Observo el mundo en blanco que me rodea, escucho ese ruido a la lejanía, aquel que no me permitía conciliar el sueño. Trato de gritar a pesar del vivo dolor en mi garganta, de moverme lejos del ambiente amenazante que me envuelve poniendo de punta mis sentidos, pero mi cuerpo desconoce las órdenes que trato de enviarle. Siento esa desesperante sensación al ser incapaz de hacer algo por más que lo desee, me sentía atrapada a pesar de no tener a nadie sujetándome.
Incapaz de medir el tiempo en el que permanezco dentro de este mundo en blanco, tan solo mirando el sitio y sin ser capaz de analizar sobre ¿quién soy?, ¿dónde estoy? y ¿por qué mi mente está igual de vacía como esta habitación?
Un fuerte golpe en mi espalda me da la sensación de caer en un profundo abismo a pesar de mantenerme en el mismo lugar, mis ropas se humedecen al instante, el aire es imposible de recibir porque me siento ahogar en la blanca habitación sin agua a mi alrededor, pronto todo da un giro, observo que mi escenario cambia a uno mucho más extraño que el inicial. Era una especie de fábrica abandonada con múltiples grafitis en sus paredes.
—Me he perdido a mí misma.
El ambiente se corta por el ruido de agua cayendo, miro mi atuendo húmedo y bajo mis pies de tacones altos, un charco rojo me rodea.
—Fuiste castigada en su lugar.
Al fondo de la habitación el eco de una tienda abriéndose detiene mi inspección, un pequeño establecimiento abrió. Miro sin entender el local con un letrero en cursiva encender sus letras de neón celeste. Singularity Shop es iluminada por su letrero y un halo de luz que entra por algún agujero del techo.
—¿Por qué me hiciste esto a mí?
Mis pies se mueven hacia la tienda, siento el peso de un objeto en mi mano, pero solo soy capaz de mantener contacto visual con la tienda y la persona dentro de ella. Una persona encapuchada con una misteriosa máscara blanca.
—Incluso si intentas ocultarlo, no se puede borrar.
Al frente de Singularity Shop mi mano se eleva y deposita un trozo de vidrio. Puedo leer en él "aléjate, aléjate, aléjate de mí", la mano enguantada con ligeras manchas rojas en la zona de sus dedos lo toma y me entrega un gran paraguas negro, lo tomo y abro.
—¿Me estás llamando pecadora?
Una torrencial lluvia comienza a caer dentro de la fábrica, mi ropa ha cambiado a una desgastada y manchada, humedeciéndose por el agua, que a pesar de contar con el paraguas mi cuerpo recibe el agua sin problemas. Mis pies me dirigen a una habitación oscura en ella puedo distinguir un perchero con un diminuto abrigo rosa, me encamino sin titubeos a la gran ventana y observo una pequeña niña reír feliz jugueteando en el gran jardín, ella parece llamar a alguien, otra niña, un poco mayor que ella se acerca corriendo con sus ojos brillantes.
—Sálvame, que estoy siendo castigada.
Mi vista enfoca mi desaliñado reflejo en el vidrio de la ventana.
—No puedo liberarme de este dolor.
Me giro dejando en el suelo el paraguas que trataba de cubrirme de la lluvia, la persona de la tienda se acerca hasta quedar en frente mío. Levanta su mano derecha y yo la imito, levantando la misma mano, tomando la máscara blanca que me ofrece.
—Estoy atrapada en una mentira.
Me coloco la máscara detallando una lágrima deslizarse fuera de ella, mi mano izquierda se eleva para limpiarla y su mano derecha imita mi acción, limpiando una lágrima de mi máscara.
—Dime que esto no es real.
Mi mano traspasa su cuerpo y desaparece frente a mis ojos, dejando en su lugar un espejo.
—El agonizante dolor fantasma sigue siendo el mismo.
Fin.