Evan | Saga: Kitsune

10. Ella

 

 

"Nada de lo que el hombre ha sido, eso o será, lo ha sido, lo es ni lo será de una vez para siempre, sino que ha llegado a serlo un buen día y otro buen día dejara de serlo"

-Mario Vargas Llosa

Desde que partí y me aleje de aquellos que alguna  vez considere mí familia he estado viajando de ciudad en ciudad y a donde voy las sombras me atormentan y termino destruyendo todo a mi alredor. Han pasado milenios y desde aquel día en que vi morir a Rachiki en mis manos llevo teniendo pesadillas, no puedo dormir bien porque mis padres aparecen en mis sueños, siento que las almas de aquellas personas que destruyo mi padre se encuentran escondidas entre las sombras esperando a que yo baje la guardia para atacar y llevarme al vacío junto con ellos.

Ya han pasado más de nueve mil años y ya me he convertido en un Kyubi no kitsune que son aquellos que ya han conseguido sus nueve colas con el paso de los años. Tiene sus pros y sus contras, el pro es que ahora soy más poderoso que antes, puedo hacer pactos con cualquier ser y mucho más, el contra es que cuando pierdo el control por mis pesadillas me convierto y en todos estos años ya he destruido muchas aldeas y debido a eso se han creado mitos acerca de mí, es decir, acerca de los kitsune, algunos falsos y otros no.

Ahora me encuentro en Japón, es el único lugar en el que puedo estar tranquilo pues aquí residen la mayoría de las vestías celestiales, todo tipo de demonio y ser con magia. Aquí se encuentra la puerta hacia el mundo espiritual, un lugar al que pocos pueden entrar porque no todos conocen ese lugar.

Decidí quedarme escondido entre el bosque, me acostumbre tanto a estar dentro de él que a donde quiera que voy me escondo en los bosques. Casualmente aquí encontré una gran cueva muy hermosa, tiene algunos cristales Petralux y flores silvestres, cuando veo esos cristales me trae el recuerdo de mi coronación…

Flashback

-Joven Evan… ¿preparado? –Me brinda una cálida sonrisa y asiento mientras le devuelvo la sonrisa. Empiezo a caminar por un camino de piedra brillante, a los lados está la tribu Han mirándome, jamás pensé que esto pasaría, pero supongo que me gusta, maldito ego.

Atrás de mí viene Gael y juntos llegamos al altar en donde me coronaran, me puedo en el medio y Gael se queda a mi lado pero unos pasos más lejos.

-De pie…aquí viene la Gran Anciana…-Dice Rise y toda la tribu se levanta, por donde vine antes aparece una anciana con un bastón.

-¿Y esa quién es? –Le digo en un susurro a Gael.

-Ella es la Gran Anciana, la maga de la tribu, está un poco loca–Dijo por lo bajito y ambos reímos.

La anciana pasa por el largo pasillo y todos los de la tribu bajan levemente su cabeza a modo de respeto, yo hago lo mismo y cuando ella llega hacia mí me toma la barbilla y hace que levante la cabeza.

-No tienes por qué inclinarte a mi joven, la que debería inclinarse soy yo –Cuando estoy a punto de renegar ante eso pone una mano a modo de que me calle y no digo nada. Una niña pequeña se acerca con un cojín y encima de este está una corona semi-transparente junto a un anillo, se inclina ante mí y se acerca a la anciana quien empieza a decir unas extrañas palabras.

-An tibi erit dominus, et non in fide, et lucere

 Su bastón empieza a brillar, lo acerca al cojín, la corona y el anillo empiezan a brillar. Toma la corona en sus manos y se voltea hacia la tribu mientras alza la corona en alto.

-¿Latín? –Ella me guiña el ojo y ambos reímos.

-¡Hoy nace un nuevo rey! Los Dioses se han apiadado de nosotros y nos liberaron de nuestro sufrimiento, nos han traído a este joven que nos liberó de la esclavitud de un rey egoísta…Hoy nace una leyenda…

Dicho eso se acerca a mí, toma mi mano y coloca el anillo, pone la corona en mi cabeza y automáticamente estos empiezan a brillar de verde esmeralda, miro el anillo y la corona asombrado, poso mi mirada en la anciana y ella me guiña el ojo.

-¡Larga vida al rey Evan! –Grita la anciana y el resto de la tribu se inclina ante mí y

-¡Larga vida al rey Evan!...

Fin del flashback

Y pensar que lo tenía todo y de un día para otro nada. Dejando de lado esos recuerdos, hace un tiempo hay una pequeña niña que vino todos los días a este lugar, me traía comida y curaba mis heridas después de cada batalla. La niña nació para servir a los kitzunes, desde tiempos antiguos los kitzunes han dominado los elementos, cuenta la historia de que el primer kitsune que existió era amiga de los dragones de cada elemento, el día en que ese kitsune obtuvo sus nueve colas, como obsequio, los dragones le dieron el poder de controlar los elementos, con el paso del tiempo los elementos se fueron dividiendo y quedan pocos kitzunes que lo usan.

La descendiente de ese kitsune uso el elemento de fuego para su beneficio y creo un sirviente con el poder del fuego y así nacieron las conocidas llamas del kitsune, viven para servir a nuestra especie a toda costa. A pesar de eso, esta niña era muy pequeña como para ejercer la labor de sirviente, aun así ella venia todos los benditos días y por más que la echara de mi preciada cueva ella no se iba y nunca decía alguna palabra.

Hasta que llego el día en que la lastime por mis impulsos, por mis temores, por aquellas sombras que hoy en día me siguen atormentando. Ese día ella trajo un bisturí para sacar un cristal que se incrusto en mi piernas, era tan profundo que necesitaba abrírmela piel, fue tanto el temor que reaccione y la ataque con mis garras, ese día ella se fue asustada y no volvió esa tarde, por un lado me alegro que por fin me dejara tranquilo pero por otro lado se sintió raro no tener su presencia jodiendo en esta cueva.




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