas para ir a los laboratorios Taeyang  —  Me contestó en lenguaje de señas antes de acercarse a mí y ver como de mal tenía organizado mis papeles.   —  ¿En serio crees que de esta manera te podrán aceptar? Ni siquiera tenés en orden los papeles de identidad, estudios, salud e historial laboral  —  Contestó negando con la cabeza y poniendo todo en orden dentro de un folder. 

A pesar de que ellos tienen toda nuestra información en línea, por temas de formalidades debemos de llevar en papel todos nuestros documentos para poder confirmar que todo lo que hemos subido es verdadero y no estamos mintiendo. 

Tampoco es que diga que no me interesa entrar al ejército, no es lo que más me apasiona en mi vida, no es mi sueño morir en la guerra pero si me llama la atención. No cualquiera entra. Además suena muy tentador el hacer ejercicio todos los días, ser exigidos a la vida al límite por igual en vez de vivir encerrado en una camilla mientras te inyectan sustancias recién creadas para ver sus reacciones en los cuerpos humanos. 

Suena mucho mejor. 

Muy en el fondo de mí aún tengo pesadillas respecto a eso, acerca de todo lo que cuentan de los experimentos. Nadie sobrevive después del quinto, solo el cinco por ciento llegar a vivir los veinte a treinta años de servicio para contar aquellas atrocidades. No quiero pensar que los últimos días de mi existencia terminaré así, encerrado sin ver la luz del sol, dentro de cuatro paredes sino es que es en una jaula como animal, inyectado en intravenosas, mientras un montón de desconocidos conectan todo tipo de sustancias de dudosa procedencia en mi cuerpo. 

A veces, me despierto en medio de la noche con esa pesadilla. Me despierto en una camilla, con una bata de hospital y una credencial con mi número de experimento, a la par una enfermera que mira como va evolucionando la droga que me han implantado. Mi cuerpo está deshidratado casi por completo, el dolor aumenta hasta niveles que nunca he sentido, los doctores llegan e intentan estabilizarme, toman nota acerca de como he reaccionado hasta que uno les dice a los demás que ya no soy utilizable más. 

Cierro los ojos, y me veo a mí mismo ahí. Postrado convaleciente mientras sangro por todas partes y nadie hace nada. Me dejan tirado como un fallo antes de encontrar la respuesta indicada. El gran objetivo de cumplir en mi vida, se habría cumplido. Me tapan con una sábana antes de llevarme para incinerar mi cuerpo y ser tirado en una fosa común, en donde se encuentran las placas de todos los que han muerto en vano. 

¿Quién quisiera ese futuro? ¿Quién quiere morir de esa manera? Sin duda muchos incompletos desean eso, la forma más honorable de fallecer para el estado, todo lo que les han metido en la cabeza. Nosotros no servimos para nada, si deseamos sobrevivir a la masacre tenemos que dar algo a cambio y aún así es probable que muramos sin ver la recompensa. La vida normal que nos ha sido rechazada.  

Mi madre solía decir que nosotros somos las luciérnagas que salen en las noches en los bosques, todas las almas de los bebés que mueren en los basureros o son ahogados en los ríos, ascienden a los cielos en forma de luciérnagas para iluminar también la noche, antes de reencarnar en otra vida, que con suerte, será mucho más larga que esta. 

A pesar de que ya ha pasado un año desde que nos dejó, aún la extraño. Es la persona que más me hace falta, la única que me apoyó por completo. La única que me defendió de todas aquellas personas que siempre me molestaban por ser diferente, la que de verdad me veía como alguien completo, alguien que no era diferente de los demás y debería de ser tratado como cualquier otra persona. Mis hermanos eran un caso complejo, luego de un tiempo me aceptaron, les era muy difícil especialmente a mi hermana mayor aceptar que tenía un hermano menor incompleto. 




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