Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Cinco

"Dos pequeños mellizos dibujan sobre la modesta y vieja mesita que su madre ha destinado para ellos, la habitación que comparten es bastante chica para su gusto y los juguetes no abundan como desearían pero al menos han podido conseguir crayolas de colores en el instituto al que asisten obligadamente y sus maestras estuvieron de acuerdo en dejar que se las llevaran con la promesa de regresarlas la próxima vez que les tocara ir –aunque el niño de testarudo y a veces preocupante carácter se las hubiese llevado aun cuando le hubieran prohibido hacerlo-.

― Milo, ¿Qué quieres ser cuando seas mayor? ― pregunta su hermana usando mucho color rosa en su dibujo -sin mencionar la cantidad de birllos que ha apartado para emplear-.

― No lo sé, solo quiero irme lejos de aquí ― responde sin ánimos, su padre le ha dado una buena reprimenda por no cumplir con las espectativas de este aunque Sophie y su madre no lo sepan -o al menos eso piensa el niño, pero, su madre está al tanto de todas las cosas que su esposo hace con él-.

― ¿Por qué? ― pregunta inocentemente la niña volteando a verlo ― ¿No te gusta dónde vivimos? 

Su hermano no responde, se limita a ver por la ventana la lluvia caer, la realidad para Milo es totalmente diferente a la de Sophie y lo sabe concienzudamente; él odia con todo su ser a su progenitor, detesta a su madre y le desagrada profundamente la situación en la que se ve envuelto, las personas que suelen rodearlo le provocan náuseas y ni hablar de su "entrenamiento" pero la única razón por la que no escapa lejos de esos despreciables seres que dicen ser sus padres es la niña principalmente humana que colorea frente a él, que llora por cualquier cosa que la aqueje y que todavía no tiene idea de con quiénes vive.

― Quiero irme porque los odio ― susurra dejando su cuaderno de lado.

― ¿A mí también me odias? ― pregunta frunciendo el ceño.

― No, tú eres como mi mejor amiga ― ríe.

― Bien, eso me gusta ― asiente con una sonrisa ― Yo quiero ser una princesa, para tener un enorme castillo y un príncipe que baile conmigo siempre ― sonríe al enseñar su dibujo principesco.

― ¿Por qué quieres eso? ― eleva una ceja divertido, ella siempre es su lado opuesto.

― ¿Por qué no? Quiero ser una princesa ― gira sobre su eje emocionada balanceando su cabello por todos lados.

― Entonces, serás una princesa, te casarás conmigo y nos iremos en un carro costoso por el mundo conociendo todo lo que queramos ― se acerca a ella sonriente.

― ¿Nos casaremos Milo? ¿De veras? ― pregunta sorprendida.

― Sí, te prometo que vamos a estar siempre juntos princesa ― ríe mientras se lanzan las viejas almohadas sobre cada una de sus camas."

 

― Milo ― la voz de la joven lo hace voltear sacándolo de su mar de recuerdos distantes que se ha empeñado en olvidar.

― Sophie ― susurra viéndola sin saber qué decir o hacer exactamente, aun es extraño tener contacto entre ellos después de todo lo que ocurrió.

― Dios, me has preocupado, hace tiempo no te veía ― ella se aproxima subiendo la escalinata hasta él.

― Lo lamento, no era la intención ― se encoge de hombros.

― ¿Cómo has estado? ¿Dónde has estado? ¿Te encuentras bien? ― pregunta la pelinegra viéndolo como si lo examinara.

― Aquí y allá, he estado tranquilo al menos ― responde suspirando ― ¿Y tú? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué te has sentido mal?

― Supongo que te diste cuenta, es solo que sucedió algo con un niño humano y no pude ayudarlo ― cierra los ojos con pesar.

― Tienes la mala costumbre de sobrepreocuparte por coas que no te competen ― añade negando resignado, nunca va a dejar de ser... ella.

Su hermana sonríe dichosa, sabe que se ha preocupado por ella pero su personalidad no le permite demostrarlo por lo que toma la iniciativa y se lanza a él en un abrazo que llevaba años sin ser dado. Todo lo que ha pasado, todo lo que han peleado, lo que se han odiado y querido a la vez está allí pero los hermanos siempre serán hermanos, no importa cuánto tiempo pase ni cuántos acontecimientos los separen, nunca dejas de amar a tu propia sangre, es imposible.

― ¿Sabes que a pesar de todo te quiero? ― suelta de pronto con cariño, ansía poder hacer algo por su hermano, aunque sea que sepa que es querido por alguien.

― No entiendo porqué, Soph ― responde por lo bajo, no cree ser merecedor de amor ni de nada más.

― Ni yo, pero aquí estoy ― suspira separándose y viéndolo. ― Eres mi hermanito.




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