Entraron a el bar, que lucía más como un restaurante, era un lugar como una especie de ventanales gigantes y a un lado de la entrada, tenían un letrero con el nombre del lugar, era un letrero de luces fosforescentes. Se veía como un lugar acogedor, habían bastantes mesas con bastantes personas cada quien en su propio mundo y con sus propios problemas.
—Por aquí—. El mesero que estaba cerca las llevó a su mesa—. Tengan el menú.
—Muchas gracias—. Agradeció Anne y al observar que el hombre se quedó parado significaba que esperaría hasta que ellas decidieran—. ¿Qué vas a querer Samantha?
—Hay demasiadas opciones—. dijo Samantha y luego se dirigió al mesero—. ¿Qué nos recomienda?
—Les recomendaría las hamburguesas, y también al inicio repartimos diferentes tipos de pan con algunos tipos de carne.
—Entonces me traerá dos hamburguesas por favor—. Dijo Anne—. ¿Y qué quieres tomar Sam?
—Un vino tinto estaría bien—. Samantha habló y preguntó—. ¿Con que vinos tintos cuenta?
— Tenemos Cabernet Sauvignon, Merlot, Nebbiolo, Pinot, Noir , Shiraz, Tempranillo y Malbec.
—Un Cabernet Sauvignon—. Samantha habló decidiendo rápido—. Estaría perfecto, gracias.
—Traeré las hamburguesas en unos quince minutos—. El mesero se retiró—. En un momento traigo el vino.
Samantha observó que realmente el lugar era muy bonito y agradable para estar, también observo que Anne se le quedó viendo a el piano que se encontraba dentro del lugar. Observó que un joven estaba tocando el piano, una pieza clásica sin duda, el joven era bueno tocando una partitura que Samantha podría apostar que llevaba como máximo un mes con ella.
Trataba de identificar la melodía y la reconoció en un momento, el lago de los cisnes de Tchaikovski, la pieza más conocida de él “Lago de los cisnes”, la cual era una pieza de ballet clásico. La melodía fluía como un pequeño flujo de agua, era poco, pero no dejaba de fluir, hasta que comenzó la parte más rápida que convierte el pequeño flujo, en una cascada, observando que la mano izquierda se movía más que la derecha, la posición de los dedos, un movimiento erróneo que provoca un golpeado extraño que no concuerda con la canción, pero la gente no lo sabía, la cara del joven que tocaba, haciendo una mueca.
—¿Te gusta? —. Preguntó Anne a Samantha observando junto con ella el piano.
—¿La interpretación? —. Preguntó Samantha mientras observaba a Anne quien en opinión de Samantha se veía muy guapa y sexy—. ¿Me preguntas por eso?
—Claro—. Anne le sonrío—. ¿Qué más te preguntaría?
—Oh, bueno para empezar, ¿observas sus brazos? —. Observó las mangas descubiertas del joven, debido a la calefacción del lugar—. Se ven tensas, demasiado tensas, posiblemente esté nervioso.
— No había notado eso—. Anne preguntó al ver que Samantha se emocionaba sin querer—. ¿Qué más?
— El chico ha desviado los dedos, fallado varias notas, pero he ahí un secreto de los intérpretes—. Samantha de hizo una señal con su dedo para que se acercará—. Como tú no eres el intérprete, puedes equivocarse las veces que quieras, porque ellos no saben cómo se toca la pieza.
El aliento de Samantha hizo que Anne sintiera escalofríos bajando por su columna vertebral a lo largo de su espalda, y soltó una sonrisa ante Samantha, quien le dio un pequeño beso en los labios y respondiendo la sonrisa de Anne.
En ese momento, se levantó el joven que estaba tocando el lago de los cisnes del banquillo que tenía el piano, se levantó de su lugar con aplausos y fue y se retiró a la mesa en donde se veía que estaba en una pequeña reunión con amigos.
—Espera, tocaré algo para ti—. Samantha levantó sus puños—. Selecciona alguno de los dos, número uno—. Movió su mano derecha y luego su izquierda—. O el número dos.
—Mano número dos—. Anne tocó la mano izquierda de Samantha si estaba cerrada, la abrió y entrelazo las manos de ambas—. Pero no te he visto jamás tocar piano, que tal si no lo haces mejor que él.
—Patrañas—. Samantha se levantó de la silla levemente y beso su coronilla—. Tocaré Chopin para ti, disfrútalo.
Samantha se levantó hacia el piano, una vez sentada, guiño hacia la dirección de Anne y comenzó a mover la manos en las teclas del piano, pieza que tocaría sería Chopin Op.2, No.2, una pieza lenta al inicio, para que volviera acostumbrar un poco sus dedos, había tocado hace unos días atrás con la idea de tocar para Anne.
Cosas que te hace el amor, era loco, pero a Samantha le gustaba un poco ese sentimiento, y también le encantaba el sentimiento de ser amada de vuelta, conocía una infinidad de historias que el amor existía en sólo un lado de la relación. Pero por suerte o por destino, o lo que fuera que estuviera haciendo eso, el amor era mutuo, y todo esto pasaba en su mente cuando tocaba, su mente se desconectaba de su cuerpo, el cuerpo tocaba todo por memoria muscular y su mente, viajando por los rincones de su cerebro.
Al tocar se daba cuenta que realmente los autores dejaban todo en sus piezas, siempre en la vida humana existe algo, un pequeño sentimiento oculto dentro de nosotros, que saben que quieren que el mundo sepa de su existencia, incluso mucho después de su muerte.
Un ejemplo serían los autores tales como Mozart, Beethoven a quien su padre golpeó dejándolo sordo, por el simple hecho que quería a un propio Mozart, quien creo obras basadas en su sufrimiento y lo miserable que fue su existencia, Chopin quien tenía muchas obras, que en cada una tenía un sentimiento que mostrar.
En un momento se dio cuenta, que la obra había terminado, que lo había disfrutado aunque su mente estaba separada de su cuerpo, se levantó, recibió aplausos y se retiró a su lugar en donde Anne la esperaba con la hamburguesa y una copa del vino que ella había pedido.
—Wow—. Habló Anne una vez que Samantha se sentó en su lugar—. Tocas increíble, y pensar que podrás tocar cada vez que yo te diga.