La vida es mucho más sencilla de lo que imaginamos. Mucho más minimalista.
Que la felicidad siempre depende uno mismo y de todo, absolutamente todo,
depende de nuestras decisiones.
Cada camino que elegimos puede hacer que nuestra vida de un giro radical de 180 grados.
Y aquí estoy frente al tipo que me salvo de que me desgarraran la garganta. Dios, si mi padre estuviera aquí me estuviera reprendiendo hasta decir no más porque fui débil y alguien más tuvo que salvarme el pellejo.
-¿Tengu? ¿Qué es eso? –Le dije al ser que tenía en frente mientras lo miro con curiosidad.
-Soy una combinación entre un ser humano y un ave con algo de sangre demoniaca –Dice tranquilamente mientras guarda su gran espada.- ¿Por qué no me temes? Todos los que han llegado hasta aquí y me han visto han salido corriendo como locos y los ha matado Rachiki u otra bestia.
-¿Debería tenerte miedo? –Dije mientras lo miro con suspicacia. El solo sonríe ante mis palabras y se sienta en un tronco que está en frente de mí.
-Explícame que fue eso que hiciste hace un momento –Lo miro confundido por lo que acaba de decir, la verdad es que ni yo lo sé, supongo que fue un momento de rabia, que él se esté burlando de lo que soy, el sentir que estaba perdiendo contra un imbécil como el me lleno de decepción y mis sentidos se desconectaron unos segundos, simplemente me deje llevar por la rabia una vez más, así como hace 7 años...
-No vale la pena decir algo al respecto, ni yo sé que fue lo que paso allí, pero me hubiera gustado haberlo despedazado –El me mira curioso, se acerca a mí y toma mi mano. – ¿Que-que haces?
-Cierra la boca, descubriremos que fue eso de hace un momento, tu aura se volvió tan oscura que intimido a Rachiki y de paso a mí y créeme que es difícil lograr eso – Dijo mientras saca su espada de la funda.
-¿Tu presenciaste todo eso? –Dije asombrado mientras el miraba atento su espada buscando el punto perfecto, para no lastimarme tanto.
-Sí y créeme que no fue nada lindo, tu aura…Ehhh…maligna…hizo que algunas de las criaturas a nuestro alredor huyeran, tienes algo especial chico…o algo muy peligroso dentro de ti –Dice mientras pasa su espada suavemente por mi mano causando que mi sangre caiga en cantidad. Lo que espere fue que mi sangre fuese roja como todo kitsune pero no, mi sangre es morada.
-¿Que eres? –Dijo Kagu mientras me mira totalmente sorprendido por lo que acaba de ver y lo entiendo pues jamás se había visto una criatura sobrenatural que tuviese la sangre morada, es extraño hasta para un mago.
-N-no lo sé –Dije mientras veía caer la sangre al suelo. ¿Que soy? Nunca me había hecho esa pregunta, nunca lo quise descubrir por miedo a saber que soy un monstruo, aunque siempre lo he tenido claro.
-Rachiki menciono algo sobre la sangre de demonio… ¿acaso en tu familia hay algún demonio?
-No lo creo, mis hermanas son kitzunes al igual que mi madre y mi abuela, mi abuelo fue un humano pero esto no tiene nada que ver con que tenga sangre de demonio
-¿Y tu padre?... –el saca un pañuelo de su abrigo y me intenta vendar la mano pero yo la alejo, el me mira sorprendido por mi acción y se aleja.
-Gracias pero se sanara sola –Dije mientras veía como salía nuevamente el humo blanco de hace rato y la herida se sanaba sola. ¿Mi padre un demonio? No lo sé…nunca he sabido de que especie es, por lo menos sé que no es humano porque sus heridas se sanan en minutos.
-¿Por qué sanas tan rápido? A cualquiera le toma por lo menos 5 minutos que una herida así se cierre y tú lo hiciste en menos de 30 segundos –Dijo mientras miraba mi mano.
-No lo sé, es la primera vez que me hieren –El me mira asombrado y se atraganta con su propia saliva.
-Bien…puede que tengas sangre de demonio, es lo más lógico en este momento, eso podría explicar el hecho de que tus ojos cambiaron de color, te volviste agresivo por un momento y tu aura se oscureció a una velocidad inimaginable. Aun así eso sigue siendo demasiado para un demonio.
-Bueno tal vez tenga algo que ver el hecho de que soy un kitsune –Él se echó a reír al igual que Rachiki hace unos minutos.
-Chico, los kitsune solo nacen mujeres, jamás se había visto un kitsune hombre y no creo que tú seas el primero –Se echa a reír nuevamente y al igual que Rachiki se calla cuando le muestro mis esferas de fuego.
-¿Cuántos años tienes? –Dice mientras me mira serio y yo oculto mis esferas de fuego.
-Tengo 17
-Eres demasiado oven aun, tienes demasiado poder para la edad que tienes, ni siquiera has cumplido los 100 años y ya puedes crear esferas de fuego, ¿cómo es eso posible?
-No lo sé, pero por ahora ese es el único poder que tengo. –Ya yo hable de mi…ahora cuéntame de ti.
-Los Tengu somos criaturas mitad humano y mitad ave como ya te dije antes, habitamos en las montañas y somos seres impredecibles, puede que ahora te haya ayudado pero puede que unas horas después quiera matarte –Abrí mis os asombrados, joder, ósea que no me puedo relajar con este tipo-. Los Tengu disfrutamos de causar caos y confusión en el mundo de los humanos castigando al vanidoso, molestando al poderoso y recompensando a la persona humilde que no les teme, no solo a los humanos también a los seres sobrenaturales.
-Ósea…que… ¿puedo estar tranquilo a tu lado? –Dije con un poco de precaución.
-Tranquilo chico no te hare nada a menos que me des razones para hacerlo –Y con esas palabras hizo brillar sus ojos rojos en la oscuridad y un escalofrío de temor me recorrió la columna.
-Vale, eso me deja un poco más tranquilo
-No soy malo chico, sé que tener sangre de demonio y que mate a humanos malvados puede parecerte malo pero solo busco el equilibrio. No todo lo que parece bueno es bueno, no todo lo que parece malo es malo, las apariencias engañan y los de arriba también.