Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Diez

La mañana siguiente llega lenta y perezosa, Evelyn abre los ojos sintiendo los rayos del pálido sol entrar lo su ventana, suspirando se incorpora sin encontrar a Ivoh a su lado y eso le parece verdaderamente extraño; también se molesta consigo misma por haber dormido tanto y es que esa necesidad aparece de vez en cuando en su cuerpo. Una vez ha tomado un baño y se ha vestido se dirige a la sala para desayunar algo –preferentemente una copa de sangre- pero en cuanto pone un pie en la misma se encuentra con una enorme maleta sobre la mesa de entrada a la casa y a su compañero parado frente  a la ventana, en silencio.

― ¿Viajarás? ¿Iras lejos? ¿Por qué no me dijiste? ― pregunta caminando acercándose a él.

― No es mía, esa maleta es tuya Sophie ― responde volteando a verla.

― ¿Qué? ― se detiene rápido, él la ha llamado por otro nombre.

― He llegado a la conclusión de que debes marcharte, debí haber terminado con nuestra relación hace mucho tiempo pero supongo que estaba cómodo con lo que teníamos, pero ahora las cosas han cambiado. ― anuncia.

― ¿De qué hablas? ¡Estás loco! ― niega sorprendida.

― No lo estoy, creo que siempre lo he sabido, no podría tener algo como una familia con un Paria y menos ahora ― aclara su garganta ― He revocado tu nombre, no perteneces a nuestra familia ahora y como eres mayor de edad te puedes valer por tu cuenta. Las marcas de nuestra unión también han desaparecido y nuestro vinculo queda anulado.

Tras estas horribles palabras un vacío e incomodidad se instalan en el pecho de la mestiza y no precisamente de manera emocional sino más bien física, como si le hubieran arrancado un pedazo importante de su ser.

― ¿Por qué? ¿Qué dices? ¿Es por algo que hice? ― susurra sin poder comprender.

― ¿Por qué? Parece que tendré que explicarte, no te amo, no deseo tenerte cerca y quiero que te vayas de mi casa cuanto antes ― responde sin siquiera inmutarse. ― No se trata de si hiciste o no algo, que de hecho siempre has hecho lo que te ha venido en ganas, esto es más importante que tú.

― Pero, nos amamos, no puedes hablar así después de lo que pasó durante la noche. ― intenta razonar con él.

― Necesidades, Sophie, necesidades ― suspira cansado ― Hay alguien más, alguien que hasta ahora ha llegado a mi vida y me urge tenerla cerca.

Las lágrimas se agolpan en los ojos verdes de la chica, observa como Alfred lleva la maleta hacia afuera y el grupo de escoltas de Ivoh la rodea presionándola a moverse y salir de la vivienda –aunque ninguno entienda y la vean con tristeza-. Fuera la nieve cae lenta desde el cielo, la mestiza camina una vez ha bajado las escalinatas, ver la valija a sus pies causa en ella un remolino de emociones; desde ira, incomprensión, tristeza… Dejando que sus instintos impulsivos la dominen toma la pesada maleta y lanzándola con todas sus fuerzas esta se estrellan contra el enorme ventanal de la sala, los vidrios estallan enviando sus pedazos en todas direcciones dejando ver un Ivoh sorprendido por tal reacción; los guardaespaldas –cuya misión es cuidar de la mansión y sus ocupantes- se lanzan contra ella pero para su mala suerte la muchacha les hace frente lanzándolos por el aire, golpeándolos con todo lo que tiene para defenderse y tras dar una última mirada a la mansión desaparece entre los matorrales y árboles.

Corriendo entre los caminos del bosque, golpeando lo que se cruce en su camino –sintiéndose desbordada por los sentimientos, siendo ahogada por los mismos y deseando poder acabar con eso- la pelinegra no deja de sentirse como una completa basura, sin poner atención a lo que hace sus pies tropieza el uno con el otro para lanzarla al suelo logrando que gire entre la nieve hasta detenerse casi sepultada en la misma; se incorpora lentamente, observa sus manos arrugando la frente en una mueca de dolor para voltear con cautela al ver a Bram detrás de su figura.

― ¿Por qué llora la linda Eve? ― ladea la cabeza acuclillándose frente a ella.

― No te interesa ― responde.

― Claro que sí, todo lo que tenga que ver contigo me interesa ― sonríe ― Ahora, dime, ¿Qué te sucede?

― No lo entiendo, él, simplemente se deshizo de mi como si nada más importara, como si yo fuera una bolsa de desperdicios de la que puede prescindir cuando guste… Se suponía que éramos compañeros, no entiendo… ― jadea sollozando.

― Ay, querida, a veces la simple respuesta está ahí solo que no queremos verla ― observa el cielo serio ― No te ama, no es el fin del mundo.

― Pero no puedes deshacer la unión de dos compañeros como si importara ― niega, las palabras de Bram no pueden ser ciertas.

― Existen casos raros, uno en millón a veces, donde un vampiro tiene dos compañeros pero solo el segundo en cruzarse en su vida es con quien pasara el resto de su eternidad quedando el primero completamente anulado. ― comenta ― Es triste para el inmortal que queda desolado y sin nadie en quien apoyarse pero no he escuchado que hayan muerto de pena por lo que no debes preocuparte por ello.




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