Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Nueve

Envuelta en las mantas de la cama, Evelyn observa el techo pensativa, su encuentro con Bram la ha dejado bastante sensible y dudosa con sus acciones y manera de pensar; suspira volteando de un lado a otro, quiere ver a su compañero, contarle lo que ha sucedido y escuchar su opinión, quiere saber si se encuentra bien, si la boda lo tiene así o si piensa que quizás ha sido una decisión apresurada y ahora no encuentra la manera de hablar con ella.

Antes de que pueda seguir sumergiéndose en sus pensamientos los sonidos de un auto llegando y aparcando la sobresaltan, rápidamente y a tropezones salta de la cama corriendo hacia la salida del cuarto sabiendo de antemano que se trata de Ivoh.

En la sala Aléh habla con Calendra quienes depositan la mirada en la pelinegra apenas entra, Draco entra en la casa saludando a su cuñada con un saludo militar y una sonrisa de oreja a oreja; detrás del joven el menor de los varones Coll ingresa luciendo calmado y ansioso, sus ojos buscan a Ev y la encuentra casi de inmediato.

― Hola ― susurra la chica.

― Ven acá  ― el inmortal la acerca abrazándola con cariño.

― ¿Dónde estabas? ¿Qué ocurrió? ― pregunta preocupada.

― Tuve una crisis, nada de qué preocuparse, necesitaba espacio lejos de ti para poder calmarme ― le sonríe ― Tengo que relajarme un poco, es todo.

La mestiza lo observa seria, no cree ni una sola palabra de lo que ha dicho y él lo sabe pero no se atreven a decir nada más, al menos está en buenas condiciones y con ella, es todo lo que necesita.

― Estaba muy preocupada, pensé que había sucedido por mi culpa… ― desvía la mirada.

El muchacho la tomo de la mano y la conduce a la habitación que comparten, tras haber entrado y cerrado la puerta Ivoh voltea a verla compungido centrando su atención en las marcas de sus mordidas que aún están desapareciendo lentamente; su rostro se descompone en culpa, pudo haberle hecho aún más daño si su hermano no aparecía pero recordar el instante en cada la sed se apoderó de su mente es casi imposible ya que no sabe con exactitud donde comienza tal acción ni porqué, solo hay una persona que está presente en las memorias de aquella noche y es la misma que amenaza su futuro y lo que más ama.

― Ojala puedas perdonarme por tanto dolor y tristeza que te ocasiono ― suspira entristecido.

― Eso no es así, todo lo que pasado en mi vida ha sido por mera consecuencia de mis acciones y decisiones, las cuales las he tomado a conciencia. ― Niega sonriéndole ― Tu eres lo mejor que me ha pasado.

Ivoh le sonríe de lado para proceder a besar sus labios con paciencia y lentitud, sintiendo cada centímetro de ellos, su sabor, su aroma, su maravillosa esencia; desliza sus manos por los brazos de la joven, recorriéndolos como si nada más importara, sus dedos tiran lentamente de la blusa que forma parte del pijama de la joven y lo quita por encima de su cabeza; la pelinegra acaricia sus fuertes brazos y besa su cuello con intermitentes besos y mordidas leves. El pelinegro lleva sus manos hacia el pantalón de la muchacha y con dos certeros movimientos ya está listo para ser quitado, vuelve a besarla y en el proceso la conduce lentamente hasta la cama dónde la deja caer divertido observándola a detalle.

La despoja de las ligeras y algo gastadas alpargatas y de su pantalón, se coloca sobre ella y besa su cuello dejando húmedos besos, pequeños chupetones que disfruta haciendo mientras acaricia el contorno del cuerpo femenino con parsimoniosos toques. Desliza los breteles del sujetador hacia abajo, besa y saborea su clavícula y sus hombros, desliza su lengua por el hueco entre éstos y produce un estremecimiento en la muchacha que provoca un leve gemido y la sonrisa satisfecha del joven.

— Qué maravilloso sonido — sonríe pícaro.

Tras un rápido movimiento le quita el sujetador por completo dejando sus senos expuestos, la observa detalladamente y acaricia los mismos con tortuosa paciencia; se dedica a masajear uno de ellos, Evelyn arquea su espalda en respuesta y él procede a besar su pecho libre; le da una especial atención de caricias y besos, algunas lamidas y succiones leves hacen que la joven pierda la poca cordura que le quedaba. Suspiros y jadeos por parte de ella se hacen oír, el vampiro se apresura a deshacerse de las demás prendas quedando ambos sin nada sobre sus cuerpos sin dejar de besar su cuello dejando leves chupetones acariciando sus pechos y su vientre, la fémina procede a enredar sus dedos entre los cabellos azabaches y besar con dulzura sus mejillas para seguir por su cuello y clavícula, dejando besitos en su pecho y volviendo a sus carnosos labios.

El pelinegro lleva sus manos con lentitud por sus muslos, de arriba hacia abajo repetidas veces hasta que se detiene sobre su sexo y sin dar aviso a su travesura se dispone a juguetear en esa zona, inmediatamente la mestiza suelta un pequeño y sonoro gemido que vuelve loco al heredero Coll incitándolo a continuar; introduce sus dedos en ella sintiendo como su cuerpo pasa de la tensión al regocijo y placer  por sus caricias de un minuto a otro, deja un camino de intensos besos en su vientre dirigiéndose a su pelvis.




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