Dan se dirigía hacia el almacén que su hermana había encontrado días atrás el cual era acogedor en cierto modo aunque no dejaba de oler a humedad y a cosas viejas.
Observó la carretera mientras pensaba algún lugar a donde irse a vivir con sus otros tres hermanos, ellos eran el grupo de hermanos más unidos a su parecer, no conocía a ningún grupo de hermanos que haya sobrevivido más de seiscientos años juntos.
Los cuatro eran Sangrepura, debido a una maldición por culpa de su padre Erick el cual por culpa de la ambición y el poder de ser inmortales los condenó a vivir para siempre.
Ya hace unos seiscientos años se rumoreaba que al matar una bruja o brujo uno poseía sus poderes y se le concedía el poder ser inmortal, era un rumor pero era difícil corroborarlo ya que las brujas tenían poderes pero los demás eran humanos.
Así que su padre se aventuró leyendo mitos, creando armas, consultando a brujos errantes, buscando el momento exacto para hacerlo.Lo realizó al inicio de año, la familia tenía una cena, el padre salió esa noche y llegó con un cadáver a la casa.
Nadie presenció la llegada del padre junto con el cadáver, y el padre procedió a cocinar el cadáver , era de una mujer que se le había visto relacionarse con las brujas y acababa de quemar unos árboles.
Su padre estaba siguiendo los pasos que varios brujos errantes le dijeron, el primer paso era matar, el segundo era cocinar el cadáver y tenía que ser consumido por seis personas que eran la ofrenda para poder contar con la vida eterna que el tanto anhelaba.
Esa noche todo cambió, los seis consumidores de la carne del cadáver fueron maldecidos por el alma de la bruja que acaban de cenar, los condenó a vivir la vida eterna pero con el castigo de tener que consumir humanos para seguir viviendo.
Dan, Tyler, Dylan y Samantha no tenían ni idea de porque acaban de ser maldecidos ni que estaba pasando en ese momento.
Tampoco hablaban con su madre pero sabían en donde se encontraba ya que los Sangrepuras pueden sentir su presencia y saber que tan lejos o cerca están unos de otros.
Vancouver era hacia donde el quería dirigirse, ya que a noche anterior tuvo un sueño en donde una mujer le dijo que se dirigirá hacia Vancouver en donde encontraría un objetivo a cumplir y sencillamente el quería cambiar un poco su panorama.
El era un aficionado de la literatura junto a sus hermanos que siempren estuvieron rodeados de libros e historias y su sueño siempre fue colocar una biblioteca o una librería junto a ellos para la gente pero nunca podía debido a sus constantes movimientos para no ser conocidos por la gente.
Le diría a sus hermanos que opinan de abrir una librería en Vancouver, sería un nuevo inicio, un borrón y cuenta nueva.
Mientras pensaba todo esto llegó al almacén y escucho ruido desde almacén así que llegó corriendo y se encontró con el oficial que lo había detenido hace unos momentos.
-Señor-habló-necesito su sangre, por favor.
-¿Qué cosa?¿Para qué necesita mi sangre?-Preguntó Dan confundido.
-Señor sólo me queda un año de vida, necesito que me ayude por favor-pidió el hombre de rodillas suplicante.
-Esta bien-dijo Dan mientras sacaba sus colmillos y media su brazo para dar un poco de sangre.-Abre tu boca.
El policía abrió la boca y succionó bastante sangre y el policía sintió un alivio pero una sensación desagradable se instaló en su pecho.
-Corre-gritó Dan-. Sólo corre.
El policía no entendió pero en menos de un segundo tres sangrepura lo tomaron y metieron dentro del almacén mientras trataban de apuñalado con un pedazo de madera un poco apolillado.
-Esperen un momento-dijo aterrorizado el policía-sólo quería la sangre porque me casaré en una Semana y sólo me queda un año Y por favor no me maten.
Los tres sangrepura lo soltaron y tiraron el pedazo de madera apolillado un rincón del almacén, y dejaron caer al cuerpo del asustado policía.
-¿Por qué reaccionaron así?-Pregunto el policía?
- Una mala costumbre nuestra- respondió Dylan.
-Ya veo-respondió todavía con miedo el oficial.
Levantaron al hombre y le pidieron perdón, mientras tanto el policía decidió marcharse de ese lugar sin antes dar las gracias por la sangre.
Los cuatro hermanos se sentaron en el almacén en silencio, pero un silencio cómodo, y guardaron silencio por al menos veinte minutos, pero, cada mente es un mundo en el cual cada uno estaba inmerso en el.
-Hey chicos, creo que debemos de ir a Vancouver, quiero salir de esta ciudad, además llevamos bastante tiempo evadiendo lugares con frío¿No creen?-dijo Samantha mientras rompía el silencio-. Creo que deberíamos ir.
-¿Alguna razón particular para ir?¿por qué no ir a algún lugar como China o Londres?-Pregunto Tyler.
-Madre está en Australia, la verdad no tengo ganas de verla- Comentó Dylan-. Es más fácil para ella venir a Londres o China que a Vancouver. Estoy con Samantha, lo siento.